Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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¡D. Alfredo, que va Usté mu sobrao!

por Luis Antequera

 
            Produce erisipela contemplar, en cada jornada de preguntas al Gobierno en el Congreso de los Diputados, la manera en la que los miembros del Gobierno despachan las preguntas de la Oposición. En los tiempos de la ínclita Vicepresidenta Fernández de la Vega, hoy consejera de Estado con un suculento salario, no conseguimos salir del socorrido “a Vds. lo que les pasaaaaa, es que tienen prisa por llegar al Gobieeeeerno, y se les notaaaaa, Señoría, claro que se les notaaaaa”, dicho, por cierto, con ese particular gracejo con que se despachaba la Sra. De la Vega con aquéllos que no gozaban de su simpatía. Una cantinela que le sirvió a la Vicepresidenta, durante los seis años que lo fue, para responder a muy poquitas de las preguntas que se le realizaban en el hemiciclo.

            El actual Vicepresidente Chaves, a cada cuestión que se le realiza sobre los casos innumerables y gravísimos de corrupción en el Gobierno andaluz del que él fue presidente, se refiere a una supuesta conspiración contra su familia a la que dedica todo el tiempo del que dispone para la respuesta, mientras con indisimulada impaciencia y ansiedad, cuenta los segundos que le faltan para terminar con la tortura que representa para él hablar dirigiendo la mirada al reloj del Congreso que mide el tiempo de las respuestas.
 
            Pero de todas las respuestas, me ha causado particular estupor e indignación la realizada ayer a la pregunta que se le formuló sobre el caso Faisán por el que pasa por ser la materia gris del actual Gobierno: su flamante Vicepresidente primero, candidato de todas las quinielas, Sr. Rubalcaba. Acompañado, además, de las risotadas de todos sus compañeros de bancada, en un espectáculo deplorable de falta de respeto al Congreso y al pueblo que representa, indigno de cualquier sistema democrático que se precie.
 
            El caso Faisán, Sr. Rubalcaba, es un caso muy grave. Ojalá pudiera decir que es el más grave ocurrido en los treinta y cinco años que tienen nuestra democracia, -en muchos países algo como el caso Faisán lo sería-, pero me resulta muy complicado hacerlo en un país donde, como en el nuestro, tan dudoso honor se lo ha de disputar con escándalos como el del terrorismo de estado de los GAL; las mentiras relativas a un vergonzoso proceso de rendición ante una banda terrorista orquestados desde el Gobierno; los escándalos en la investigación del atentado más grave de la historia de Europa; o los tejemanejes realizados para llevar a cabo enteras reformas constitucionales mediante cualquier sistema menos por el que la propia Constitución consagra.
 
            Como quiera que sea, Sr. Rubalcaba, el caso es de suma gravedad. Podrá Vd. reivindicar su desconocimiento por lo que a él se refiere, aunque la mera ignorancia de lo ocurrido en el ministerio que dirige Vd., le invalida para continuar como titular del mismo. Podrá incluso clamar por la inocencia de tal o cual persona más o menos allegada a Vd. y más o menos cercana en la cadena de mando. Lo que no puede Vd. hacer es tomarse a rechufla las preguntas que sobre el tema le realice quien quiera que lo haga, porque, permítame que se lo recuerde, Sr. Rubalcaba, lo ocurrido en el bar Faisán fue y es muy grave, verdaderamente muy grave.

            No se da en todos los países ni todos los días que cuando los policías van a detener a un terrorista y a realizar una operación antiterrorista de envergadura, un policía –¡si sólo fuera un policía!- le dé aviso a los terroristas de que se está montando un operativo contra ellos para que puedan huir con el botín estafado a honrados empresarios que trabajan con denuedo para sacar sus empresas adelante y no tener que despedir mano de obra; que el fiscal del caso pida su archivo; y que un juez, por cierto tres veces imputado por prevaricación, lo traspapele "accidentalmente" en el cajón.
 
            Si degradante para su persona y para nuestro sistema político fue la actitud tomada por Vd. mismo ante la importante cuestión por la que se le preguntaba, no menos degradante fue la actitud de la práctica totalidad de su grupo parlamentario riéndole la ocurrencia –por cierto, desde el punto de vista "meramente artístico", bastante flojita para una persona del talento e inteligencia que a Vd. se le suponen- con la obsequiosidad del adulador pastoso. Una escena que me hizo pensar en aquel paseíllo torero que se marcara en su día el Sr. Fernández Bermejo ante el mismo público seboso y paniaguado, engordecido y biempagao ante el que actuó Vd. ayer. Con la sola diferencia, en este caso a favor del Sr. Bermejo, de que éste dimitió pocos días después del numerito.
 
            Cambie Vd. de actitud, Sr. Rubalcaba. Si se tiene Vd. en la menor estima, cambie de actitud. Vaya a ser que del “Sin ti no soy nada” de Amaral que evocaba Vd. ayer, tengamos que pasar a recordarle que “No soy como tú”, y que por eso mismo, “Voy a acabar contigo”. Las dos -¿las ha oído?- del mismo grupo musical por el que parece profesar tan indisimulada devoción.
 
 
 
 
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