Viernes, 26 de abril de 2024

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¿Es necesaria la figura del Papa?

¿Es necesaria la figura del Papa?

por Duc in altum!

Introducción:
Dentro y fuera de la Iglesia hay una división sobre el significado de la figura histórica, política, pastoral y espiritual del Obispo de Roma, sin embargo, en prácticamente todos los casos el problema estriba en la obsesión y en la alergia que se tiene al recordar los abusos que se dieron alrededor del papado en el pasado, lo cual, plantea la necesidad de hacer una distinción entre el mal uso que se le dio a la figura del Papa y lo que realmente es la misión del sucesor del apóstol Pedro. Es evidente que se trata de dos cuestiones muy diferentes entre sí. El que en la Edad Media se aplicara la pena de muerte en el nombre de Dios, no quiere decir que el problema fuera Cristo, sino la funesta interpretación que se dio a sus enseñanzas. La figura del Papa no es una cuestión del pasado, sino una necesidad para mantener y consolidar la comunión de la Iglesia. El que se hayan cometido atropellos e intervenciones del poder monárquico y político en la misión del Sumo Pontífice, no quiere decir que Cristo se haya equivocado al instituir el Ministerio Petrino.
Fundamento bíblico:
Las Sagradas Escrituras son la fuente principal de la fe cristiana. A esto hay que agregar el valor de la tradición apostólica y, por ende, lo que el magisterio de la Iglesia ha ido trabajando y custodiando a lo largo de los siglos. El ser y quehacer del Papa se encuentra determinado claramente en diferentes pasajes del Nuevo Testamento. El más significativo lo encontramos, cuando Jesús habla sobre lo que es y será la nueva comunidad de creyentes: “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia." (Mt. 16:18). La afirmación no deja lugar a dudas. ¿Por qué existe el Ministerio Petrino?, simple y sencillamente, porque Cristo quiere hacerse visible a través de su vicario en todas las épocas y contextos de la historia. En el apóstol Pedro, Jesús vislumbra a los que vendrán después para asegurar la comunión y continuidad de su proyecto. Es cierto que la institucionalización de la Iglesia no se dio en tiempos de Jesús, sin embargo, es un hecho que el Ministerio Petrino brota directamente de Cristo. Él es el fundador de la Iglesia y, por ende, quien dispone de ella. Ahora bien, hay otra referencia bíblica que nos permite comprender las razones por las que el Papa viaja constantemente y se reúne con un sinnúmero de personas: “Pedro, apacienta mis ovejas” (Jn. 21, 17). Jesús, como el buen pastor que es en realidad, pide que su vicario acompañe a los cristianos y a las cristianas a lo largo y ancho del mundo. En efecto, diferentes Papas, han tenido que apacentar a los creyentes e incluso a los no creyentes, en tiempos muy duros y turbulentos. Pensemos, por ejemplo, en la tarea que desempeñó el Papa Juan Pablo II y que terminó con la caída del muro de Berlín en el año de 1989. “Apaciente a mis ovejas”, significa que no podemos prescindir de la figura del Papa ya que esto no coincidiría con la lógica fundacional de Jesús.
Sobre los abusos y excesos del papado:
Hay que reconocer que no todos los Papas han sido personas identificadas con el Evangelio, sin embargo, el que la Iglesia haya sobrevivido a tales ataques y problemas internos, es una prueba más de que ha sido fundada por Cristo y que un gran número de sus vicarios han conseguido rescatarla y encaminarla hacia un renovado proceso de conversión. Al explorar la vida personal de los últimos Papas, podemos encontrar a una serie de hombres muy humanos y, al mismo tiempo, dispuestos a transformar las cosas empezando por el interior de la propia Iglesia.
Liturgia y ornamentos pontificios:
Sin romper con el patrimonio espiritual y cultural, es decir, buscando siempre el equilibrio entre la tradición y la renovación, es conveniente seguir adelante en la adecuación de la liturgia y de los ornamentos pontificios. No olvidemos que el Papa Pablo VI decidió subastar su tiara, con el objetivo de renunciar a la imagen de un pontífice imperial y acercarse a la misión del buen pastor. De hecho, en el escudo del Papa Benedicto XVI, lejos de encontrarnos con una tiara, vislumbramos la presencia de una mitra, signo de quien no busca honores o glorias pasadas, pues su prioridad es vivir como alguien cercano a las diferentes necesidades de la Iglesia y del mundo. No se trata de vender los bienes de la Iglesia pues esto destruiría una parte esencial de la cultura global y no acabaría con el hambre, sino de adecuar la liturgia y los ornamentos a un contexto, en el cual, se pueda percibir al Papa como un hombre de Dios. Es decir, simplificar los elementos litúrgicos sin que pierdan su identidad y mensaje.
El Papa como Jefe de Estado:
La Ciudad-Estado del Vaticano, no debe ser vista como una búsqueda enfermiza del poder sino como una voz importante en el marco de la comunidad internacional. En efecto, los Estados del mundo necesitan de la opinión de la Iglesia. Si el Papa renunciara a su categoría como Jefe de Estado, dejaría un hueco imposible de cubrir o llenar pues gracias a la presencia internacional de los católicos, está totalmente enterado de la realidad actual, lo cual, a su vez, le permite constituirse como un auténtico observador internacional.
Los bienes estructurales con los que cuenta el Vaticano son necesarios para permitir que el Papa pueda desarrollar su labor con plena autonomía, es decir, sin convertirse en un títere de otras fuerzas o factores políticos. Un Papa sin Vaticano o estructuras, sería presa fácil de aquellos que intentan pasar por encima de la dignidad de la persona a través del abuso del poder y de la explotación de los excluídos. El que el Papa sea un Jefe de Estado, permite que se abogue claramente por una sociedad más justa. Sin el Vaticano, no habría algún otro ente que abogara tan decididamente por los ancianos y los no nacidos.
Vicario de Cristo:
El Papa, como continuador de la obra de Jesús en el mundo, tiene que llevar una vida de oración y austeridad. Solo así puede dar testimonio de aquello que predica. Afortunadamente, los últimos Papas han sido hombres plenamente identificados con Jesús de Nazaret. Las polémicas en las que algunos se han visto envueltos, forman parte de su tarea como líderes espirituales. Todo aquel que sea figura pública está expuesto a las críticas, sin embargo, lo más importante, es decir, lo que queda de los últimos Papas ha sido su opción por Cristo en medio de los desafíos a los que se tuvieron que enfrentar.
Conclusión:
No se puede ser católico por la libre. Se necesita de la presencia y guía pastoral del Papa en turno. En este sentido, no hay ningún problema, pues la infalibilidad papal solo aplica en cuanto es congruente con el Evangelio. No hay voto, promesa u orden que sea obligatoria si atenta contra la caridad.
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