Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

El santuario mariano extremeño está bajo jurisdicción eclesiástica toledana

Monseñor García Aracil: «Extremadura será feliz cuando Guadalupe sea del todo extremeña»

Extremadura no estará contenta mientras que Guadalupe no sea totalmente extremeña”, dice el arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, para quien la solución jurisdiccional de este enclave mariano tiene que pasar por una fórmula que no entrañe luchas impropias del significado religioso de este lugar emblemático, ubicado civilmente en la jurisdicción de Extremadura y eclesiásticamente en la vicaría de Talavera de la Reina, arciprestazgo de Guadalupe, en la diócesis de Toledo.

(Juan Rubio/Vida Nueva) Extremadura no estará contenta mientras que Guadalupe no sea totalmente extremeña”, dice el arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, para quien la solución jurisdiccional de este enclave mariano tiene que pasar por una fórmula que no entrañe luchas impropias del significado religioso de este lugar emblemático, ubicado civilmente en la jurisdicción de Extremadura y eclesiásticamente en la vicaría de Talavera de la Reina, arciprestazgo de Guadalupe, en la diócesis de Toledo. Otros dos arciprestazgos más están integrados en la diócesis toledana, aunque son extremeños. Son retazos de la historia. La revista Vida Nueva han entrevistado al arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, sobre tema tan espinoso. ¿Qué representa Guadalupe para un extremeño? Ha sido y es un aglutinante de distintos sectores de España. Estando en tierra extremeña, Guadalupe recibe de Extremadura un gran calor y afecto que se convierte en un sentimiento de propiedad. Está en tierra extremeña y es normal que se considere extremeño, pero es algo más. No se puede negar una vinculación entrañable a esta tierra. Hasta que Guadalupe no sea del todo extremeña, Extremadura no estará satisfecha. Este afecto, sin embargo, lo tienen también los toledanos que vienen atendiendo desde el siglo XIX dentro de su diócesis este santuario. En algunos momentos de la historia en los que Extremadura no estaba en el candelero, distintas fuerzas de la Corona o la política, han creado otros lazos y otras fuentes de devoción. ¿Qué caminos de solución se perciben hoy? No puede ir la solución por el camino de actuaciones puntuales, sino globales. En este sentido, he de decir que, aunque yo sea, en calidad de Arzobispo, el coordinador de la provincia eclesiástica extremeña, sin embargo es Roma la que tiene que decidir, oída la Comisión que hay constituida para el estudio de este tema. Si se toma como criterio la identificación entre provincias civiles y diócesis, habría que reorganizar toda la provincia eclesiástica que, en muchos casos, no es coincidente. Esta formulación puede tener el enemigo dentro. No se puede apoyar una reivindicación por este camino manteniendo la actual estructura. Hay que ser serios. Por ejemplo, de pasar el monasterio, podría pasar todo el Arciprestazgo completo, o los tres que están en provincias distintas de la de Toledo. La cuestión de fondo es pastoral y en ella entra lo jurídico, lo histórico, lo cultural, pero de un modo importante, el alma del pueblo. Eso sí es importante. ¿No sería posible una solución consensuada? En este tema, la solución no puede venir del nerviosismo, del solivianto con campañas. No soy yo el que vaya a entrar en el populismo de la arenga. Parece como si no defendiera Guadalupe si no la reivindico para Extremadura. Es verdad que conforme avanza el tiempo y no hay soluciones, la gente se inquieta y pregunta y se pone nerviosa. A esto se une que en Toledo, la gente también tiene su devoción y sienten como suyo el santuario. Lo que yo nunca consentiré es que haya un litigio entre diócesis. Yo he propuesto fórmulas acertadas, que no quiero manifestar ahora, y que las he dicho en Roma. Miran a la integración para que ni Toledo ni Extremadura entren en choque. Puedo asegurarte que hay fórmulas de entendimiento y que no pasan por fórmulas de poder. Eso sería descabellado. Un santuario no debe de ser motivo de división. NUDO GORDIANO En 1835, con la Desamortización, los jerónimos dejaban Guadalupe. El templo pasó a ser parroquia de Toledo, atendida por sacerdotes diocesanos. En 1908 llegaron los franciscanos, un año después del patronazgo de la Virgen sobre Extremadura. Tras un año jubilar, se clausuró el centenario. Las tres diócesis extremeñas, aglutinadas en la nueva Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz en 1994, son un exponente de cómo la división civil no corresponde a la eclesiástica. No es fácil desatar el nudo gordiano atado por la historia. La espada de Damocles ha de caer con prudencia.
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