Jueves, 25 de abril de 2024

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El valor del tiempo

El valor del tiempo

por Un alma para el mundo

 


 

 

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Estamos en el ecuador de la Navidad. Muchos han celebrado esta fiesta sin saber lo que realmente celebraban. Han derrochado dinero, comida, adornos, risas, energías… Pero la verdad es que no se han acordado  para nada del motivo de la Navidad, que es el Nacimiento de Jesucristo. Por desgracia nos estamos acostumbrando  al vacío espiritual de una humanidad a la deriva. Es una pena, porque se pierde mucho tiempo en nada. No sé cómo te habrá ido a ti. El caso es que la gente en el fondo no es mala. Algo de corazón ponen en lo que hacen estos días. Sí, es cierto que hay más relaciones humanas y familiares, pero no es solo eso la Navidad.

            La Navidad es, al menos, un baño de buenos sentimientos. Y todo esto hace bien. Lo malo es que al pasar estos días los sentimientos vuelen, y  ya no se vean obligados  a querer más al necesitado, a sonreír y cantar, a intentar hacer la vida feliz a los otros, a regalar cosas bonitas a los niños y mayores. Siento que se acabe este precioso tiempo y guarden las figuras del Belén, y con ellas al niño que todos deben llevar dentro. Es como el que quita el decorado cuando acaba una función, y resulta que todo fue una farsa, una ilusión, un puro teatro. Pero, ¿sabes qué te digo? Pues que si se han sentido felices algunos por un tiempo lo doy por bueno. Para eso es la Navidad y la fiesta. Pero debería haber algo más, ¿no te parece?

 

        Comenzamos el  NUEVO AÑO. Desde la eternidad el tiempo es relativo. Ya no cuenta tanto, si no es como oportunidad para hacer el camino que lleva definitivamente al Reino de los Cielos. Para la humanidad el tiempo tiene una gran importancia, pero no suele verse desde este punto de vista. Para unos los años son ocasión simplemente de vivir al día lo mejor que se pueda. Para otros el principio de una aventura que no sabe cómo acabará. Para los mayores una llegada cada vez más rápida a la meta. Para no pocos una triste pérdida de ocasiones de hacer el bien.

      Al escribir este artículo he recibido la llamada de una buena amiga, tal vez la lectora más longeva de ReL. Se trata de Virtudes López, 90 años, 14 hijos, cerca de 50 nietos. Yo la  conocí en Yecla (Murcia) al llegar a mi primera parroquia recién ordenado sacerdote. Su casa era bulliciosa y acogedora. Si se sentaban 16 cada día a la mesa, siempre cabía uno más. Pronto se marcharon a Madrid pensando en el porvenir de los hijos. Su llamada, después de 49 años me ha rejuvenecido bastante. Y he meditado en el valor del tiempo. A ella, y a toda la familia, dedico este reflexión.  

 

 

        Yo te invito a que en estos días pienses en el tiempo. Es un DON que recibimos para que lo disfrutemos  llenando cada instante con deberes cumplidos, y  descansos merecidos. El nuevo año  no es un simple cambio de almanaque, o de planes, presupuestos, y proyectos comerciales. No es un salto rutinario a una nueva fecha impresa en tu agenda, o en la pantalla de tu móvil. Es un REGALO que se nos ofrece, una OPORTUNIDAD NUEVA para que sigamos viviendo, y podamos rectificar todos esos fallos que hemos  acumulado en el año que se fue. El gran negocio del hombre, y por tanto el proyecto más serio, es la santificación. Y esto no llega con los Reyes Magos, sino que hay que conquistarla personalmente, con la ayuda de Dios, en el tiempo que se nos ofrece para vivir en la tierra. El tiempo es el espacio que une el cero con la eternidad. Cada uno tiene su tiempo, y de lo que hagamos con él y en él se nos va a juzgar. El tiempo es el gran talento que  nos regala Dios. Y lo que hay que hacer en el tiempo es amar en serio a Dios y al hombre. Por eso, cuando se acabe el tiempo, se nos juzgará de cómo hemos amado, como dice San Juan de la Cruz.

 

        Te sugiero que te pares un poco a pensar en los años que llevas de vida, en este año que se ha terminado, y te preguntes cómo lo has aprovechado. Sé sincero y agradecido. Pide perdón y ayuda. Márcate unas metas concretas para el nuevo periodo de tiempo que empieza para ti. Y tómate en serio el gran negocio de tu alma. Hay  sugerencias y  planes muy concretos para pisar tierra. Me ha gustado este que aparece escrito en las páginas de un libro y alguien ha tenido el acierto de divulgarlo. Se trata de proponerse vivir una virtud o actitud cada mes. Puede serte muy útil, por eso hago mío la oferta y te  ofrezco ESTE PROGRAMA PARA QUE VIVAS EL NUEVO AÑO QUEMANDO ETAPAS EN SERIO

 

Enero      AMOR

Febrero     OBEDIENCIA 

Marzo     HUMILDAD

Abril     JUSTICIA

Mayo     MISERICORDIA 

Junio     FIDELIDAD

Julio     INTEGRIDAD

Agosto     PERDÓN

Septiembre    SERVICIO

Octubre     SABIDURÍA

Noviembre     DOMINIO PROPIO

Diciembre     GOZO

         Recuerda que es una sugerencia, y puedes cambiar a tu gusto los objetivos de cada mes.

        También te facilito esta oración de fin de año que ha llegado a mis manos, y que la considero muy oportuna para estos días:

 

 

Oración de Fin de Año de un joven y un Anciano

 

+El anciano dijo al terminar el año, un día como hoy en la Iglesia:

Gracias, Padre, por haberme quitado todo lo que me sobraba para caminar hacia Ti

Gracias por aquel enemigo que me hizo tanto mal, porque por él aprendí a perdonar.

Gracias por las enfermedades que me hicieron paciente, fuerte y humilde al reconocer mis límites, cualidades, defectos y virtudes.

Gracias por los errores que me hicieron enriquecer mi experiencia.

Gracias por las piedras del camino que me hicieron dar un paso más largo.

Gracias por las decepciones que me hicieron no descansar hasta encontrarte.

Gracias por mis planes frustrados que me llevaron al descubrimiento del proyecto de vida que tenías para mí.

Gracias por el dolor y el sufrimiento que me purificaron, me dieron temple y me enseñaron para siempre que la felicidad no consiste en no sufrir, sino en aprender a hacerlo por aquellos que amamos.

Gracias por las quiebras y los despojos, por las pérdidas y las carencias, pues éstas me hicieron libre para anhelar los bienes mayores que perduran...”

Y el joven rezó así:

 

Padre, todos te piden salud, dinero, triunfo, fama... Tantos te lo piden...

Yo quiero pedirte lo siguiente: Dame una cumbre que yo pueda ascender, con mi esfuerzo, trabajo y tu ayuda.

Dame la capacidad de perdonar y saber pedir perdón a quienes haya ofendido.

Yo sé, Señor, que nadie te pide tu cruz. Esa la tienes que llevar Tú solo, aquí están mis brazos y mis hombros para que descanses un poco de su peso.

Dame en el próximo año y en lo sucesivo la alegría de recibir lo que me concedas y poder compartirlo entre los más necesitados”.

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Estas fueron dos oraciones extrañas: la gratitud del anciano y la petición del joven. Uno agradeció lo ya vivido; el otro suplicó para el futuro. Ambos dijeron lo que muchos de nosotros callamos al hablar con Dios nuestro Padre.

        Pues ahí tienes el regalo de un nuevo espacio de tiempo. ¿Qué piensas hacer con él? Cada noche, cuando acaba el día examina lo que has hecho con el tiempo. Y al final del año que empieza, de nuevo te preguntaré: AMIGO MÍO, ¿QUE HAS HECHO CON EL TIEMPO QUE DIOS TE  REGALÓ?

 

       FELIZ AÑO NUEVO…

 

Juan García Inza

Juan.garciainza@gmail.com

 

 

 

 

 

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