Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

A los 9 siglos de su martirio, peregrinaciones y misas en Escocia

Este era el rostro de San Magnus de las Orcadas, un vikingo pacífico que quiso morir sin matar

San Magnus de las Orcadas no quiso pelear con su primo - un forense ha reconstruido su aspecto a partir de sus huesos
San Magnus de las Orcadas no quiso pelear con su primo - un forense ha reconstruido su aspecto a partir de sus huesos

ReL

El asesinato de Magnus Erlendsson, señor de las Islas Orcadas, aproximadamente en 1115, a manos de su primo hermano Hákon, quien rompió los juramentos de tregua y parlamento en pleno día de Pascua, impactó a los pueblos nórdicos recién cristianizados.

Magnus acudió al encuentro con 2 barcos, según estaba acordado. En cambio, su primo Hákon (sus padres eran hermanos gemelos) acudió traicioneramente con 8 barcos llenos de guerreros.

Magnus, pacífico, no quiso que sus hombres lucharan. Ofreció, sin éxito,  varias opciones para evitar el derramamiento de sangre. Pero los nobles de las islas querían sangre. Alguien tenía que morir para instaurar la paz.

La descripción que hace la Saga de las Orcadas (aquí en inglés), escrita en islandés medio siglo después de los hechos, es emocionante y parece seguir los pasos de la Pasión de Cristo: la traición, el rechazo a las armas, la negociación trágica, los conspiradores que no se saciarán sin muerte, la entrega a Dios, el perdón a los enemigos… todo protagonizado por un antiguo vikingo. Incluso en la edad Magnus se parecía a Cristo: tenía unos 35 años.



Recordado como mártir
Apenas dos décadas después de los hechos, Magnus era conmemorado como un santo mártir y los milagros y curaciones se sucedían en su tumba. Como con San Wenceslao en Bohemia dos siglos atrás, o San Boris y San Gleb en Rusia, un siglo antes, en Magnus se junta la conspiración política y la historia del hermano violento que mata al hermano pacífico, rompiendo los juramentos más sagrados. Hoy hay más de 20 iglesias con su nombre en Europa del Norte: en Londres, en Suecia, en las Faroes...

Las Islas Orcadas –católicos, protestantes y autoridades civiles- celebran ahora que se cumplen 900 años desde los hechos (la fecha exacta no se sabe; los expertos dicen que fue entre 1112 y 1117). En las islas sólo hay una parroquia católica (la de Saint Joseph, en Kirkwall, www.catholicchurchorkney.org.uk) pero llegarán peregrinos de toda Escocia, incluyendo los 8 obispos católicos escoceses y el único de Noruega, pues los protagonistas de la saga eran de sangre noruega.


  La catedral de Kirkwall, en las Orcadas, donde descansan los restos de San Magnus

Habrá actividades del 28 al 30 de julio (aquí el programa), incluyendo misa en el lugar del martirio (las ruinas de la iglesia de San Magnus en la isla de Egilsay) y en la hermosa catedral medieval de San Magnus en Kirkwall, que nunca ha pertenecido a la iglesia, siempre fue propiedad de las autoridades civiles y presume de ser la única catedral británica con mazmorra propia. También se celebrarán servicios ecuménicos con cristianos de otras denominaciones.



Encuentran los huesos del mártir
En 1919 se encontró en la catedral una caja de madera con los huesos del santo mártir. En la saga el santo perdona a su verdugo y le pide que le mate con un golpe poderoso en el cráneo. Los huesos muestran que en realidad recibió dos golpes en la cabeza.

El artista forense Hew Morrison ha hecho pública recientemente (con gran eco en la BBC) su reconstrucción del rostro de San Magnus, realizada a partir de unas fotos de buena calidad de los huesos que se tomaron en 1925. En realidad, el cráneo aporta datos serios sobre el aspecto de la cabeza, pero el pelo rubio y los ojos azules son sólo una suposición razonable.

Un cristianismo con poco convencimiento
En el año 994 el Rey de Noruega, Olaf Tryggvasson, llegó a Inglaterra dejando claro que él, que había sido un pirata pagano, ahora era cristiano. Un año después, desembarcó en las Islas Orcadas y, según la Saga Orkneysinga (la misma que habla de Magnus) convocó al señor vikingo de las islas, antepasado de Magnus y le dijo: “Te ordeno que tú y todos tus vasallos os bauticéis. Si rehusáis, os haré matar en el acto y juro que devastaré cada isla con fuego y acero”. Por supuesto, el señor aceptó. Este kerigma no muy centrado en el amor de Dios implantó oficialmente el cristianismo en las islas.
 
En la época de Magnus se entraba ya en la cuarta generación de cristianos en el lugar, pero habían sido cuatro generaciones de cultura pirata vikinga. En 1098 el Rey Magnus III de Noruega conquistó las Orcadas, depuso a los hermanos gemelos Erlend y Paul, y colocó a su propio hijo Sigurd al mando. Pero en realidad, este Sigurd era un chico muy joven y quien gobernaba de verdad era Hákon Paulsson, que era hijo de Paul y primo (y futuro asesino) de Magnus el Santo.


  En esta iglesia de Egilsay, dedicada a San Magnus, fue donde probablemente escuchó misa y, junto a ella, fue asesinado poco después, según la tradición

La juventud de Magnus
El joven Magnus se dedicó unos años a ir de aventuras (es decir, a ser pirata saqueador vikingo) con el rey noruego, pero parece que en cierto momento, coincidiendo con un ataque a la isla de Anglesey, ya se negó a participar en el combate contra cristianos. Una crónica en latín dice que se quedó en el barco cantando salmos. Después pasó un tiempo en la corte del rey de Escocia y al parecer allí creció en fe y devoción.
 
Cuando finalmente el rey de Noruega estableció que Magnus y su primo Hákon debían compartir el gobierno de las islas (algo bastante frecuente y causa de mil conflictos) Magnus se mostró como un buen gobernante cristiano. Parte del problema que tuvo con los señores isleños surgió porque ahora se negaba a permitir las prácticas de saqueo y piratería contra poblaciones cristianas, especialmente inglesas.    
 
Una saga  que cita al testigo de los hechos
La Orkneyinga Saga cuenta su historia. Tenemos un manuscrito de esta saga del año 1200-1250 d.C, pero el libro se escribió en una primera versión terminada en 1171 y una segunda versión en 1206. Magnus fue asesinado entre 1112 y 1117, así que el texto que tenemos es de apenas 50 años después de los hechos. La Saga detalla cuál es su fuente presencial del diálogo final y la muerte del santo: "Su conversación fue relatada por Höldbodi, un bondi en el Sudreyar [es decir, un hombre libre nórdico con oficio, de las Islas Hébridas] que fue uno de los dos hombres del conde Magnus que estaban con él cuando lo apresaron".
 
El historiador Haki Antonsson, que ha escrito un libro moderno sobre el santo y su culto, explica que "aunque las referencias de este tipo [de testigos presenciales] no son infrecuentes en la literatura hagiográfica, sería probablemente hipercrítico desdeñar este testimonio en la saga".

 
Reconstrucción forense a partir del cráneo del mártir


Magnus, como gobernante cristiano
La saga describe así a Magnus como gobernante, cuyo título era el de jarl o earl (que en español se suele traducir como conde).
 
"Era un hombre de gran estatura, un hombre de noble presencia y altura intelectual. Su vida era sin tacha, victorioso en batallas, sabio, elocuente, de mente fuerte, generoso y magnánimo, sagaz en el consejo y más amado que ningún otro hombre. Con los sabios y buenos era gentil y afable en la conversación, pero severo y nada indulgente con los ladrones y vikingos. A muchos de ellos que saqueaban a los pobladores los hizo ejecutar. También atrapó a asesinos y ladrones, y juzgaba a los ricos y pobres imparcialmente por sus robos y crímenes”.

“Era justo en sus sentencias y tenía más respeto a la justicia divina que al estatus de los hombres. Daba grandes regalos a los jefes y ricos, pero la mayor parte de su generosidad era para los pobres. Dio a conocer su intención de esposar una doncella de una excelente familia en Escocia y habiendo celebrado su matrimonio, vivió con ella diez inviernos libre de lujuria carnal, porque él era puro y sin mancha respecto a estos pecados, y si era tentado se bañaba en agua fría y rezaba pidiendo asistencia divina. Muchas otras gloriosas virtudes exhibía sólo a Dios, ocultas de los hombres". 
 
La conspiración
La saga registra que con su primo Hákon compartió el gobierno durante algunos años y lucharon juntos contra algunos enemigos comunes. Después, "hombres de mala disposición destruyeron su buen entendimiento. Hákon estaba más dispuesto a escuchar a estos miserables, porque estaba celoso de la popularidad y grandeza de su pariente Magnus". 
 
Hubo conflictos y negociaciones y un encuentro en Cuaresma en el que Magnus y Hákon "confirmaron su reconciliación con juramentos y dándose la mano".
 
Después, Hákon propuso a Magnus "con hipocresía y palabras hermosas" un encuentro para afianzar aún más su reconciliación  en Pascua, en la isla de Egilsey. "El conde Magnus estaba contento con este acuerdo, pues pensaba que confirmaba una paz sincera, sin sospecha de traición", dice la saga.
 
Cada uno debía acudir con dos barcos y unos cuantos hombres. Los dos juraron mantener la paz según las condiciones dictadas por los más sabios. Sin embargo, en el viaje hacia el encuentro Magnus vio algunos rompientes en aguas donde antes no había habido: pensó que eran un mal presagio. 
 
Efectivamente, Hákon no llegó con dos barcos, sino con ocho y dispuestos para la guerra. Magnus había llegado primero al punto de encuentro, y al ver venir los ocho barcos, sospechando algo malo, entró en una iglesia del lugar para rezar. (Recordemos que era el día de Pascua). 


  Vista aérea del lugar donde fue asesinado Magnus, en Egilsay, según la tradición

La pasión de San Magnus de las Orcadas
La saga -y los hechos- resuenan con ecos de la pasión de  Cristo. "Sus hombres se ofrecieron a defenderle. El conde Magnus respondió: no pondré vuestras vidas en peligro por la mía, y si la paz no se puede establecer, que sea como Dios quiera". [...] Rezó devotamente e hizo cantar una misa por él". 
 
Después, salió al encuentro de Hákon acompañado de solo dos hombres diciendo que no necesitaban buscarle más. (Uno de esos hombres, Holdbodi, sería el testigo del diálogo y la fuente que recoge la saga). Los hombres de Hákon, respondieron "corriendo con fuertes gritos y sonar de armas". 
 
»El conde Magnus rezaba cuando le alcanzaron. Terminó su oración haciendo el signo de la cruz y dijo firmemente al conde Hákon:
 
»-No has actuado bien, pariente, cuando rompiste tus juramentos, y es muy probable que te instigaran a esta traición otros, no por ti mismo. Pero mirad, os haré tres ofertas para que podáis aceptar una de ellas y no rompáis vuestros juramentos y no me matéis a mí, que soy inocente.
 
»Los hombres de Hákon preguntaron cuáles eran las propuestas. 
 
» -La primera es que yo vaya a Roma, o lejos, a Jerusalén, y visite los santos lugares, llevando conmigo dos barcos de las Orcadas, con el equipo necesario para el viaje, y obtenga beneficios para nuestras almas, tuya, y mía. Yo juraré nunca más volver a las Orcadas
 
»Esta oferta fue rechaza con prontitud. 
 
»Entonces dijo el conde Magnus:

» -Ahora bien, como mi vida está en tus manos, y he ofendido a Dios Todopoderoso en muchas cosas, me enviarás a Escocia, a nuestros amigos mutuos, y me mantendrán en custodia allí, con dos hombres como compañeros. Haz provisión para que no pueda escapar de la custodia.
  
»Esta oferta también fue rechazada con presteza. 
 
»Magnus entonces dijo:
 
» -Hay aún una tercera propuesta que haré, y Dios sabe que pienso más en tu alma que en mi propia vida, porque sería mejor que hagas como digo y no que tomes mi vida. Déjame mutilado como quieras, o despojado de mis ojos, y sea yo arrojado a un calabozo oscuro
 
»Entonces dijo el conde Hákon:

»- Esta propuesta la acepto, y no pido más. 

»Pero los jefes se levantaron y dijeron:
 
»-A uno de vosotros lo vamos a matar y desde hoy ya no seréis dos gobernando las tierras de las Orcadas.
 
» El conde Hákon respondió:
 
» - Matadle a él, entonces, porque prefiero tener el señorío y las tierras a una muerte instantánea.    

» El digno conde Magnus se mostraba animoso como si lo invitasen a un banquete, y no habló palabras ofensivas ni de odio. Se puso de rodillas y rezó, escondiendo su cabeza en sus manos, con muchas lágrimas ante Dios. 
 
La saga explica que Hákon ordenó a su portaestandarte que matase a Magnus, pero él "se negó con el máximo enfado". Después se lo ordenó a su cocinero, "que empezó a gimotear en voz alta. 'No llores así', le dijo Magnus, 'que esta es una tarea honorable; sé firme y tendrás mis ropas, según la costumbre y las leyes de los hombres de antaño. No tengas miedo, pues haces esto contra tu voluntad, y aquel que te fuerza peca más que tú".
 
Aún le concedieron otro momento de oración. "Cayó a tierra, y se entregó a Dios, ofreciéndose como sacrificio. No rezó sólo por sus amigos, sino también por sus enemigos y asesinos, y les perdonó, con todo su corazón, las ofensas que le infligían. Confesó sus pecados a Dios y oró para que fuesen lavados por el derramamiento de su sangre. Encomendó su espíritu a la vigilancia de Dios, y oró para que sus ángeles vinieran a su alma y la llevasen al paraíso. Algunos dicen que había tomado el sacramento [la comunión] cuando se cantó la misa".
 
Le dijo al ejecutor: "Levántate y golpéame con fuerte golpe en la cabeza, porque no es acorde a grandes señores ser ejecutados como ladrones. Sé firme, pobre hombre, pues he rezado a Dios por ti, para que se apiade de ti". Hizo la señal de la cruz, recibió el golpe, "y su espíritu pasó al cielo". 
 
Las lágrimas de la madre logran el entierro
Hákon al principio no quiso permitir que se enterrase a Magnus en la iglesia, pero un tiempo después la madre de Magnus, con lágrimas, ofreciéndole un gran banquete, estando Hákon ya algo bebido e invocando ella a Dios, logró que le permitiesen llevarse el cuerpo y darle sepultura.

 
  Estatua romántica que se imagina al santo con típico
casco vikingo con cuernos (que en realidad no usaban)


En pocos años se extendió la fama de que en su tumba ocurrían milagros y curaciones, y llegaban peregrinos desde las Islas Shetland, de Noruega y de Suecia para curarse en ella. 

Aunque la Iglesia local le consideró siempre santo y mártir, en el siglo XIX hubo un proceso de canonización formal y en 1898 León XIII canonizó a Magnus.
 
La saga afirma que "se dice que muchos que participaron en esta muerte sufrieron muertes ignominiosas", pero no lo confirma. El gusto popular (“el que la hace la paga, quien a hierro mata a hierro muere”) apreciaría aquí que se describiera la muerte de los traidores y conspiradores, cuyos nombres se han dado. Pero el autor de la saga carece de los datos y no inventa esas historias.

Más asombroso aún: la saga explica que años después Hákon, el traidor y asesino, fue como peregrino a Jerusalén, con reliquias sagradas, se bañó en el Jordán y volvió cambiado a las Orcadas. "Se convirtió en un buen gobernante y estableció la paz en sus dominios. Hizo nuevas leyes para las Orcadas, que los hombres con tierra preferían a las antiguas. Se hizo tan popular que los hombres de las Orcadas no deseaban ningún otro gobernante".

Murió años después, en su cama, de enfermedad, tras años de paz.

Quizá fue la sangre del mártir y su oración lo que logró la conversión de su asesino y la paz para su tierra. Pero eso la saga no lo afirma.

Un vídeo con la catedral en la que descansan los restos de San Magnus 
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