Sábado, 20 de abril de 2024

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La oración nos une con Dios

La oración nos une con Dios

por La divina proporción

La fuerza de la oración se encuentra en el sentimiento del alma y las obras virtuosas de toda nuestra vida. San Pablo habla: "En resumen, sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios" (1 Co. 10:31). Entonces cuando te sientas a la mesa, reza, cuando tomas el pan, agradece al Dador. Cuando refuerzas tu débil cuerpo con vino, entonces piensa en Aquel, que te concede estos dones para alegrarte y reforzarte en las debilidades. Y a pesar de tu poco tiempo para alimento, siempre recuerda al Bienhechor, jamás te olvides. Cuando te vistes agradece a Aquel que te dio el vestido. Si paso el día, agradece al Señor que nos dio el Sol para trabajar; y en la noche ala luna para iluminar. La noche también tiene su motivo de oración. Cuando contemplas el cielo y admiras su hermosura, entonces ora al Señor de todo el mundo visible; reza al gran Creador de todo el mundo visible; reza al gran Creador de todo el mundo… 

Y que puede dar mas suerte, sino en la tierra, imitar los coros de los ángeles! Cuando a cada ocupación precede la oración, cuando con cantos, como sal condimentamos las ocupaciones, los cantos hermosos y espirituales dan al alma alegría y esperanzada tranquilidad. Ir a la madrugada a la oración, con cantos e himnos, alabando al Creador y luego, cuando el Sol más claramente, volver al trabajo. Los salmos son tranquilidad para el alma, principio de paz, que tranquiliza los atormentados e inquietos pensamientos, que no solamente dominan la turbulenta ira, la despertada cólera espiritual, sino que la conduce a la misericordia. Los salmos fortifican a los consagrados, reconcilian a los ofendidos, y entre amigos, inducen al amor. (San Basilio el Grande, El tesoro Espiritual, fragmento) 

La oración, junto con el ayuno y la caridad, es parte sustancial de la Cuaresma en la que ya hemos entrado. ¿Oración? ¿Para qué tenemos que orar? ¿Se gana algo orando? 

Dice San Basilio que oremos siempre y en todo lo que hacemos. Orar al Señor da alegría, esperanza y tranquilidad. La oración trae paz a los atormentados y conduce a la misericordia a los iracundos. La oración fortifica a los consagrados, reconcilia a los ofendidos e induce al amor. Pero qué tiene la oración para generar tantos bienes. 

La oración es una visita que hacemos al Señor y un momento de conversación intima entre nosotros y Dios. A través de la oración penetramos en nosotros mismos para ofrecer a Dios nuestras infidelidades y limitaciones. En este diálogo, se encuentra la oportunidad de darnos cuenta que compartimos la misma naturaleza con nuestros hermanos, al mismo tiempo que somos imagen de Dios. 

Bueno, y si tantos beneficios trae la oración, ¿Por qué no estamos orando todos a todas horas? La respuesta es sencilla: no lo impide nuestra soberbia y la envidia. Soberbia que nos predispone a creer que Dios no es necesario. Envidia, que nos hace sentir celos y rencor de nuestros hermanos. La mezcla de soberbia y envidia genera rencor y odio. ¿Quién puede acercarse a Dios con esos sentimientos? Nadie que no sea consciente de ello y no decida andar el camino de la conversión.

 

Y en nuestro vida moderna ¿Dónde y cuando orar? Tendríamos que pensar en qué momentos tenemos de recogimiento. Los más sencillos serían los que preceden a acostarnos, pero no despreciemos otros como la sobremesa o por la mañana temprano. Radio María tiene en programación varios momentos de oración por la mañana, por lo que es posible unirse a las oraciones que miles de personas realizan al mismo tiempo. 

Antes de acostarnos es un buen momento para revisar lo hecho durante el día, dar gracias a Dios y hacer propósito de mejora en aquello que podríamos haber actuado de mejor forma. Otra oportunidad nos lo dan los lectores de mp3 y móviles que todos tenemos. Estos dispositivos no sólo pueden contener música, también pueden almacenar audio de oraciones diversas. En Internet podemos encontrar muchos audios del rosario y otras oraciones diversas. Si viajamos en metro o en autobús, no es complicado orar mientras realizamos el trayecto. Si lo hacemos en automóvil, podemos grabar las oraciones en CD u otro soporte de audio.   

Lo que no podemos olvidar es que acercarnos a un tempo y orar allí de rodillas es también muy recomendable. Buscar un momento adecuado y un templo cercano puede ser complicado, pero a veces podemos encontrarnos con que es más fácil de lo que nos parece. 

De todas formas, no olvidemos que: " Añadamos  a  nuestras  oraciones  la  limosna  y  el  ayuno, cual  alas  de  la piedad  con las que  puedan  llegar  más  fácilmente hasta  Dios. " (San Agustín, Sermón 206,2). 

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