Jueves, 25 de abril de 2024

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La usura, ¿sigue siendo inmoral el préstamo con intereses?

por Apolinar

La condena de la usura no ofrece muchos problemas. A nadie se le escapa que no es moralmente lícito cobrar intereses absolutamente desproporcionados (de acuerdo con el riesgo que se asume y las condiciones de mercado), y más cuando el deudor ha aceptado el préstamo por encontrarse en una situación angustiosa, por ignorancia, inexperiencia o deficiencia mental. Sin embargo, la Iglesia no solo ha condenado el cobro de intereses usurarios o leoninos. Ha sido doctrina de la Iglesia que el cobro de intereses, de cualquier tipo de intereses, es moralmente ilícito. “Dinero no cría dinero”, por lo que no habría banco ni prestamista que no practicara la usura.
 
Benedicto XIV, en su carta a los obispos italianos Vix Pervenit  (1745) declaró pecado de usura el cobro de intereses en el contrato de mutuo, y el Santo Oficio la declaró en 1836 aplicable a toda la Iglesia (aunque esta declaración no le da a Vix Pervenit carácter infalible) ¿Sigue vigente la doctrina “tradicional” sobre la usura?, ¿hasta qué punto? ¿Ha habido alguna rectificación oficial sobre esta doctrina, más allá del que “quien calla otorga”?
 
La usura y el interés conviven juntos en una cierta indefinición moral que puede que requiera una aclaración magisterial. O puede que no. Para algunos tal aclaración sería una exageración innecesaria. El cobro de intereses hoy es una práctica comercial común perfectamente lícita. Además, dada la constante inflación y pérdida de valor que sufre el dinero fiduciario en manos del Estado, sería impensable el préstamo sin intereses. La Iglesia no necesita aclarar lo que es evidente. Pero para otros el dinero sigue sin criar dinero. Siguen pesando las condenas de los papas y los concilios, y aunque hoy el Magisterio tolere el cobro de intereses por la dureza de nuestro corazón, en el principio las cosas no eran así. Un lector en un artículo anterior opinaba en un comentario bien argumentado: “Todo interés es usurario porque lo que se trata de remunerar es el uso que se hace del dinero prestado. Otra cosa es que, las legislaciones vigentes sólo apliquen el término [usura] a tipos muy elevados”. El tema claramente no está zanjado y puede que sea necesaria una aclaración magisterial.
 
La usura es un tema moralmente apremiante y el Magisterio no está callado. El Catecismo nos recuerda que “los traficantes cuyas prácticas usurarias y mercantiles provocan el hambre y la muerte de sus hermanos los hombres, cometen indirectamente un homicidio. Este les es imputable” (n. 2.269). El beato Juan Pablo II  ya hizo llamamientos a combatir el “preocupante fenómeno de la usura” y a ayudar a las víctimas de esta “plaga social en expansión”, salir al paso de todos aquellos que se encuentran atrapados en esta red de injusticia y de graves sufrimientos. Alzó su voz para exigir “un generoso compromiso en el combate contra este despiadado abuso de la necesidad de los demás”. Pero la situación se agrava con la situación de crisis actual. Benedicto XVI viene condenando desde el inicio de la crisis la práctica extorsionadora de la usura que supone una “humillante esclavitud” para quienes se ven atrapados en ella, y pide a los Estados una ayuda adecuada a las familias afectadas y en dificultad que tienen el valor de denunciar “a aquellos que se aprovechan a menudo se su trágica condición”.
 
Pero ¿cuál es la doctrina sobre la usura que condena la Iglesia y que supone indirectamente un homicidio, una plaga social y somete a sus víctimas a una humillante esclavitud? ¿Sigue siendo inmoral todo préstamo con intereses? ¿Convendría entonces que el Magisterio aclarase la doctrina vigente sobre la usura?
 
Dejo la pregunta a las opiniones de los lectores.
 
La próxima vez discutiremos qué es el interés, la maravilla que supone para la coordinación social cuando se le permite ser negociado en libertad y lo devastador que puede llegar a ser cuando se trata de manipular. Espero que esto ayude a pedir una aclaración del Magisterio y a que rectifique el gran error intelectual que supuso confundir el interés con la abominable práctica de la usura.
 
PD: También se debería pedir a los máximos representantes del Islam que reconozcan y rectifiquen el error que supone la condena del Corán al préstamo con intereses, pero yo no me atrevo.
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