Jueves, 28 de marzo de 2024

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De Sebastián Romero Radigales, 7º español "justo entre las naciones": ¿un diplomático contra Franco?

por En cuerpo y alma

 
 
            De la página (en español) del Yad Vashem extraigo la siguiente reseña sobre Sebastián Romero Radigales, que supongo la base sobre la que se sustancia el valioso reconocimiento del que ha sido hecho objeto el gran diplomático español:
 
             “Sebastián de Romero Radigales llegó a Atenas en 1943 para asumir el cargo de nuevo jefe de la legación diplomática española. Grecia ya estaba bajo ocupación alemana y en marzo de 1943 había comenzado la deportación de los judíos de Salónica a Auschwitz. En un lapso de cinco meses fueron deportados 48.000; la floreciente comunidad judía, que había existido desde la época helenística, fue casi completamente destruida.

 

 

 
            Por razones pragmáticas los alemanes consintieron en exceptuar a judíos poseedores de ciudadanía italiana y española de la deportación, con la condición de que regresasen a sus respectivos países. Los judíos italianos se salvaron y pudieron volver a Italia. Pero los que ostentaban ciudadanía española se toparon con la reticencia del gobierno español de permitirles ser repatriados.
 
            Esta era la situación con la que se encontró Romero Radigales a su llegada. En una carta del 15 de abril de 1943, escrita poco después de su arribo, agradecía al ministro de Asuntos Exteriores Gómez-Jordana por el nombramiento e indicaba que estaba ocupado arreglando la repatriación de 510 judíos de Salónica que tenían ciudadanía española. A pesar de las instrucciones del ministro de “mantener una actitud pasiva, [y] evitar toda iniciativa personal”, Romero Radigales continuó negociando incansablemente a favor de los judíos con las autoridades alemanas y españolas.
 
 

Sebastián Romero Radigales y esposa en Atenas
           El 13 de agosto de 1943 un grupo de 637 judíos poseedores de ciudadanía española llegaron a Bergen-Belsen. Romero Radigales continuó sin darse tregua con sus esfuerzos de proteger a esas personas, hasta que finalmente el gobierno español cambió su posición y permitió el traslado del grupo a Marruecos español. Los documentos de viaje llevaban la firma de Romero Radigales. Issac Revah, por entonces un niño, recuerda cómo se les permitió abandonar el campo en febrero de 1944. “Ser liberado de un campo nazi es un evento increíble. Todo ocurrió gracias a un hombre excepcionalmente valeroso y humano”, escribió a Yad Vashem. Revah no olvidó las acciones de su salvador y se dirigió a Yad Vashem para que Romero Radigales sea honrado y reconocido como Justo de las Naciones.

 
            Romero Radigales hizo todo lo que estaba en su poder para asistir a los judíos en Atenas. También intervino ante las autoridades alemanas para que liberasen a judíos del campo de detención de Haidari; también guardó las pertenencias de judíos arrestados, para asegurar de que fuesen devueltas a sus propietarios -o a sus herededros legales después de la guerra- acciones que iban más allá de sus deberes como diplomático, y a menudo contradecían la política de su gobierno”.
 
            Yo me alegro mucho del nombramiento de D. Sebastián como justo entre las naciones, y felicito En Cuerpo y Alma a sus familiares por esta distinción que supone el merecido reconocimiento a su comportamiento, a la vez compasivo y heroico, durante la Segunda Guerra Mundial. Pero lamento, una vez más, tener que ver escritas sandeces como la expresada en el segundo párrafo de la reseña dedicada al diplomático español:
 
            “Pero los [judíos] que ostentaban ciudadanía española se toparon con la reticencia del gobierno español de permitirles ser repatriados”.
 
             Junto a los defectos que históricamente se atribuyen al pueblo judío, nadie ha incluído nunca la ingratitud, algo de lo que el reconocimiento público del Yad Vashem a los justos entre las naciones, con todas las prebendas a las que da derecho (pinche aquí para conocerlas), no es sino una manifestación más. Las autoridades judías, el Yad Vashem, el pueblo judío, no están obligados a hacer suyos los complejos, la falsificación y la instrumentación que de la historia española hacen políticos e historiadores españoles, ni tampoco los resentimientos que algunos españoles sienten, -a menudo sin ni siquiera ser capaces de escribir más de dos líneas sobre ellos-, hacia muchos de los personajes de su historia. Y harían bien, por el contrario, en buscar la verdad allí donde se encuentra, haciendo mejor caso de lo que los propios historiadores imparciales, -muchos de ellos judíos, muchos de ellos antifranquistas-, han establecido por lo que se refiere a la intachable conducta del Régimen franquista en los terribles eventos que condujeron al Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial, que puede Vd. conocer con todo detalle sin más que pinchar aquí.

            A modo de píldora, dejo para Vds. algunos testimonios bien significativos sobre el tema:
 
            “Lo digo con pena, pero países como Suiza o España [...] en proporción a sus recursos y poblaciones, han hecho [por los judíos] una labor mucho mayor que Gran Bretaña y Estados Unidos”. (Rabino Maurice Perlzweig, fundador y primer presidente del Congreso Mundial Judío, británico. Mensaje radiofónico emitido el 9 de mayo de 1943, en pleno Holocausto).

            “Se puede calcular que se salvaron pasando por España durante la primera mitad de la guerra unos 30.000 judíos [...] Entre el verano de 1942 y el otoño de 1944, el máximo será de 7.500 [total, 37.500 judíos salvados por el Régimen] (Haim Avni, historiador judío antifranquista, en su obra “España, Franco y los judíos” ).

            “Sanz Briz [primer español declarado ‘justo entre las naciones’] sostuvo en 1964 que Franco, después del derrocamiento de Horthy [el dictador húngaro filofascista derribado en 1944], le había encargado a través del Ministerio de Asuntos Exteriores salvar a tantos judíos como fuese posible” (Bernd Rother, historiador antifranquista, “Franco y el Holocausto”, pág 370).
            
            Y sin más por hoy, deseo a Vds. una vez más que hagan mucho bien y no reciban menos. Como el mucho que hizo Sebastián Romero Radigales, como el mucho que hizo a muchos judíos el Régimen franquista.
 
 
            ©L.A.
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