Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Documento «La verdad del amor humano»

Martínez Camino: la «insólita» ley española destruye el matrimonio con la ideología de género

Para contrarrestarlo, matrimonios y familias deben hacer creíble el amor humano «mediante el testimonio de sus vidas».

ReL

La familia es el principal capital social.
La familia es el principal capital social.
La Conferencia Episcopal Española ha dado a conocer este miércoles el documento La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiarque fue aprobado en la XCIX Asamblea Plenaria y lleva fecha de 26 de abril de 2012. Fue revisado, para su publicación, por la última Comisión Permanente, celebrada los días 19 y 20 del pasado mes de junio.

En la presentación del documento, el secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, destacó los puntos esenciales del documento y entre ellos la importancia que los obispos conceden a la destrucción legal de la familia por la vía de la legislación: "El matrimonio se ha convertido en la unión de cualesquiera ciudadanos basada en el afecto", lamentó en referencia a la "insólita definición legal del matrimonio, inspirada en la ideología de género, que excluye toda referencia a la diferencia entre el varón y la mujer".

En Dios mismo
A lo largo de seis capítulos, los obispos anuncian el evangelio del matrimonio y de la familia como un bien para toda la humanidad. 

Los obispos ya venían llamando la atención sobre “las nuevas circunstancias en las que se desarrollaba la vida familiar, y la presencia en la legislación española de presupuestos que devaluaban el matrimonio, causaban la desprotección de la familia y llevaban a una cultura que, sin eufemismos, podía calificarse como una cultura de la muerte”: aborto, rupturas matrimoniales, explotación de los débiles y empobrecidos, etc., junto a la “profusión de algunos mensajes ideológicos y propuestas culturales; por ejemplo, la de la absolutización subjetivista de la libertad que, desvinculada de la verdad, termina por hacer de las emociones parciales la norma del bien y de la moralidad”.

“El origen del amor no se encuentra en el hombre mismo, sino que la fuente originaria del amor es el misterio de Dios mismo, que se revela y sale al encuentro del hombre. Esa es la razón de que el hombre no cese de buscar con ardor esa fuente escondida”, afirma el documento en su primer capítulo.

El amor y la diferenciación sexual
Esta verdad del amor está inscrita en el lenguaje del cuerpo, se explica en el capítulo segundo: "La masculinidad o feminidad, es inseparable de la persona. No es un simple atributo. Es el modo de ser de la persona humana. Afecta al núcleo íntimo de la persona en cuanto tal. Es la persona misma la que siente y se expresa a través de la sexualidad”. La diferencia sexual es indicadora de la recíproca complementariedad que existe entre el hombre y la mujer, y “está orientada a la comunicación: a sentir, expresar y vivir el amor humano, abriendo a una plenitud mayor”.

A continuación los obispos recuerdan las verdades fundamentales sobre el amor conyugal: “La alianza que se origina no da lugar a un vínculo meramente visible, sino también moral, social y jurídico; de tal riqueza y densidad que requiere, por parte de los contrayentes, la voluntad de compartir (en cuanto tales) todo su proyecto de vida, lo que tienen y lo que son. No se reduce a una simple relación de convivencia o cohabitación”. Además, “el amor de Cristo ha de ser la referencia constante del amor matrimonial, porque, primero y sobre todo, es su fuente”.

El cáncer de la ideología de género
Seguidamente, el documento analiza a fondo la ideología de género, en uno de sus capítulos de mayor extensión e intensidad. Las corrientes de género "pretenden desvincular la sexualidad de las determinaciones naturales del cuerpo, hasta el punto de disolver el significado objetivo de la diferencia sexual entre hombre y mujer”.

Se llega entonces a considerar el matrimonio y la familia como instituciones que coartan la espontaneidad de la vocación al amor: “No es difícil constatar las nocivas consecuencias de este vaciamiento de significado: una cultura que no genera vida y que vive la tendencia cada vez más acentuada de convertirse en una cultura de muerte”.

La manipulación del lenguaje y la difusión de la ideología de género en los ámbitos educativo y legislativo han conseguido difundir esa perspectiva de las cosas, lamentan los obispos: “Se trata de ir a una sociedad sin sexos y sin géneros, en la que el ideal del nuevo ser humano estaría representado por una hibridación que rompiera la estructura dual hombre-mujer, masculino-femenino. Una sociedad, por tanto sin reproducción sexual, sin paternidad y sin maternidad”, que estaría confiada únicamente a la ciencia, a la biomedicina, la biotecnologia y la ingeniería política.

El principal capital social
Los obispos denuncian que “la falta de un suficiente apoyo al matrimonio y la familia que advertimos en nuestra sociedad se debe, en gran parte, a la presencia de esas ideologías en las políticas sobre la familia”.

Más allá de las declaraciones de buenas intenciones, afirman, “no hay, en las políticas que se hacen en nuestro país, un reconocimiento suficiente del valor social del matrimonio y de la familia”. En cambio, sí se observa una creciente revalorización de uno y otro por parte de la sociedad y eso, como reconocen los obispos, es un argumento firme para la esperanza.

Para salir al paso de las consecuencias de esta ideología de género, tan contraria a la dignidad de las personas, se propone el testimonio de un amor humano verdadero vivido en una sexualidad integrada, una tarea que corresponde de modo particular a matrimonios y familias, que habrán de hacerlo creíble con el testimonio de sus vidas; asimismo, se hace una llamada a los poderes públicos, docentes, educadores y medios de comunicación para que se recupere un lenguaje que sepa distinguir realidades, que por ser diferentes nunca pueden equipararse; se pide a los gobernantes que en la gestión de lo público no se dejen guiar por la voluntad subjetiva de grupos de presión sino que busquen el bien común de la sociedad; y se pide que se reconozca el papel insustituible de los padres en la educación de sus hijos. 

"La institución matrimonial es una exigencia de la verdad del amor cuando se expresa en el lenguaje propio de la sexualidad. Y, como al bien del matrimonio está ligado el bien de la familia y a este el de la sociedad, defender y proteger la institución matrimonial es una exigencia del bien común”, afirma la conferencia episcopal: "Las instituciones del amor conyugal y familiar son indispensables en la consecución del bien común”, insisten.

Por todo ello, reconocer y ayudar a la institución matrimonial es uno de los mayores servicios que se pueden prestar hoy día “al verdadero desarrollo de los hombres y de las sociedades, así como la mejor garantía para asegurar la dignidad, la igualdad y la verdadera libertad de la persona humana”.

“La familia –como comunidad específica, constituida por padre, madre e hijos- es un capital social de la mayor importancia, que requiere ser promovido política y culturalmente".

El caso español: destrucción por vía legal
Sin embargo, se han dado disposiciones legales que reconocen como matrimonio formas de convivencia que nada tienen que ver con la realidad designada por ese nombre; y se detiene a analizar el caso español, donde todavía se ha ido más allá, puesto que no solo se equipara el matrimonio con otro tipo de uniones (conservando el reconocimiento del matrimonio como una institución bien definida y con características propias), sino que se ha redefinido la figura jurídica del matrimonio.

La Ley de 1 de julio de 2005 lo ha convertido en una convivencia afectiva entre dos personas cualesquiera, con la posibilidad de ser disuelta unilateralmente por alguna de ellas, solo con que hayan transcurrido tres meses desde la formalización del contrato. Se trata de una legislación insólita. Lo que está en juego no es solo una cuestión de palabras. “No podemos dejar de afirmar con dolor –señalan los obispos- y también sin temor a incurrir en exageración alguna, que las leyes vigentes en España no reconocen ni protegen al matrimonio en su especificidad. Asistimos a la destrucción del matrimonio por vía legal”.

Solución: la nueva evangelización
El último capítulo se centra en la necesidad de promover una cultura del matrimonio y de la familia: “Es necesario profundizar y renovar la preparación al matrimonio” y promover “una política demográfica que favorezca la natalidad”, puesto que los hijos son una contribución decisiva para el desarrollo de la sociedad, que debe ser reconocido adecuadamente por el Estado".

“La mejor respuesta a la ideología de género” y a la actual crisis matrimonial –concluyen los obispos – es la nueva evangelización: “Es necesario proponer a Cristo como camino para vivir y desarrollar la vocación al amor. Sin su gracia, sin la fuerza del Espíritu Santo, amar resulta una aventura imposible. Por eso necesitamos nuevos evangelizadores que testifiquen con su vida que para Dios no hay nada imposible”.

Pinche aquí para leer el documento en su integridad.
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