Jueves, 28 de marzo de 2024

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Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio del día

por Dentro, muy dentro de ti

Es domingo: Contemplar y Vivir el Evangelio de día
 
14 domingo del Tiempo Ordinario
 
Para empezar: Retírate… Recógete… Silénciate… Y así, toma conciencia de esta realidad: Dios estás aquí… Dios está en mí… En silencio interior adora esa Presencia… Y así, desde tu corazón silencioso te puedes expresar así: Creo, Señor… Gracias, Señor… Yo también estoy aquí por ti, para ti… Hazme todo tuyo en ti…
 
Leer despacio el texto del Evangelio: 11,25-30
 
Jesús tomó la palabra y dijo: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo requiera revelar. Venid a mi todos lo que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi suyo es llevadero y mi carga ligera”.
 
Contemplar…, y Vivir…
 
Composición de lugar: Este texto lo sitúa el evangelista Mateo entre el discurso de envío a la misión, que concluyó con el texto del domingo pasado, y el de las parábolas, que dará comienzo el próximo domingo. Este fragmento de hoy parece un descanso intermedio hecho por Jesús, -(¿quizá un día de retiro?)-, dedicado todo él a la alabanza, a la acción de gracias, al encuentro personal con el Padre, e invitando a los que le acompañan, a aprender de Él, a descansar con Él, a llevar la cruz con Él.
>Únete a Jesús y contémplale: cómo está, cómo ora, qué dice… Escucha atento y haz tuyas esas mismas palabras que Él dice. Las necesitas… No necesitas ningún otro esfuerzo sino el de la fe, la compañía, el deseo de hacer como Él, de aprender a orar con Él y como Él…
>Te doy gracias, Padre… Lo primero es dirigirse a su Padre, pues está siempre en comunión con Él: hablar al Padre, escuchar al Padre. Esto ha de ser siempre lo primero en la oración: entrar en contacto con Él y de una manera entrañable: Abbá, palabra filial cariñosa, confiada, íntima, que sale solita del tierno corazón que ama. De este modo, la oración es encuentro interpersonal amoroso. Y lo primero también es darle gracias, porque sabe que el Padre, el Abbá, es también la fuente de toda vida, de todo amor, de todo don siempre regalado. ¿Cómo es tu oración? ¿Encuentro filial entrañable, esperado, abrazado? ¿Es abandono seguro en Él? Si no es así, no habrá encuentro de dos corazones que se aman, se funden, se abrazan. Habrá lo que sea, pero no oración contemplativa.
>Señor del cielo y de la tierra… A Dios su Padre, le confiesa además como Señor del cielo y de la tierra. Es el Creador, por tanto el Señor. También es importante que Jesús nos enseñe a tratarle así: Señor, Creador de todo, para reconocerle y confesarle como único Dios. Para Jesús es un auténtico acto de humildad, y para nosotros con más razón. Este Dios Padre, Señor, etc., tiene el poder y el poderío del Amor,  nada le escapa. Es una invitación a la confianza y a la esperanza. ¿Lo crees tú así? ¿Cómo lo vives? Ha de ser parte de tu oración y de tu vida.
>porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. He aquí el modo de hacer del Padre y Señor: esconder y revelar. Esconder, ocultar cuanto hemos señalado y otras muchas cosas más que hacen parte de su amante corazón y de su proyecto de amor con el hombre y para el hombre. Oculta estas cosas a los engreídos y prepotentes porque estos tienen el corazón cerrado y duro: no quieren ser iluminados por la luz de la verdad de Dios que Jesús trae al hombre. Revela, las da a conocer a quienes son y se saben pobres, sencillos, humildes, porque reconocen que todo su poder es y está en Dios. Estos son los queridos y agraciados por Dios. ¿De qué lado estás tú? ¿Qué te dice tu fe, tu corazón…? Dios no tiene secretos para los pequeños. Es más, descubren el sentido de la Palabra de Dios cuando la oyen, meditan o contemplan. ¿Te pasa eso a ti? ¡Por ahí puedes tener una pista!
>Sí, Padre, ha sí te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo requiera revelar. Jesús se alegra en lo que le place y complace al Padre, no quiere tener otro querer que su querer, otra voluntad que la suya. Y porque vive todo de cara al Padre en obediencia filial, el Padre y el Hijo se conocen entre sí como nadie: esos dos corazones laten al unísono en lo que viven y hacen, y se funden en el amor. En la unión de corazón con Jesús, se te dará a conocer en profundidad su persona, sus criterios, sus valores, sus amores: esos que humanizan, santifican y salvan. Búscale en la intimidad, se te revelará… Puede ser ahora mismo…
>Venid a mi todos lo que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi suyo es llevadero y mi carga ligera”. Acoge esta invitación. Es la invitación que Jesús te hace para intimizar con Él, para unirte de corazón a Él. Es una ardiente invitación de Maestro y Amigo para alivio de las cargas y cansancios de las cruces de la vida…, a tomar su yugo…, a aprender de Él la mansedumbre y humildad… a encontrar descanso en El… No nos quiere abrumados, agobiados y cansados. El secreto está en vivir con Él y acoger su yugo, es decir, su amor a los demás, su amor a todos. Su Presencia y su amor ni pesan, ni cansan y son el impulso del amor fraterno que nos anima siempre. ¿Podre entender algo de todo esto? ¡Es importante! Pero hay que rumiarlo, repasarlo por el corazón o sea contemplarle y contemplarlo para que me vaya impregnando y empapando. Saldré entonces todo renovado y seré capaz de cooperar a favor de un mundo con más paz, concordia, hermandad, alegría… Escucha repetida en tu interior la invitación de Jesús: Venid a mí… “Aquí estoy, Señor”… Y que todas sus palabras sigan resonando dentro de ti… ¡Te irás sintiendo otro, nuevo, suyo y de los demás!
 
Para terminar: Te doy gracia, Padre, Señor del cielo y de la tierra… Es lo primero y principal: la gratitud por cuanto te está revelando de sí mismo y también de ti… Intenta tú ir a Él por la apertura de corazón y la acogida… Lo demás te viene y vendrá regalado. Ten calma. Ten paz. Y vete a vivir en el mundo, en tus cosas, sin ser del mundo ni esclavo de tus cosas. Entonces sí, sentirás descanso y alivio. Prueba ya…
 
 
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