Jueves, 28 de marzo de 2024

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Debate con los ateos

Debate con los ateos

por Duc in altum!

Antes que nada, quiero decir que me parece muy importante dialogar con los ateos, con su forma de ver y entender la vida. El que no estemos de acuerdo en materia de fe, abre la posibilidad de un debate serio y, al mismo tiempo, cercano. Sin ellos, quizá nunca me hubiera planteado algunas preguntas que me han servido para reafirmar lo que creo.

A continuación, veremos tres argumentos del ateísmo, acompañando cada caso con una respuesta concreta y razonada:

Argumento: La fe responde a la necesidad que tiene el ser humano de explicar lo inexplicable.

Contrargumento: Ciertamente, en un momento dado se atribuyeron a Dios y/o al demonio, algunos fenómenos naturales que resultaban incomprensibles, pues el conocimiento todavía no había adquirido la riqueza intelectual con la que cuenta actualmente. Pensemos, por ejemplo, en las culturas prehispánicas, sin embargo, con el avance de la ciencia y de la tecnología, podemos decir que tal argumento está desfasado, fuera de lugar. Si la fe es cuestión de ignorantes, ¿habría que llamarle de ese modo a Isaac Newton, Gregor Mendel, Albert Einstein o Georges Lemaître? Sus investigaciones se dieron en el marco del método científico y nunca dejaron de creer en Dios. Al contrario, lo descubrieron en la ciencia. Lo anterior, sin olvidar que incluso dentro de la Ciudad-Estado del Vaticano, existe la Pontificia Academia de las Ciencias. En otras palabras, desde hace varios años, el conocimiento está al alcance tanto de la Iglesia Católica, como de los creyentes en general, lo cual, a su vez, deja claro que la ignorancia del oscurantismo, no puede servir como argumento para asegurar que la fe está determinada por la falta de acceso a la información, a los nuevos descubrimientos.

Argumento: Como los creyentes son débiles e infantiles, necesitan de un adulto (Dios) que llene sus deficiencias.

Contrargumento: Hay que reconocer el peligro que supone vivir una fe poco equilibrada, desconectada de la realidad, pues en dicho punto tienen toda la razón los ateos, sin embargo, conviene distinguir entre los que practican una espiritualidad abstracta o esotérica, equiparable a la pseudociencia, de los que vivimos una fe abierta a la razón. En este último caso, hay que aclarar que no se trata de debilidad o falta de madurez. Todos somos débiles en algún aspecto, independientemente de la ideología que se tenga. Por lo tanto, el ateísmo no puede considerarse un sinónimo de fortaleza, pues esto supondría una posición equivocada, alejada de la verdad de las cosas. Dios no es un invento del cerebro, un mecanismo de defensa, pues su efecto es visible en el mundo exterior. La oración, es decir, el acto de fe, a través del cual, una persona se abandona en las manos de Dios, alcanza efectos palpables en la realidad. Por ejemplo, ante la curación repentina de una persona, sin que medie algún factor humano. Si bien es cierto que los creyentes ponemos nuestra fe en Dios, no es menos cierto que los ateos lo hacen respecto a ciertos autores que les han servido para poder desarrollar y explicar los puntos básicos de su posición. Por lo tanto, la existencia de Dios no puede descalificarse por la supuesta fortaleza de los ateos, en contraposición con la debilidad de los creyentes, pues queda claro que la fragilidad, física o psicológica, aplica en términos generales, ya que no hay ningún ser humano que pueda decirse inmune al respecto. Si Dios fuera un autoengaño, ¿por qué la oración produce cambios en la realidad exterior? El que, por ejemplo, en algunos casos muy complicados, todo se coordine para estar en condiciones de resolver un problema que parecía hasta hace poco imposible, no puede ser consecuencia del azar.

Argumento: No hay forma de demostrar o probar la existencia de Dios.

Contrargumento: ¿Quién ha dicho que la verdad está sujeta a resultados, única y exclusivamente, cuantitativos? Si Dios pudiera ser llevado a un examen de laboratorio, caería en la contradicción, pues lo divino va más allá del tiempo y del espacio, no se le puede poner bajo el microscopio, ya que se trata de un ser infinito, increado. Por lo tanto, es imposible medir o calcular a Dios. Ahora bien, lo que si se puede es descubrir su huella en la naturaleza, en el origen del cosmos. La teoría del Big Bang, no nos explica qué se dio antes de la gran explosión, sin embargo, es congruente con el argumento de que Dios puso las condiciones necesarias para que pudiera darse. Sembró la semilla que, más tarde, dio lugar al árbol. Las matemáticas, por ejemplo, poseen varios elementos numéricos relacionados con el infinito, es decir, con una característica o atributo de Dios. De ahí que sea invisible a nuestros ojos, pero visible a partir de sus efectos.

Conclusión:

  Hay que insistir en la relación que existe entre la fe y la razón, pues es la única vía que existe para llegar a la verdad. Lo anterior, dialogando y debatiendo. La lógica y la filosofía tienen mucho que decir. Vale la pena impulsar iniciativas que tengan dicho objetivo.  

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NOTA: LAS RESPUESTAS INSERTADAS DENTRO DEL COMENTARIO, BAJO LAS INICIALES "CJDR", CORRESPONDEN AL AUTOR DEL BLOG. LO ANTERIOR, COMO UNA MUESTRA DE ATENCIÓN, EDUCACIÓN Y AGRADECIMIENTO PARA CON LOS(AS) LECTORES(AS).

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