Viernes, 29 de marzo de 2024

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El relativismo "ad intra"

El relativismo "ad intra"

por Duc in altum!

  En el post anterior, me referí a la distinción entre lo que aparece en los documentos del Concilio Vaticano II y las interpretaciones subjetivas que algunas personas, movimientos, teólogos, instituciones e inclusive diócesis le han dado. Dentro de esas visiones unilaterales y sin conexión con lo que realmente motivó las intervenciones y acuerdos de los padres conciliares, aparece el relativismo “ad intra”, es decir, al interior de la Iglesia. El entonces cardenal Joseph Ratzinger, acertó al hablar sobre una especie o tipo de dictadura relativista. El 18 de abril del año 2005 durante la homilía de la Misa “pro eligendo romano pontifice”, señaló:
 
  “A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse «llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos”.
 
  Realmente aquella homilía fue capaz de reflejar lo que muchos de nosotros hemos podido constatar alrededor de varias parroquias, colegios católicos, congregaciones, comisiones diocesanas, organizaciones no gubernamentales de inspiración cristiana, etcétera. Un ejemplo clásico lo podemos encontrar cuando el catecismo dice una cosa y el párroco dice otra. Es evidente que los sacerdotes tienen que saber conectar lo que marca el magisterio con la realidad de cada persona que se les acerca, pues sería imposible contar con un manual personalizado lleno de casos y detalles minuciosos, sin embargo, no hay que abusar, inventando enseñanzas que distan mucho del Evangelio y, que por ende, sólo provocan la confusión de la gente sencilla que realmente quiere seguir a Cristo desde una perspectiva netamente católica.
 
  Se tiene miedo de llamar a las cosas por su nombre. Lo anterior, es la raíz de la crisis vocacional que se vive en la Iglesia. ¿Hay solución? por supuesto que sí, sin embargo, debemos despertar y actuar. De entrada, nos toca hacer la diferencia, aún cuando nos llamen conservadores o, lo que es peor, fundamentalistas. Que nuestras intervenciones al interior de la Iglesia como blogueros o conferencistas, partan de la verdad revelada por Cristo, siendo capaces de dialogar y construir acuerdos, especialmente, con los que piensan diferente. Es posible encontrarse con personas de distintos credos sin perder o tratar de reducir el significado de nuestra fe.
 
  Lo contrario al relativismo no es el fundamentalismo, pues ambas posturas están totalmente equivocadas. El cristianismo es una religión realista y equilibrada, sin embargo, requiere claridad y sinceridad, pues de otra manera se convierte en una verdad subjetiva y, por ende, sujeta a lo que diga la mayoría, sean cultos o ignorantes los que intervengan. Jesús fue muy claro y eso fascinó a propios y a extraños, pues hablaba con bases y argumentos. No se trata de caer en una fe normativa o meramente moralista, sino en una experiencia de Dios que nos comprometa a decir las cosas tal y como son, cuidando las formas pero siempre con apertura a lo que es bueno, justo y trascendente. 
 
  Hoy por hoy, muchas congregaciones y órdenes religiosas prefieren a candidatos que no tengan claros los puntos dogmáticos, pues así es más fácil crear una fábrica de relativistas quienes, de hecho, han ganado mucho terreno. Afortunadamente hay excepciones. Tan es así, que los institutos religiosos que han crecido en los últimos años (Ejemplo: Iesu Communio y el Instituto del Verbo Encarnado) son aquellos que han puesto en práctica la fidelidad creativa. En otras palabras, los que han sabido actualizar las formas sin alterar el fondo, el Evangelio.
 
  Las nuevas generaciones que se sienten identificadas con la fe católica, especialmente, alrededor de las últimas Jornadas Mundiales de la Juventud, son las primeras en exigir que la Iglesia respete lo dicho por Jesús, que no se deje llevar por las arbitrariedades de algunos teólogos que ofrecen conferencias contrarias al magisterio en espacios católicos. ¿Queremos un cambio?, ¿buscamos realmente la nueva evangelización en los lugares descristianizados?, entonces, renunciemos al relativismo y demos paso a la fe que ha sido anunciada por la Iglesia a lo largo y ancho de los siglos, sabiendo conectarla con los problemas y las inquietudes de nuestro tiempo, de nuestra historia.  
 
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