Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Una niña de 12 años, un maestro inmigrante y un capellán preso de los japoneses, hacia los altares

Una niña de 12 años, un maestro inmigrante y un capellán preso de los japoneses, hacia los altares
La niña Charlene Richard, el maestro Auguste Nonco Pelafigue y el capellán Verbis Lafleur

ReL

La diócesis de Lafayette, en Lousiana (Estados Unidos) inició el pasado 11 de enero los procesos para beatificar tres personas de origen cajún (francohablantes de Lousiana), con una gran ceremonia pública presidida por el obispo, J. Douglas Deshotel.

De los tres candidatos, uno era capellán militar, el P. Verbis Lafleur, y murió en la Segunda Guerra Mundial en Asia, por lo que canónicamente el procedimiento requiere hablar con el obispo de su lugar de fallecimiento y con el obispo de las Fuerzas Armadas de EEUU, de modo que que aún no se ha iniciado oficialmente el proceso en sí.

Los otros sí son ya considerados Siervos de Dios al iniciarse su proceso canónico: son la niña de 12 años Charlene Richard y el laico, inmigrante llegado de Francia, Auguste “Nonco” Pelafigue. Sus perfiles los explicó la Catholic News Agency.

1. Charlene Richard: una niña con leucemia, gran intercesora

Esta adolescente de origen cajún nació en Richard, en el estado de Lousiana, el 13 de enero de 1947 y murió el 11 de agosto de 1959 a la edad de 12 años. Era “una joven común” que amaba el baloncesto y su familia, y se inspiró en la vida de Santa Teresa de Lisieux, dijo la representante de Friends of Charlene Richard, Bonnie Broussard.

Sufría de leucemia terminal, un cáncer en la médula ósea y el sistema linfático. Charlene afrontó la enfermedad con “fe más allá de la capacidad de la mayoría de los adultos, y determinada a no desperdiciar los sufrimientos que enfrentaría, se unió a Jesús en su cruz y ofreció su intenso dolor y sufrimiento por los demás”, dijo Broussard.

En las últimas dos semanas de su vida, Charlene preguntó al sacerdote que venía a visitarla todos los días, el P. Joseph Brennan: “¿Quién soy yo para ofrecerle mis sufrimientos por hoy?”.

Después de su muerte, la devoción a ella se extendió rápidamente, personas que se han beneficiado con la oración a Charlene han dado muchos testimonios”, dijo Broussard. Miles de personas visitan la tumba de Charlene cada año y 4.000 asistieron a la misa en el 30 aniversario de su muerte.

2. Auguste “Nonco” Pelafigue:  maestro rural, devoto del Sagrado Corazón

Auguste “Nonco” Pelafigue, fue un laico católico, cuyo apodo “Nonco” significa “Tío”. Nació el 10 de enero de 1888 cerca de Lourdes, en Francia, y emigró con su familia a Estados Unidos, donde se establecieron en Arnaudville, Louisiana.

El representante de la Fundación Auguste “Nonco” Pelafigue, Charles Hardy, señaló que era “como un buen tío para todos los que entraron en su (círculo) de influencia”.

Nonco estudió para convertirse en profesor, y enseñó en una escuela pública en una zona rural cerca de su ciudad natal antes de convertirse en el único profesor laico de la escuela Little Flower en Arnaudville.

Era miembro del Apostolado de la Oración, una organización que se originó en Francia y cuyo carisma es promover y difundir la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y rezar por el Papa. “Nonco era conocido por su apasionada devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a la Santísima Virgen María”, dijo Hardy.

Recorría caminos rurales a pie para visitar a los enfermos y los necesitados, y rechazaba que los vecinos lo llevarán incluso en las condiciones climáticas más adversas, porque consideraba que sus caminatas eran un acto de penitencia para la conversión de almas en la Tierra y la purificación de esas personas en el purgatorio, agregó Hardy.

Los fines de semana, Nonco enseñó religión a estudiantes de escuelas públicas y organizó La Liga del Sagrado Corazón, que distribuía folletos mensuales alrededor de la comunidad sobre la devoción. También organizó obras creativas para Navidad y otras fiestas especiales que retrataban historias bíblicas, vidas de los santos y la devoción al Sagrado Corazón de manera dramática.

“Mediante el uso del drama, compartió su amor apasionado por Cristo con sus alumnos y toda la comunidad. De esta manera, abrió no solo las mentes sino también los corazones de sus alumnos”, dijo Hardy. Nonco finalmente recibió la medalla Pro Ecclesia Et Pontifice del Papa Pío XII en 1953, “en reconocimiento a su servicio dedicado y humilde a la Iglesia Católica”, dijo Hardy.

“Durante otros 24 años, hasta su muerte en 1977, a la edad de 89 años, Nonco extendió continuamente la devoción al Sagrado Corazón de Jesús por un total de 68 años hasta el día de su muerte, el 6 de junio de 1977, que fue la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús”, dijo Hardy.

3. P. Joseph Verbis LaFleur: entereza como prisionero de guerra

El representante de los Amigos del P. Joseph Verbis LaFleur, el sacerdote Mark Ledoux, dijo en la ceremonia que este capellán militar es recordado por su heroico servicio durante la Segunda Guerra Mundial. “Vivió una vida extraordinaria en solo 32 años”, dijo Ledoux.

LaFleur nació el 24 de enero de 1912 en Ville Platte (Lousiana). Aunque provenía de “un hogar muy humilde y roto", P. LaFleur había soñado durante mucho tiempo con ser sacerdote, dijo el P. Ledoux. Durante sus vacaciones de verano en el Seminario de Notre Dame en Nueva Orleans, el P. LaFleur pasaba su tiempo enseñando catecismo y apoyando en la primera comunión.

Fue ordenado sacerdote el 2 de abril de 1938 y solicitó ser capellán militar, justo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Inicialmente, su solicitud fue denegada por su obispo, pero cuando el sacerdote lo solicitó por segunda vez, se la concedió.

Como capellán demostró heroísmo más allá del cumplimiento del deber, ganando la Cruz de Servicio Distinguido, el segundo honor más alto para el valor”, señaló el P. Ledoux.

“Sin embargo, fue como prisionero de guerra de los japoneses que el P. LaFleur reveló la intensidad de su amor” y su santidad. “Aunque sus captores lo patearon, abofetearon y golpearon, siempre buscó mejorar las condiciones de sus compañeros prisioneros de guerra”, dijo el P. Ledoux. “Incluso dejó pasar oportunidades para escapar para permanecer donde sabía que sus hombres lo necesitaban”, agregó.

Finalmente, el sacerdote terminó en un barco con otros prisioneros que fue impactado por torpedos, lanzados por un submarino estadounidense que no se dio cuenta de que el barco llevaba prisioneros de guerra.

“Fue visto por última vez el 7 de septiembre de 1944, ayudando a los hombres a salir del casco de la nave que se hundía, acción por la cual obtuvo póstumamente un Corazón Púrpura y una Estrella de Bronce. Y en octubre de 2017, por sus acciones como prisionero de guerra, al Padre se le otorgó una segunda Cruz de Servicio Distinguido”, dijo el P. Ledoux. El P. LaFleur fue reconocido en el Desayuno Nacional de Oración Católica en Washington DC. el 6 de junio de 2017, por el Arzobispo Timothy Broglio.

“Él era un hombre para otros hasta el final. El P. Lafleur respondió a su situación de prisionero de guerra con coraje creativo. Se basó en su virtud para cuidar, proteger y fortalecer a los hombres encarcelados con él”, señaló el arzobispo.

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