Viernes, 29 de marzo de 2024

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Del corralito español: la precaria situación de España en el euro

por Luis Antequera

 
            Ya es un secreto a voces. La permanencia de España en el euro peligra.
 
            Somos muchos los que creemos que la súbita conversión de Zapatero al rigor económico y a las recetas que deben acometerse en una situación de crisis como la actual, tiene que ver con que por fin, a falta de una oposición seria dentro del país que lo hubiera hecho, alguien en el extranjero le ha leído la cartilla al presidente y le ha contado, naturalmente con traductor (y probablemente hasta con maestro de escuela), que la principal consecuencia de su irresponsable política económica puede consistir en la expulsión de España de la eurozona, algo que, explicado en términos zapateriles que el presidente pueda entender, afectaría seriamente a su popularidad, y podría hacerle perder unas elecciones. Para que nos entendamos, un corralito a la española. Por lo que nada tendría de casual que dicha conversión a la ortodoxia, con el anuncio de la reforma laboral, el plan de reducción del gasto público, la reforma del sistema de pensiones, se hubiera producido justamente a la vuelta de los muchos viajes -Davos, Parlamento Europeo- realizados últimamente por el infausto inquilino de la Moncloa.
 
            Y es que por lo que al euro se refiere, y dicho en pocas palabras, España maneja una moneda que le queda grande, con un tipo de cambio excesivo que prima la importación y castiga la exportación, en un país que, estructuralmente hablando, tiende a acumular una larga deuda exterior, todo lo cual convierte la economía española en una economía poco competitiva.
 
            Bien es verdad que desde este punto de vista, las ventajas y certidumbres que proporciona compartir moneda con los que constituyen los principales socios comerciales de España contrarresta, al menos en parte, el inconveniente de su alta cotización. Ahora bien, no les quepa la menor duda: si España hubiera sido soberana para ello como lo era en los días de la peseta, hace tiempo que habría devaluado, y ni siquiera un 30%, como se hizo en los años 90, sino probablemente más, como lo ha hecho en la ocasión presente el Reino Unido, fuera, como se sabe, de la eurozona.
 
            Asumido mal que bien ese problema de base, sobreviene en un corto futuro un segundo del que ya veremos que tan mal parada sale la economía española. Consiste el mismo en que, superado por las principales economías de la eurozona el pico de la crisis y entrando como entran de nuevo en tasas crecimiento, lo normal, lo ortodoxo, lo esperable, es que el Banco Central Europeo proceda a un rápido incremento de los tipos de interés, entre otras cosas para drenar la mucha liquidez que ha inyectado en los mercados con su actual política de tipos bajísimos (1%). Dicha medida tendría para una economía como la española que no ha abandonado las tasas negativas de crecimiento –ni se espera que lo haga-, y que en consecuencia lo que necesita es perseverar en una política monetaria de bajos tipos de interés, un efecto irreparable.
 
            Pero es que, lamentablemente, no se trata sólo de eso. Es que, además, la deuda pública española, en torno al 55% hoy, deuda que aumentará a medida que el Gobierno siga incurriendo en el déficit colosal en el que lo hace(12% en 2009, lo ortodoxo habría sido no superar el 3%), empieza a contarse entre las más elevadas de Europa.
 
            Añádase a ello que la deuda privada española, es decir la que acumulan no ya el Estado sino los ciudadanos, es la más alta del mundo –los ciudadanos españoles debemos como media lo que somos capaces de producir en dos años- y ya me dirán Vds. cómo vamos a pagar los españoles, tanto el Estado como los ciudadanos individualmente, las deudas que hemos acumulado si encima nos suben los tipos de interés [*].
 
            Quiere todo ello decir que finalmente, no es sólo la Europa del euro la que puede estar interesada en prescindir de España para que deje de distorsionar sus cifras económicas; es que puede ser la propia España la que solicite un abandono, definitivo o temporal, de la moneda común, por no soportar más el excesivo coste que la misma imponga a su economía, tanto a su sector público como a su sector privado.
 
            Y todo ello, entiéndase bien y quede suficientemente claro, por la irresponsabilidad de un gobernante, el Excmo. Sr. D. José Luis Rodríguez Zapatero, Presidente del Gobierno de la Nación, de infausta memoria para este país, al que amén de otros perjuicios no menos importantes, -el descrédito internacional, resucitadas rencillas entre sus ciudadanos-, le ha producido el de actuar durante dos enteros años como si nada pasara, ignorando la crisis en la entelequia de que España la superaría gracias al esfuerzo de los demás [1], mientras ella misma, como en el cuento de la cigarra, se dedicaba a cantar.
 
 
 
 
[*] Por si el escenario no fuera lo suficientemente pesimista, incluyan también Vds. las colocaciones de deuda pública que el Gobierno quiere realizar, ¡¡¡ni más ni menos que 211.000 M.€ (más del 20% del PIB) !!! durante 2010 para hacer frente a los grandes vencimientos que se producen este año. Anoten las fechas de esos vencimientos, porque con ocasión de alguno de ellos, al igual que ocurrió en la Argentina (si alguna vez visitan Vds. el maravilloso país andino-patagónico, se sorprenderán de ver como hasta taxistas y porteros saben cuando se producen los grandes vencimientos de la deuda exterior argentina), podría producirse el desastre.
 
 
[1] Si quiere Vd. acceder a la entrevista original en Newsweek:
 
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