Viernes, 29 de marzo de 2024

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De la bella costumbre de enviar crismas (o christmas), hoy en extinción

por En cuerpo y alma

 

 
            Si uno busca la palabra “crisma” en el Diccionario de la RAE se encuentra con esta definición:
 
            “(Del lat. chrisma, y este del gr. χρῖσμα).
            1. amb. Aceite y bálsamo mezclados que consagran los obispos el Jueves Santo para ungir a quienes se bautizan y se confirman, y también a los obispos y sacerdotes cuando se consagran o se ordenan. En leng. coloq., u. m. en f.
            2. f. coloq. cabeza (‖ parte superior del cuerpo)”
 
            Lo que quiere decir que con la grafía española “crisma” el Diccionario no recoge el término. Sí lo hace en cambio con la grafía inglesa, “christmas”, donde no sin avisar de que se trata de una “voz inglesa”, lo define como “1. m. Tarjeta ilustrada de felicitación navideña”.
 
            La introducción de la palabra en el español es muy curiosa porque en realidad, es una abreviatura del término inseparable en inglés “Christmas card”, “tarjeta de navidad”, adquiriendo así en nuestra lengua un significado que no tiene ni en aquélla de la que procede. Por otro lado, Christmas proviene de la unión de Christ, “Cristo”, y mass, “misa”, que pierde una de sus eses al formar la palabra, y éste, del término “Cristes Maesse”, registrado por primera vez en un escrito del año 1038.
 
            El Diccionario nos depara además una sorpresa, pues la entrada viene encabezada por la siguiente afirmación: “Artículo propuesto para ser suprimido. Avance de la vigésima tercera edición”, una propuesta relacionado no tanto con el hecho de ser un “extranjerismo”, un “anglicismo” en este caso, como con el desuso en el que está incurriendo la bella costumbre de enviar tarjetas de felicitación específicas con ocasión de las fiestas navideñas.

 
 

  
            La aparición de tarjetas navideñas de felicitación está íntima e inseparablemente relacionada con la implementación de los primeros servicios modernos de correos y la divulgación de su uso a la generalidad de la ciudadanía. La Wikipedia en inglés atribuye el envío del primer crisma a Sir Henry Cole, tarjeta que habría sido diseñada por John Callcott Horsley en Londres el 1 de mayo de 1843 y de la que se habrían tirado algo más de dos mil ejemplares, vendidos a un chelín, con un tema relacionado con la caridad, pero no propiamente navideño, aunque sí felicita propiamente la Navidad. Sir Henry Cole fue una de las personas responsables de la implementación del moderno servicio de correos británico o el Uniform Penny Post, bajo el cual se emite el primer sello de correos, el Penny Black, apenas tres años antes de enviar el primer supuesto crisma.
 
            En cualquier caso, la costumbre decae hoy día. Los muchos medios de comunicación alternativos aparecidos en el último decenio -esemeeses masivos, correos colectivos, guasaps grupales, etc.- y la velocidad que la vida moderna impone, hacen que la cifra de los crismas enviados se reduzca cada año, algo de lo que es bien indicativo el hecho de que el Diccionario, como hemos visto más arriba, incluso proponga la baja del término.
 
            Una pena, aunque sólo sea porque si antes con el manuscrito de un crisma, su ensobrado, su envío, representaba siempre la dedicatoria de unos minutos de nuestra vida y de nuestro esfuerzo a los amigos y a los seres queridos, los envíos masivos de hoy día más que la dedicatoria de ese esfuerzo parece representar justamente lo contrario: la demanda al receptor del envío de que dedique unos minutos a recordarnos a nosotros. No es mejor, pero tampoco está mal: quiere decir que, al menos, seguimos necesitando que los nuestros se acuerden de nosotros, y que en vez de tomar nosotros la iniciativa de recordarles, tomamos la de pedirles que lo hagan… pero al fin y al cabo, otros lo harán con nosotros y de esa manera, seguiremos dedicando unos minutos a recordarles. Peor será el día en que ni siquiera necesitemos que los nuestros nos dediquen un recuerdo. Pero ese día no llegará… espero.
 
            Y bien amigos, que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Y que reciban Vds. muchas felicitaciones, también ahora que se acerca el fin de año y el comienzo de uno nuevo, y tengan así muchos amigos en los que pensar. Yo desde aquí les voy enviando la mía: que tengan una felicísima noche de Año Viejo en compañía de las personas con las que más deseen pasarla, y que el Nuevo Año les colme a Vds. de felicidad.
 
 
            ©L.A.
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