Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Centenario de Balmes. Vida y tiempo histórico

Angel David Martín Rubio



El 28 de agosto de 2010 se cumple el bicentenario del nacimiento de Jaime Balmes, una de las personalidades más fecundas del siglo XIX español, quien destacó en los terrenos de la apologética, del periodismo y de la reflexión política pero sobre todo en el de la filosofía. “Piadoso sacerdote, hijo amantísimo de la Iglesia y defensor infatigable de sus derechos en la vida social” –en expresión de Grabmann- puso por ello su pensamiento profundo y vigoroso al servicio de la salvaguardia de los principios católicos, tanto en el terreno de la filosofía como en el de las cuestiones políticas y sociales que en el mundo contemporáneo vienen determinadas por la aplicación de ideas religiosas y filosóficas extraviadas.

Datos biográficos
Jaime Luciano Antonio Balmes Urpiá nació en Vich el 28 agosto de  1810 y murió en la misma ciudad el 9 de julio de 1848 a una edad muy temprana. Esta circunstancia no puede ser olvidada al valorar una obra sorprendentemente prolífica pero que, sin duda, es el resultado de una personalidad no definitivamente madurada debido a su prematura muerte.
 
De 1817 a 1826 realiza estudios elementales, filosóficos y teológicos en el seminario de su ciudad natal. De allí pasa a la Universidad de Cervera para seguir estudios de Teología y Derecho y, tras obtener la licenciatura en Teología (1833), permanece allí como profesor auxiliar. Ese mismo año participa, sin éxito, en las oposiciones a la Canonjía Magistral de Vich. El 20 septiembre de 1834 es ordenado sacerdote en Vich y al año siguiente se doctora en Cervera.

Por estos años cultiva las matemáticas y el periodismo y se multiplica su actividad en el estudio, la publicación de sus numerosas obras, la fundación y dirección de revistas y la acción política. Hasta 1844 reside en Barcelona donde colabora en las revistas “La Religión” y “La Civilización” y funda y dirige “La Sociedad”. Entre 1844 y 1848 se traslada a Madrid, donde intensifica su acción política, especialmente a través de “El pensamiento de la Nación”, que funda y dirige.

Alterna esta actividad en España con viajes al extranjero, en parte para preparar la edición de sus obras, que pronto son conocidas y traducidas a la mayor parte de idiomas europeos; en 1842 va a París e Inglaterra; en 1845 de nuevo a Francia; en 1846 a Bélgica, donde conoce la Universidad de Lovaina y se entrevista con la mayoría de los obispos belgas, con el cardenal Mercier y con el cardenal Pecci (luego, León XIII); en 1847 va de nuevo a París.

Nombrado consejero del nuncio Brunelli y elegido socio de la Real Academia Española, sus obras son conocidas en Europa y sus opiniones alcanzan reconocimiento en España al tiempo que recibe numerosas críticas y ataques. En 1848, después del fracaso de sus más queridos anhelos políticos, cansado y enfermo, se retira a Vich donde muere poco después.



Producción literaria y filosófica
De entre sus numerosas obras destacamos las siguientes. De tipo apologético: “El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea“ (1842-44) y “Cartas a un escéptico en materia de religión” (1846). De filosofía: “El Criterio” (1845), “Filosofía fundamental” (1846) y “Curso de filosofía elemental” (1847). Sus reflexiones sobre los sucesos de su tiempo y sus ideas políticas las encontramos –además de en numerosos artículos publicados en la prensa- en “Consideraciones políticas sobre la situación en España” (contra Espartero, 1840) y “Escritos políticos” (1847).

Un contexto histórico especialmente dramático
Nacido en plena Guerra de la Independencia, los años de estudio y formación de Balmes transcurren en las difíciles circunstancias que rodean al reinado de Fernando VII, mientras se incuba el conflicto que estallará a partir de 1833 en la Primera Guerra Carlista. Testigo privilegiado de la persecución a la que el naciente liberalismo somete a la Iglesia Católica, de la legislación sectaria, de las desamortizaciones, de las matanzas de eclesiásticos… Por solo hablar de lo ocurrido durante el Trienio Liberal, el Balmes adolescente vio en Vich derribar imágenes, cerrar conventos e iglesias, y asesinatos que culminaron en el del obispo, Strauch y Vidal... No alcanzará, en cambio, a conocer la consolidación del nuevo Estado en torno a las fórmulas doctrinarias del moderantismo ni el Concordato de 1851.
 
Pero sí tuvo ocasión de comprobar cómo las nuevas ideas fueron implantadas en España por la única razón de la fuerza y de la política promovida por el estado liberal al que parecen aplicables las siguientes palabras que no responden a mera hipótesis: “Pero si el Poder supremo abusa escandalosamente de sus facultades, si las extiende más allá de los límites debidos, si conculca las leyes fundamentales, persigue la Religión, corrompe la moral, ultraja el decoro público, menoscaba le honor de los ciudadanos, exige contribuciones ilegales y desmesuradas, viola el derecho de propiedad, enajena el patrimonio de la nación, desmembra las provincias, llevando sus pueblos a la ignominia y a la muerte… ” (El protestantismo comparado con el catolicismo, cap. LVI)
Afirma Corts Grau que “Balmes viene a la política desde la Filosofía… No fue Balmes político a pesar de ser filósofo, sino por serlo, por profesar una filosofía de honda raigambre humana que le lleva a escribir un código del buen sentido, ”El Criterio”, una filosofía de la historia “El protestantismo comparado con el Catolicismo…”, y estas otras consideraciones periodísticas, donde sobre principios clásicos inconmovibles surge el comentario y el consejo de cada día” (Antología, Ediciones FE, Madrid, 1942, 8-9).

Por eso, cuando interviene en defensa de la recta filosofía ha tenido sobrada ocasión de conocer los estragos causados por los errores que empiezan a difundirse a la sombra del idealismo, de las respuestas que no dando cuenta completa de la interpretación de la realidad, acaban por hacerla inhabitable. Y eso que, siendo crítico del liberalismo apenas pudo serlo del socialismo porque su muerte coincide con el año en que Carlos Marx publica “El manifiesto comunista”.

Por penosa inconsecuencia, Balmes no será uno de los representantes del carlismo. En política incurre en lo que se ha llamado la “tragedia de Balmes”: convencido de los errores del liberalismo, testigo de cómo las revoluciones inspiradas por esta ideología han descompuesto la vida española de la primera mitad del siglo XIX, se lanza a predicar la unión dinástica y de los partidos para “conservar, en lo posible, lo antiguo, sin desdeñar demasiado lo bueno”. Simple, y quizá por eso fracasada de antemano, fórmula para terminar aquella lucha planteada entre la España tradicional y los liberales.

No obstante, firme en los principios y en la defensa de la unidad española (católica, monárquica y territorial) no es Balmes precursor de Cánovas ni de Gil Robles ni, menos aún, representante de una política de “consenso” a cualquier precio. “De este error moderno, consistente en eso que algunos simples llaman contemporización, sólo pueden librarnos –ha dicho Landsberg- aquellas palabras que por algo conservará con santa insistencia la liturgia: “sicut erat in principio, et nunc , et Semper”. Hay que traer lo eterno a lo temporal y concertar con la paz eterna la paz humana. Más claro: hay que reconocer en el hombre y en la sociedad la presencia de Dios” (José Corts Grau, ob.cit., 16-17)



Referencias bibliográficas
Obras completas, primera ed. crítica, ordenada y anotada por I. CASANOVAS, 33 vol., Barcelona 1925 ss. ; Obras completas, ed. BAC. 8 vol., Madrid 1948-50

«Ciencia y Fe» 16, 1948 (número extraordinario dedicado a Balmes en el I Centenario de su muerte).

«Pensamiento» 3 (1947) 7-335 (número extraordinario dedicado a Balmes en su Centenario)

Carlos Torres: "La ética de Jaime Balmes" descargar

Domingo Manfredi: "Jaime Balmes" leer

Jaime Balmes: El Criterio
 
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