Sábado, 20 de abril de 2024

Religión en Libertad

El primer enamoramiento


Estas demostraciones de afecto los enamorados deberán ver si las realizan con limpieza de corazón, como legítima demostración de cariño, donde lo verdaderamente importante es el amor, o si por el contrario buscan aprovecharse, satisfacer su egoísmo o pasión.

por Pedro Trevijano

Opinión

No es difícil que los adolescentes ante sus primeros amores se pregunten e incluso a veces consulten con algún adulto en quien confían con preguntas como: Estoy enamorado de X, ¿qué me aconseja?, o ¿cómo me debo comportar con la persona que me gusta? La actitud de un adulto ante preguntas de este tipo me parece debiera ser ésta:

En primer lugar, hacer ver al adolescente que lo que le sucede es natural y que debe dar gracias a Dios por ser una persona normal. Luego, hacerle ver que no es el primero a quien le pasa esto, y sin embargo que no es excesivamente frecuente que los noviazgos iniciados a esta edad, entre los 1416 años, terminen en matrimonio, ya que los adolescentes de estas edades difícilmente están largo tiempo unidos con la misma persona, y es que para que haya un amor realmente pleno se necesita una afectividad madura y ellos están simplemente en camino. El enamorarse significa en su caso el salir de la infancia y abrirse a la vida, por lo que es un momento muy importante de su existencia en el que conviene estemos presentes con nuestra comprensión y simpatía. La relación con una persona del sexo contrario se va haciendo más exigente y selectiva y lo que el otro piensa, opina, hace o dice les parece de vital importancia. Mientras se está enamorado y es correspondido, el adolescente se siente feliz, pero esta relación termina del mismo modo rápido como comenzó o se consolida en un amor más sereno y racional, un noviazgo en toda regla. Con frecuencia es simplemente una relación con la primera persona que ha sabido agradarme, por lo que no hay una verdadera elección, tanto más cuanto que lo que el adolescente busca es sentirse querido. Es decir, que aunque no imposible, es bastante improbable que ese chico o chica a quien quiere sea un día su cónyuge.
 
¿Debe romper por ello?, ¿es algo malo ese cariño?: No, si es un verdadero amor, dispuesto a sacrificarse por el otro. Por supuesto, han de mantener ambos su virginidad, pues no han de transformar su amor en una parodia de amor, sino que, por el contrario, han de ponerlo al servicio de la castidad, para que vaya madurando en un altruismo y generosidad cada vez mayor, hasta que pueda llegar a su pleno desarrollo en el matrimonio. No nos olvidemos de que Dios creó al ser humano como varones y mujeres, y que a ambos les es sumamente útil para enriquecerse y llegar a su plenitud humana la relación con el otro sexo. Además, hay la ventaja de que el otro o la otra es una persona real, por lo que el conocimiento que se tiene del otro sexo es mucho más verdadero.
 
Pero se ha de reconocer en todo momento el derecho del otro o de la otra a salir con otras personas y a romper esa relación. Hay que tener el propósito de ayudar a la otra parte a ser mejor, y para cumplirlo hay que vivir cada día una vida más madura, más generosa, más cristiana, más fiel a las leyes y exigencias del amor. Ambos tienen que ser conscientes de que para ello deben renunciar a una parte de su individualismo y a algunas posturas egoístas. Por amor al otro no deben hacer nada que pueda herir la reputación del otro y nada que pueda avergonzarles si una tercera persona les ve. Incluso cuando está solo o sola ha de evitar tener comportamientos por ejemplo fantasías sucias eróticas, películas pornográficas etc., que no le gustaría nada que las tuviera su comparte. Es decir, debe ofrecer a su comparte lo que le gustaría que el otro le ofreciera.
 
En esta línea hay que juzgar sus demostraciones de afecto, como los besos. El primer beso es muy deseado por el adolescente, pero al mismo tiempo asusta, porque el acercamiento al otro está cargado de aprensión y temor y también por el miedo a no saber cómo hacerlo, lo que explica que el primer beso revista una gran intensidad emotiva. Pero el gran problema es: ¿por qué se da ese primer beso? Los motivos pueden ser muy diversos: la simple curiosidad, para saber cómo se hace, para hacer lo mismo que los amigos, para asegurarse de que soy capaz de gustar, o como señal de mi amor. En general, este beso es más importante para la chica que para el chico, pues la chica suele considerar que se compromete más.
 
Estas demostraciones de afecto los enamorados deberán ver si las realizan con limpieza de corazón, como legítima demostración de cariño, donde lo verdaderamente importante es el amor, o si por el contrario buscan aprovecharse, satisfacer su egoísmo o pasión. Está claro también que lo que en unos novios ya mayores pueden ser legítimas expresiones de amor, para estos chicos son expresiones de cariño prematuras y, por tanto, desaconsejables. En pocas palabras, deben recordar que todavía no son novios y mucho menos esposos, sino sólo son muy buenos amigos. Y, sobre todo, tienen que entender que el amor a otra persona es el camino normal hacia Dios.
 
Está claro que las relaciones entre jóvenes de esta edad pueden ser útiles y sanas, especialmente si no se fundan solamente en el ocio y diversión, sino que existe alguna actividad apostólica, cultural o de trabajo común, siendo el rendimiento en el estudio o trabajo un buen indicador de lo positivo o negativo de estas relaciones. Resulta interesante también saber que la masturbación se da en un grado notoriamente inferior entre quienes no acuden a las relaciones sexuales en su relación heterosexual. La razón es clara: el auténtico cariño y respeto hacia el otro ayuda a respetarse a sí mismo, ya que el amor serio hacia otra persona sirve para resolver el problema de la afectividad y en consecuencia de la masturbación.
 
Ojalá que cuando, muchos años más tarde, chicos y chicas recuerden su primer amor, puedan hacerlo con una gran sonrisa. Si son marido y mujer, porque empezaron a labrar su felicidad mutua desde el primer momento; y si no lo son, porque les queda un recuerdo agradable de una persona que les ayudó mucho en los años de su adolescencia y a la que también ellos ayudaron y ejercieron sobre ella un gran influjo positivo.
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