Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Marruecos no deja volver a Nador al jesuita Esteban Velázquez que trabaja con inmigrantes y pobres

Sonia Moreno / Cadena Ser

El jesuita Esteban Velázquez, en el monte Gurugú, con la ciudad de Melilla al fondo - intenta volver a Nador, en Marruecos
El jesuita Esteban Velázquez, en el monte Gurugú, con la ciudad de Melilla al fondo - intenta volver a Nador, en Marruecos
El jesuita español Esteban Velázquez lleva doce días en Melilla sin poder llegar a su domicilio en la localidad marroquí de Nador.

Al intentar pasar la frontera desde Melilla el pasado 11 de enero la Gendarmería marroquí le confiscó la tarjeta de residencia y le impidió la entrada al país donde ha vivido los últimos tres años.

Hasta el momento no ha recibido ninguna explicación por parte de las autoridades marroquíes, aunque según el diario digital local ariffino.net, Velázquez ha sido expulsado del país por "proselitismo religioso" y acusado de "poner en duda la unidad territorial del país".

Con los subsaharianos en la frontera
El sacerdote era conocido por su labor humanitaria con los subsaharianos acampados en los montes cercanos a la frontera con Melilla, a quienes proporcionaba asistencia logística, médica y social.

Con visitas periódicas a los campamentos donde se refugian, les abastecía de mantas, medicamentos, material higiénico, comida, y negociaba con los hospitales los traslados de heridos, tramitaba sus papeles y les atendía en sus necesidades 24 horas al día todos los días del año.

También dirigía el centro Baraka de formación profesional, destinado a jóvenes en riesgo de exclusión con el fin de tener la oportunidad de acceder al mundo laboral. Se creó en la región ante las elevadas tasas de analfabetismo y el alto índice de jóvenes con escasa o ninguna formación. Cuenta con talleres de formación de pastelería, cocina, informática, electricidad y fontanería, y también ayuda a los estudiantes con sus clases escolares.

Desde la parroquia del Arzobispado en Nador, que heredó el testigo de Médicos sin Fronteras cuando en 2013 dejó de trabajar en Marruecos, se vigila que se cumplan las garantías de derechos humanos con los inmigrantes.

Periódicamente se reparten productos de higiene y primera necesidad, se elaboran campañas para sensibilizar a la población y se cuenta, las 24 horas, con un teléfono de urgencias. Ahora esta al cargo la hermana Francisca, una religiosa española que también vive en Nador.

El padre Esteban definía el problema de la inmigración como un "drama humano". Los inmigrantes malviven en los montes sin ningún tipo de medio.

Poseen una salud débil por su vida itinerante desde que han abandonado sus países, y muchos sufren heridas en los intentos de salto a la valla o en los enfrentamientos con los cuerpos de seguridad. Por ello el religioso defendía: "Tiene mucho sentido que alguien esté aquí ayudando, sea quien sea".

Contra las mafias... y la falta de observadores
El jesuita canario ha denunciado en repetidas ocasiones las mafias de trata de inmigrantes, la falta de observadores internacionales y la violación de los derechos humanos en la frontera de Marruecos con España.

Autoridades religiosas españolas de alto nivel han intentado interceder en la expulsión sin obtener resultado y la Embajada de España en Rabat no ha tomado parte en el asunto, según personas cercanas al sacerdote.

La Cadena SER se ha puesto en contacto con el Padre Esteban, su sustituta en el cargo y el Arzobispo de Tánger, Santiago Agrelo, que solo confirmaron los hechos pero guardan silencio porque "se nos ha pedido que no hagamos declaraciones".

No es la primera vez que Marruecos expulsa o no deja entrar a algún religioso extranjero residente en el país. De la misma Diócesis de Tánger ya fue expulsado en 2010 un franciscano egipcio sin conocer tampoco la causa.

La Iglesia católica goza en Marruecos de un estatuto especial concedido por el Rey Hassan II en 1983, que le permite ejercitar pública y libremente sus propias actividades, en particular las relativas al culto, al magisterio, a la jurisdicción interna, a la beneficencia y a la enseñanza religiosa de sus miembros.

Los católicos que viven en Marruecos tienen libertad de culto, pero no de conciencia y religión, por lo que catequizar o acoger en la comunidad cristiana a un musulmán vulnera la ley.
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