Jueves, 18 de abril de 2024

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Estas Navidades apadrina a un sacerdote

Estas Navidades apadrina a un sacerdote

por Un alma para el mundo

 Estas Navidades apadrina a un sacerdote

Cuando llegan estos días tan entrañables, tan íntimo, tan familiares, la mente y el corazón vuelan hacia  rincones paupérrimos, y nos duele la presencia del  que pide limosna, del que está solo en las calles encendidas con mil colores, y el enfermo  postrado en casa o en el hospital, y el que no va a tener una mesa digna la Noche Buena o cualquier otro día de Navidad… Es muy lógico y humano que así sea, y sobre todo es cristiano si hacemos algo para paliar un poco la pobreza en todas sus dimensiones.

El Papa Francisco nos recuerda que en este año de la Misericordia tenemos que vivir la Parábola del Buen Samaritano, y las obras de misericordia. Todo lo que hagamos por llevar calor de familia a nuestros hermanos necesitados es poco. Debe ser así siempre, pero no está mal que en estos días dejemos libre al corazón para que busque al que necesite ser amado.

Hay unos prójimos que no siempre se les atiende adecuadamente. No son, ni mucho menos, los más necesitados materialmente, pero es posible que a más de uno le falte el calor de la amistad. Hablo de los sacerdotes. No es mi caso, pero sí el de bastante.  Siempre me acordaré de las primeras Navidades que pasé lejos de mi familia. Tenían un sabor agridulce, aunque a decir verdad no me faltaba de nada. Solo el calor de unos padres y hermanos a los que tuve que dejar para seguir mi vocación.
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En estas fechas hay que hacer un esfuerzo para no dejarse acosar por la nostalgia. Bien está el recuerdo y los afectos familiares, pero nuestros caminos son otros. Yo sugeriría al lector que piense en el sacerdote que tenga más cercano, o en el que no conoce y está recluido en una residencia, en la cama de un hospital. Te puedo decir que hay muchos. No estaría mal intentar llevarles un poco de calor espiritual, aunque sea a distancia. Te propongo que estas  Navidades apadrines espiritualmente a un sacerdote. Pregunta, indaga, consulta, o simplemente reza por el que más lo necesite.

Piensa en los sacerdotes solos, cargados de años y achaques tras una vida entregada totalmente a su ministerio. Ya no se les valora sus cualidades de antaño, tal vez ya no se aprecian, se les mira muchas veces con lastima, como si fuera una pieza de anticuario. Y no es justo.

El Papa Francisco habla del cansancio de los sacerdotes, y nos anima a descansar en el Señor, y con la buena gente que nos rodea: Está el que podemos llamar «el cansancio de la gente, el cansancio de las multitudes»: para el Señor, como para nosotros, era agotador – lo dice el evangelio –, pero es cansancio del bueno, cansancio lleno de frutos y de alegría. La gente que lo seguía, las familias que le traían sus niños para que los bendijera, los que habían sido curados, que venían con sus amigos, los jóvenes que se entusiasmaban con el Rabí..., no le dejaban tiempo ni para comer. Pero el Señor no se hastiaba de estar con la gente. Al contrario, parecía que se renovaba (cf. Evangelii gaudium, 11).

Este cansancio en medio de nuestra actividad suele ser una gracia que está al alcance de la mano de todos nosotros, sacerdotes (cf. ibíd., 279). iQué bueno es esto: la gente ama, quiere y necesita a sus pastores! El pueblo fiel no nos deja sin tarea directa, salvo que uno se esconda en una oficina o ande por la ciudad... Y este cansancio es bueno, es un cansancio sano. Es el cansancio del sacerdote con olor a oveja..., pero con la sonrisa de papá que contempla a sus hijos o a sus nietos pequeños. Gracias a Dios hay muchos sacerdotes así. Otros ya no pueden hacer más que lo mínimo. A esos me refiero hoy.
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Te vuelvo a invitar a que acompañes al sacerdote en su cansancio, y ores junto con él, ya que el verdadero descanso está en el Señor. Si en Navidad conseguimos que los sacerdotes no se sientan solos, habremos vivido bien la parábola del Buen Samaritano. ¡Qué gran regalo! Este no se vende en los grandes almacenes.

FELIZ NAVIDAD A TODA LA FAMILIA DE“RELIGIÓN EN LIBERTAD”
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Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com

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