Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Habla Doreena Paz, lesbiana durante 20 años

«La homosexualidad no es una enfermedad, más bien es como un espejo roto que necesita ser reparado»

Mujer preocupada
Mujer preocupada

Tras contar en ReL su estremecedor testimonio habla sobre si el homosexual nace así o se adquiere; el lobby gay, la violencia física que hay entre parejas lesbianas...

ReL

Doreena Paz ofreció hace pocos días a los lectores de Religión en Libertad un testimonio muy duro sobre los años que estuvo en el mundo gay: Se inició en el mundo lésbico con 15 años; a los 17 no tenía ganas de vivir... pero Dios la ayudó

Doreena Paz tiene en la actualidad 34 años, y hoy es una mujer muy distinta a la de hace 20 años. Después haber realizado una terapia reparativa para sanar sus heridas emocionales, está a punto de casarse con un hombre. Doreena es un ejemplo más de que el cambio es posible. Se puede hacer la transición de la homosexualidad a la heterosexualidad.

La enorme repercusión que tuvo la historia de Doreena, y ante la petición de muchos lectores que querían saber más sobre su opinión ante varios aspectos de la homosexualidad y el colectivo gay, ha dado como resultado esta entrevista que no dejará indiferente a nadie. 

- ¿Es la homosexualidad una enfermedad?
- La homosexualidad no es una enfermedad. Es el fruto de un escándalo, moral, emocional, físico, sexual sufrido en la infancia, la adolescencia y hasta la edad adulta.

Son varias las causas que hacen que esta se adquiera, desde el abandono emocional por parte de los padres de un niño, la confusión en la escala de valores y roles, hasta el abuso sexual en la infancia.

Decir que es una enfermedad, implicaría un desligue de la responsabilidad de “ser homosexual”. Por tanto no habría culpabilidad. Pero no es tal el caso, ya que siempre existe la libertad de elegir. No es una enfermedad, es un trauma. Es por eso que parece que uno ha nacido con eso y que no se puede elegir, que nunca podrá sentir atracción por el sexo opuesto, etc.

No entraré en detalles de psicología (no soy psicóloga), pero básicamente la homosexualidad es como ver un espejo roto. El espejo no “nació” así. Algo lo rompió…Y lo que vemos es un espejo roto, que necesita ser reparado. No es normal que un espejo continúe roto. La homosexualidad es un mal moral. Por eso es que debería poder ser tratado tanto por psicólogos especializados en el tema, como por sacerdotes.

- ¿Qué puedes decir acerca de la veracidad de tu relato autobiográfico?
- En cuanto al relato de mi vida ¿por qué no ha de ser cierto? Mi vida no es algo singular, desgraciadamente. Es bastante común en el ambiente gay. Y quien diga que en el ambiente gay se está mucho mejor, que reina un ambiente de sana moral e impecable civismo, que me disculpe, pero está ciego como un topo o no conoce el mundo gay.

No es de recibo decir que los “heterosexuales” dejan mucho que desear con sus conductas o que algunos no deberían ser padres, poniendo de ejemplo que una pareja homosexual es más fiel a su pareja y que son más dignos de tener hijos que un matrimonio de un hombre y una mujer.

Convengamos que la sociedad está enteramente en decadencia y esto afecta a todos los órdenes, incluyendo el matrimonio. Es un problema de orden, no de naturaleza. Hacer educar a un niño por un par de padres homosexuales no ayudará a la sociedad, porque va contra la naturaleza misma de las cosas.

- ¿Hay violencia en las parejas homosexuales?
- Sí, yo sufrí violencia con una de mis parejas... no es tampoco nada raro. Pasa que es algo que se oculta bastante bien, pero hay violencia entre las parejas homosexuales, entre lesbianas; que no por ser mujeres son menos violentas.

Es un tema candente que el lobby gay trata de ocultar, pero que existe. Por eso digo que no tiene nada de raro mi relato autobiográfico. Es bastante más común de lo que parece.

- ¿Los homosexuales nacen homosexuales?
- La sociedad actual nos ha hecho creer que los homosexuales nacen así y que la gente debe ser buena y tolerante. Y yo misma me creí eso. Fue una verdadera gracia que yo pudiera ver que no podía ser que la homosexualidad fuera buena. Fue difícil ver lo intrínsecamente malo que hay en ella.

Reconozco que en la antigüedad posiblemente me habrían encarcelado y me habrían ofrecido la conversión a Cristo y no estoy segura de que en esa época lo hubiera comprendido totalmente. Mucho peso tuvo la tremenda vista de la decadencia actual y el propio desorden y vacuidad de mi vida en mi conversión, que quizás no hubiera visto en aquellas épocas. Tampoco me habrían ofrecido una terapia reparativa. Pero tampoco los doctores de épocas pretéritas hubieran podido dislumbrar la confusión de roles en algunos padres o en el entorno.

En ese tiempo, las mujeres eran bien mujeres y los hombres bien hombres. Y no se discutía eso. Porque simplemente no había nada que discutir, la naturaleza hablaba por sí sola. Y los roles estaban bien asignados. Y eso no era para nada algo represivo o estructurado. Era un simple orden.

Agradezco haber nacido en una época en que la Misericordia y Paciencia de Dios se muestra sobreabundantemente. Lo que es decir mucho para nuestra época.

- ¿Cuál es tu propósito al contarnos este testimonio?
- Mi propósito es decir que no se dejen engañar por las prerrogativas que se imponen desde la moda, la sociedad actual, la televisión, el internet y aún las leyes y los gobiernos de turno sobre lo bueno del mundo gay.

En varios países incluso ofrecen facilidades burocráticas, sociales y económicas a quienes digan que son homosexuales. Y también leyes que sancionen a todo aquel que hable en contra de la homosexualidad.

- Pero, ¿una persona con sentimientos homosexuales puede cambiar?
- Sí, la homosexualidad se puede cambiar. Yo soy católica. No puedo decir que Dios no es indispensable para lograr ese cambio, porque no es así. Pero también es necesaria una voluntad dispuesta a todo, sin medias tintas, lista a quemar las naves. Es un acto de fe. Aún sabiendo que habrá caídas y momentos de total desolación, pero que hay que seguir luchando, sin descanso. Un vicio se adquiere en un día, una virtud puede llevar años adquirirla. No hay que bajar los brazos. Aquellos que ya son de una edad madura y piensan que ya están en la vía, que ya están en medio del baile y que ya no pueden cambiar, les digo que sí pueden. Ninguna edad es tarde para cambiar. Hay que confiar en Dios, que dispuso todo ordenadamente. Y que nos ama.

- ¿La homosexualidad era aceptada en la antigüedad y sólo desde la cristiandad fue condenada?
- Hay quienes dicen que la homosexualidad viene de antiguo. ¿Y con eso qué? El asesinato también viene de antiguo y no por eso lo ponemos por norma. La añejez de una conducta no la avala para decir que es algo inherente al ser humano. Una conducta se convierte en norma cuando forma parte de un orden. Y antiguamente, el ser fecundos, el tener muchos hijos, era algo bien visto en la sociedad (debería serlo hoy también), por el contrario, ser estériles era considerado un mal signo.

Por tanto, la homosexualidad no podría haber tenido nunca cabida dentro de la sociedad antigua. También hay quien dice que los griegos eran bastantes homosexuales y bisexuales. Obviamente seguro que  habría varios, pero la homosexualidad tampoco estaba bien vista en la Grecia Antigua.

Tampoco voy a entrar en detalles acerca de esto, pero cualquiera que quiera indagar sobre el tema, leyendo de forma profunda sobre la vida de los griegos antiguos, constatará que lo que digo es cierto. La Iglesia se basó en la Revelación, las Antiguas leyes, la Naturaleza y las viejas costumbres para condenar la homosexualidad. No impuso nada nuevo con respecto a este tema, sólo terminó por sentenciar lo que a todas luces era malo.

- ¿Realmente el número de personas homosexuales ronda el 15% o más de la población total?
- Acerca del famoso 15%... es un número que se le transmite a uno cuando ingresa en un ambiente gay. Y uno ve el pequeño grupo que tiene delante y cualquiera que sepa matemática básica sabe que es imposible que los homosexuales sean el 15 % de la población. Y aún cambiando de ciudad, ese pequeño número inferior al 15% no se sostiene.

En las famosas marchas de orgullo gay, hay que reconocer que muchos de los que se suman no son gays, sino que muchos son “simpatizantes” o simplemente les gusta lo exuberante de “la fiesta”.

Frecuentemente asisten a esas marchas personas de otras ciudades, para “hacer número”. Y en las fotos es fácil hacer parecer que son el gran gentío cuando en realidad no son tantos. También hay que decir que no son las mismas marchas de los años 80 que las de ahora. Ahora hay países que incluso facilitan esas marchas, que son gay friendly. El tema homosexual ha pasado a ser un tema político. Por tanto ese famoso “15%” puede estar contenido por muchos varios heterosexuales.

- ¿Qué más se oculta detrás de la política pro lobby gay?
- De hecho sobre el tema del SIDA, hay mucho de política detrás del uso de la “victimización” del homosexual con HIV (y digo bien, con HIV y no con SIDA) para dar la imagen del gay abandonado y discriminado por la sociedad.

Lo que nadie sabe, lo que se oculta, es que los mismos que militan “defendiendo” a sus compañeros con HIV; son los mismos que los abandonan cuando se les declara el SIDA. Sé de buena fuente que muchos de ellos son abandonados como perros en los hospitales y ni la familia los va a ver. Ni “sus amigos”. Sólo los usan como propaganda más para “para hacer una sociedad más tolerante y comprensiva”. Pura hipocresía.

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