Jueves, 25 de abril de 2024

Religión en Libertad

El 73% de los votantes del PSOE dicen ser católicos: el socialismo andaluz, contra el giro laicista

Susana Díaz y Pedro Sánchez en las pasadas elecciones andaluzas - ella, ex catequista, ya gobierna y no necesita promesas laicistas de Sánchez
Susana Díaz y Pedro Sánchez en las pasadas elecciones andaluzas - ella, ex catequista, ya gobierna y no necesita promesas laicistas de Sánchez
El partido socialista ha incluido en su programa electoral una polémica promesa: si Pedro Sánchez gana el próximo 20 de diciembre, la asignatura de Religión será vetada del sistema educativo español.

Aunque la medida sonará muy bien a los sectores más laicistas del partida, sin embargo, los ideólogos del PSOE pueden haber cometido un error de imprevisibles consecuencias al elevar el tono laicista de su programa electoral con propuestas que recuerdan las de la etapa de Rodríguez Zapatero.

Al menos eso es lo que se desprende de los datos del último barómetro publicado por el CIS, en el que se afirma que un 73,2% de los votantes del PSOE se declara católico, un dato que se sitúa incluso 2,6 puntos por encima de la media total en España, que es del 70,6%.

Los votantes del PSOE que se declaran «ateos» representan un 7% y los «no creyentes» 15,4%; es decir, el electorado socialista que a priori podría sintonizar más con una propuesta como la de vetar la asignatura de Religión de todos los colegios suma un 22,4%, algo menos de la cuarta parte. Sólo un 2,3% de los votantes socialistes pertenecen a otras religiones.

El porcentaje de católicos es, lógicamente, mayor en el Partido Popular. Concretamente, un 91,3% declara pertenecer a este credo. Según el último barómetro de CIS, entre el electorado popular hay un 2,1% de «ateos», un 4,3% de «no creyentes» y un 1,3% de personas que practican otras religiones.

Al analizar los datos que aporta el CIS salta a la vista que el partido socialista sigue, en líneas generales, la media en todo el territorio en cuanto a la adscripción religiosa de sus miembros. Sin embargo, como ya se señaló, es precisamente en el porcentaje de personas que se declaran católicas donde el PSOE despunta. Algo que contrasta con la intención de Sánchez de incluir en el borrador de su programa, concretamente en el punto dedicado a la «laicidad», una propuesta que, de materializarse, equipararía la asignatura de Reigión a la de baloncesto o danza.

También se observa entre los datos del último barómetro que, paradójicamente, entre los socialistas hay menos ateos de media que en el conjunto de la sociedad española. Un 7% del electorado socialista se declara ateo mientras que en toda España el porcentaje es 2,7 puntos mayor y se sitúa en el 9,7%. El porcentaje de creyentes en otras religiones del PSOE y del conjunto de españoles es el mismo: 2,3%. El tanto por ciento que se declaran «no creyentes» es también muy parecido: 15,4% en el PSOE y 15,1% en toda la población nacional.

Estos datos se ven además reforzados si se tiene en cuenta que, ideologías anticlericales aparte, buena parte de la sociedad española tienen un alto concepto de la labor asistencia realizada por la Iglesia católica en nuestro país. En otras palabras: no hace falta ser católico para apreciar el trabajo que durante la crisis económica ha realizado una institución como Cáritas, por poner un ejemplo.

[En los años de la crisis, Cáritas ha aumentado un 50% en voluntarios y en fondos distribuidos, nota de ReL].

En cualquier caso, con esta última propuesta que Pedro Sánchez llevará en su programa puede suceder lo mismo que aconteció con otras análogas en la etapa en la que José Luis Rodríguez Zapatero ocupó la secretaria general del PSOE: fueron anunciadas y prometidas en reiteradas ocasiones pero nunca llevadas a cabo.

En Andalucía suprimir religión no gusta
La intención de Sánchez de suprimir Religión no ha sentado bien en algunas federaciones socialistas. Las relaciones Iglesia-Estado suponen un baile de la yenka tradicional en el PSOE, que desata a la bestia anticlerical cuando está en la oposición pero que se torna un manso gatito cuando tiene responsabilidades de gobierno.

El último episodio de esta dualidad clásica lo protagonizan las dos almas enfrentadas del socialismo español de hoy, que ya hallan en cada jalón del camino un motivo de fricción. Así, con la propuesta de suprimir la enseñanza de la Religión, que Ferraz incluyó en su catálogo de intenciones para el 20-D entre otras medidas laicistas, como la denuncia del concordato de 1979 o la supresión de la mención al catolicismo en el artículo 16 de la Constitución. Pedro Sánchez, en desesperada carrera electoral, anuncia que si conquista La Moncloa, la borrará de un plumazo de las aulas. Susana Díaz, asentada al frente del Ejecutivo andaluz, ordena silencio oficial pero alienta opiniones contrarias a la «última ocurrencia» de su archienemigo.

La postura de los socialistas andaluces con respecto al anuncio laicista de Pedro Sánchez es que «no hay nada que decir mientras no se abra el debate para incluir las diferentes propuestas en el programa electoral, que deberá ser consensuado con las diferentes federaciones». La andaluza es la más poderosa y sus dirigentes no están por la labor de aguantar más trágalas por sorpresa como el fichaje de Irene Lozano.

Pese a esta prudencia, naturalmente impostada, otras fuentes anuncian por qué se inclinarán los plenipotenciarios de Susana Díaz cuando comiencen las discusiones. Un «no» como un castillo basado en la realidad de una región en la que progresía y catolicismo siempre fueron compatibles, como gusta resaltar la propia presidenta cuando alude con orgullo a su pasado como catequista, y en la que las entidades religiosas todavía articulan a la sociedad civil sin sucedáneo posible. Basta con interpretar el gélido silencio, que en política a veces resulta atronador, que se hace en Andalucía alrededor de cada propuesta de Sánchez.

Desde la sede andaluza del partido también se reprocha a Sánchez que haya lanzado esta propuesta sin considerar «que las competencias de Educación están transferidas a las comunidades autónomas» o, con mayor fineza, se insinúa que se trata de un giro calculado para contentar a los socios radicales que «se buscó después de las elecciones de mayo» el secretario general.

El Gobierno andaluz no necesita gestos izquierdistas para sobrevivir y por eso, desde la Consejería de Educación, se emiten opiniones contundentes. «No vamos a hacer una valoración oficial pero está claro que la propuesta parece precipitada. Se puede plantear, quizás, sacar a la Religión del currículum, que no sea una asignatura puntuable. Pero de ahí a una prohibición de impartirla... está un poco fuera de tono», dicen desde la administración autonómica.

«Además –se añade–, no hace ni diez años que el Gobierno de Zapatero firmó unos acuerdos con la Iglesia que son satisfactorios para ambas partes. ¿No era un modelo a seguir en lo social? ¿En qué quedamos?».

En efecto, el último presidente socialista aplacó su rotundo laicismo en cuanto hubo de gobernar. Pese a que la negociación de la vicepresidenta Fernández de la Vega con el Secretario de Estado de la Santa Sede Bertone y el nuncio Monteiro levantó ampollas entre el sector más izquierdista del PSOE, Zapatero apeló nada menos que al texto constitucional para, en una entrevista difundida por RTVE, recordar lo siguiente: «Nuestra Constitución establece que el Estado debe mantener unas relaciones preferentes, singulares, con la Iglesia católica. Es decir, hay una especie de mandato para procurar que la que es una confesión mayoritaria en términos religiosos de los ciudadanos españoles tenga una relación con el Estado razonable, relación que se mantiene desde la Transición, que se traduce en acuerdos y que he mantenido porque creo que responde a un principio razonable que emana de la Constitución y que existe en otros países».

Un antiguo diputado en el Congreso, ya sin relación orgánica con el PSOE-A, asegura que «dejar de mencionar en la escuela la religión católica como un elemento clave en la Historia de Europa» sería «un disparate», aunque matiza que «va en la línea de la LOMCE, que ha achicado hasta la insignificancia a materias como la Filosofía o el Latín. España, Occidente en general, procede del mundo clásico y de la Cruz: sin tener consciencia de esta realidad, los estudiantes no sabrán nunca quiénes son ni en qué país viven y así tendrán la mente perfectamente atrofiada, lista para que se les inculque cualquier barbaridad. Otra cosa es que se vigilen con atención los planes de estudios para que no se adoctrine a los alumnos. Eso sí tiene cierta lógica. Pero, por ejemplo, es imposible explicar un programa de Historia del Arte a quien carezca de unas nociones mínimas sobre el cristianismo. Sería como enseñar fotografía a un ciego de nacimiento». Una severa admonición contra las tentaciones de practicar la ingeniería social.
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