Religión en Libertad

Id y llevad el Evangelio a toda criatura

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Suelo asistir todos los domingos a la misa que se celebra en una pequeña capilla cercana a mi domicilio. Podemos estar en cinco minutos y la celebración litúrgica es bastante respetuosa. Hay que decir que me pasa como a todo ser humano. Hay ciertas estéticas que me chirrían y que me parecen mejorables, pero simplemente no las sigo y aquí paz y después gloria. Nuestra vivencia de la Eucaristía es lo fundamental. Orar y participar para que la Gracia nos lleve a recobrar las fuerzas espirituales que tanto necesitamos.

Me van a permitir que sólo reseñe un elemento que no termino de encajar de la misa a la que asisto. No es algo fundamental, pero sí es interesante. En la ceremonia se suele utilizar, con cierta frecuencia, la palabra “mesa” para referirse a la “misa” que estamos celebrando. Al decir “mesa” se señala el altar, que no es una mesa, aunque su estructura pueda hacernos creer que es mobiliario funcional dentro del templo. El altar representa al Gólgota donde Cristo murió ofreciendo su vida por nosotros. San Agustín denominaba a la Eucaristía como el “Sacramento del Altar”.

¿Cómo la Liturgia comenzó a llamarse misa? La Liturgia se denominó misa debido a una simplificación costumbrista basada en una frase que decía el sacerdote al terminar la celebración: “Ite, missa est”. No soy experto en latín, ni mucho menos, pero me gusta indagar y aprender. Cuando el latín dejó de dominarse, la frase “Ite, missa est” empezó a entenderse como: esta ha sido la “misa” y de ahí el nombre que le hemos asignado. En el Número 1332 del Catecismo de la Iglesia Católica, se puede leer que se llama:

Hablamos de misión. ¿Qué misión? Tratemos el tema en dos partes. Lo primero es tener claro que se trata de la misión que todos los cristianos tenemos una vez hemos sido bautizados. La misión que Cristo comunica a sus discípulos después de morir y resucitar:

A esto se puede unir de forma perfecta otra indicación que recoge San Juan:

¿Cómo se relaciona el “envío y el Espíritu Santo” El Espíritu Santo tiene mucho que ver en todo esto. Es quien consigue avivar los dones que nos ha regalado a través del bautismo. Estos dones son los talentos que debemos gastar para que se multipliquen. Si los guardamos para no perderlos, desaparecen (Mt 25,14-30). Esta interpretación que les cuento, no me la “saco de la manga”. Basta repasar los maravillosos escritos de los Primeros Padres de la Iglesia y se darán cuenta que toda la riqueza de entendimiento que tenemos olvidada. Por ejemplo, leamos lo que nos dice San Gregorio Magno:

¿Qué tiene que ver esto con la Nueva Evangelización? No creo que no diga que nos quedemos sentados en la “mesa” disfrutando de la agradable compañía del grupo de amigos ¿No es más lógico entender la misa como la herramienta que Dios nos ha dado para llevar el Evangelio a toda criatura y nación? Ojo, empezando por nosotros mismos. Estar bautizado predispone a asimilar la Gracia de Dios, pero no conlleva tener la Semilla del Reino en nosotros, haber muerto para que se multiplique (Jn 12,23-24) y ser capaces de difundirla (Mc 4,1-9).

En la misa se actualiza la redención que proviene de la muerte y resurrección de Cristo. El sacramento eucarístico es un Signo que nos ayuda a convertirnos en Símbolos de Cristo ante el mundo. Un mundo que desprecia todo lo que suene a cristianismo. ¿Cómo ir por el mundo lanzando la Semilla del Reino si no la llevamos dentro de nosotros? No se trata de ir a misa y pensar que "ya hemos cumplido". Se trata de ir y participar para salir con fuerzas para afrontar la misión. “Ite, missa est”: Salgan, esta es la misión! A lo que los fieles contestaban: ¡demos gracias a Dios!

¿Por qué tenemos que dar gracias? Volvamos al sentido de la misión. ¿A qué misión se refiere? La misión consiste en llevar la Buena Noticia a todo el que la necesite. ¿Qué Buena Noticia? La Buena Noticia es sencilla de enunciar e imposible de aceptar sin la ayuda de Dios: Alegrémonos, Dios ha nacido entre nosotros y nos ha revelado que todo y todos, tenemos sentido en Él. Demos gracias a Dios porque nos ha revelado la misión que nos llena de sentido y esperanza. ¿Nos sentimos amargados y destrozados? ¿Tenemos nuestro ser atrapado en el hastío y la desesperanza? ¿Sentimos que nos resquebrajamos porque los tiempos que vivimos no ayudan a ver a Dios? Necesitamos ir a misa y orar para que la Gracia de Dios nos transforme en símbolos vivos del Señor. Cristo siempre nos tiende la mano, pero nosotros tenemos que cogerla con fuerza.