Jueves, 25 de abril de 2024

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De la Evangelium Vitae y el voto al PP en estas elecciones

por Luis Antequera

 
            Dice la Encíclica Evangelium Vitae, el Evangelio de la Vida, dedicada, como su propio nombre indica, a la protección que en la doctrina cristiana merece la vida humana, al referirse concretamente al problema de las leyes de aborto que se aprueban por doquier en el mundo:
 
            “Un problema concreto de conciencia podría darse en los casos en que un voto parlamentario resultase determinante para favorecer una ley más restrictiva [de aborto], es decir, dirigida a restringir el número de abortos autorizados, como alternativa a otra ley más permisiva ya en vigor o en fase de votación. No son raros semejantes casos. En efecto, se constata el dato de que mientras en algunas partes del mundo continúan las campañas para la introducción de leyes a favor del aborto, apoyadas no pocas veces por poderosos organismos internacionales, en otras naciones -particularmente aquéllas que han tenido ya la experiencia amarga de tales legislaciones permisivas- van apareciendo señales de revisión. En el caso expuesto, cuando no sea posible evitar o abrogar completamente una ley abortista, un parlamentario, cuya absoluta oposición personal al aborto sea clara y notoria a todos, puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública. En efecto, obrando de este modo no se presta una colaboración ilícita a una ley injusta; antes bien se realiza un intento legítimo y obligado de limitar sus aspectos inicuos” (Evangelium Vitae 73)
 
            El programa del PSOE en lo relativo al aborto, recoge el siguiente exabrupto que debería avergonzar a quien lo escribió y a todos aquéllos por cuyas manos ha pasado para engrosar dicho programa:
 
            “La Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo [la Ley Aído para que nos entendemos] es parte fundamental de las políticas preventivas [la muerte convertida en instrumento de prevención] y del derecho a la salud pública [una ley de la muerte convertida en una ley de la salud pública]; su aprobación ha supuesto el reconocimiento del derecho [la muerte de un feto convertido en un derecho] de las mujeres a decidir sobre su propia maternidad [la maternidad convertida en instrumento de la muerte], terminando con la inseguridad jurídica que afectaba a las mujeres y a los profesionales sanitarios que intervenían en las interrupciones de embarazos no deseados”.
 
            Esta es la situación de partida, aquélla en la que nos hallamos.
 
            Refiriéndose al mismo tema el del Partido Popular afirma lo siguiente:
 
            “La maternidad debe estar protegida y apoyada. Promoveremos una ley de protección de la maternidad con medidas de apoyo a las mujeres embarazadas, especialmente a las que se encuentran en situaciones de dificultad. Impulsaremos redes de apoyo a la maternidad. Cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, así como de las menores.”
 
            Esta debería ser la situación a la que vamos.
 
            Ahí les dejo los elementos que necesitan para juzgar. Ahora, háganlo Vds. cada uno en su fuero interno. Pueden Vds. poner el acento donde la Evangelium Vitae dice que lo dicho en ella es de aplicación “cuando no sea posible evitar o abrogar completamente una ley abortista”. Pueden Vds. también hacerlo donde dice “en otras naciones -particularmente aquéllas que han tenido ya la experiencia amarga de tales legislaciones permisivas- van apareciendo señales de revisión […] Obrando de este modo [aprobando una ley menos perversa] no se presta una colaboración ilícita a una ley injusta; antes bien se realiza un intento legítimo y obligado de limitar sus aspectos inicuos”.
 
            Dice el slogan electoral de UPyD: “Cada voto cuenta”. Digo yo: “Cada vida cuenta”. Y digo también: no debemos asustarnos por dar un paso en la buena dirección sólo porque sea corto. A menudo los pasos largos vienen después de los cortos. La guerra, esa sí que va a ser larga, no les quepa duda. Pero pasado mañana libramos una de sus batallas. ¿La disputamos para ganarla aunque el objetivo final aun quede lejano? ¿O nos retiramos y nos replegamos a nuestra posición? ¿Estamos mejor replegados que dando la batalla?
 
 
            ©L.A.
            encuerpoyalma@movistar.es
 
 
 
 
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