Viernes, 29 de marzo de 2024

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Carta de un cura (18): Vivir de esperanza

Carta de un cura (18): Vivir de esperanza

por Un alma para el mundo

 Carta de un cura: Vivir de esperanza

            No pensemos que a nuestro sacerdote todo le fue de color de rosas en el Seminario, y después en el sacerdocio. En una de sus cartas deja traslucir algunos momentos  de baja forma, de ánimo un poco caído que le hacía sufrir. Siempre hay problemas, circunstancias, personas, que sin querer, o incluso de mala fe, pueden ponernos zancadillas por celos, por envidia, por falta de caridad… Leo lo siguiente: “Lo he pasado mal estos días anteriores. No me encontraba con buen ánimo. Seguramente fue un poco de depresión, de horas bajas, sin saber por qué. Aunque sinceramente tengo que decir que algún motivo sí que había. En este mundillo clerical todos queremos ser muy buenos, pero el demonio se cuela con frecuencia y lo enreda todo. Un compañero le dio por hablar mal de mí, y esto llegó hasta los oídos del Sr. Rector. Tuve que entrevistarme con él para decirle que todo había sido una calumnia ya que no había en absoluto ningún motivo. El superior lo comprendió y me dijo que rezara por esa persona y no le guardara rencor. Caí en la cuenta que nunca nos debe faltar la esperanza para confiar absolutamente en Dios e intentar que los que hacen mal rectifiquen por el bien de su alma. Desde ese momento la esperanza fue una de las virtudes que intenté cultivar mejor. Y me fue muy bien”.

            Es cierto que en el ambiente clerical no todos somos lo santos que deberíamos ser. Siempre somos pecadores, pero hay que tener misericordia y esperar más del amor de Dios. Si se nos cuela la desesperanza empezamos a retroceder en el camino de la santidad, y lo pasamos mal.

El libro-entrevista entre Carlos Granados y el cardenal Gerhard Müller.

            Hace unos días  se ha publicado en España el libro del Cardenal Müller, Prefecto de la Fe, titulado “Informe sobre la esperanza”. Nos dice el Sr. Cardenal, entre otras muchas cosas: “Constatamos con gran tristeza y preocupación que pocos de nuestros coetáneos, especialmente jóvenes y niños, educados en un mundo sin Dios, confían en que la historia, incluso su misma historia personal, tenga una trama, un origen y un destino…no contando con un relato noble que les eleve, que dé sentido a toda su vida...para quién vivimos, por qué sufrimos… el resultado solo puede ser una crisis de la esperanza”, señala Müller en este libro.  

¿Qué podemos esperar de la Iglesia?: “Aunque la Iglesia es santa”, “los miembros son hombres y pueden caer en el pecado” y se refiere a los pecados graves. “Quien entiende esto es capaz de no seguir el juego de los enemigos de la Iglesia, que siempre están buscando nuevos modos para desacreditarla”.

El cardenal alemán afirma que “algunos medios de comunicación o de prensa sensacionalista que se benefician con estos escándalos, sean o no verdaderos, también usan estos argumentos.  Para evitar estos escándalos, sobre todo por parte de los sacerdotes recuerda que los presbíteros “hemos de cuidar con esmero nuestra vida espiritual”.

            Müller reconoce que “ciertas épocas de la historia de la Iglesia han sido realmente fatídicas” como el periodo oscuro en la Iglesia altomedieval, pero considera injusto que la prensa magnifique las miserias de los sacerdotes y callen todo lo referente a la vida ejemplar y fiel de la gran mayoría del clero.

            El cardenal recuerda que la Iglesia ha pedido perdón por sus miserias pero considera “llamativo que casi nunca haya existido una disculpa parecida entre otros sectores de la sociedad”, como por ejemplo, los “ultraliberales actuales, que siguen las hormas de aquellos del siglo XIX que con tanto ahínco suprimieron las libertades civiles de la Iglesia; o los comunistas y los políticos radicales que han impuesto leyes sectarias”. También se refiere a los “políticos de extrema derecha, herederos del nacionalsocialismo o del fascismo; o, en fin, a los que han intentado por todos los medios eliminar la religión cristiana del ámbito público, y a los que bajo una supuesta libertad de expresión, han incitado o tolerado ataques viles contra la Iglesia”.

                Este libro es una llamada de atención para que tengamos muy alta la mirada, y no nos dejemos influenciar por el pesimismo, y la malicia, de tantos que solo ven el pecado en el otro, lo haya o no, pero nunca en sí mismo. Pase lo que pase siempre nos queda la esperanza del amor de Dios y el premio que El ofrece a la fidelidad. Un testimonio lo estamos viendo en tantos cristianos perseguidos en muchos lugares del mundo. Tienen que dejar su tierra, sus cosas, incluso su vida, pero siempre alegres por la esperanza. Los sacerdotes debemos sobresalir por nuestra gran esperanza en el Reino de Dios, en el Reino de los Cielos, pase lo que pase aquí en la tierra.

 Juan García Inza

 

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