El Valle: ¿De quién es y quién decide?
Verde era mi valle...
El Valle de los Caídos: Un lío de propiedad y poder donde la Iglesia no decide.
El Valle de los Caídos no pertenece a la Iglesia, y eso hay que dejarlo claro de entrada. Es propiedad de la Fundación Santa Cruz del Valle de los Caídos, creada por Franco en 1957 para gestionarlo todo. La Iglesia no tiene ni voz ni voto sobre el terreno, pero está metida en el asunto porque hay culto y monjes. Entre el gobierno, la Fundación y los obispos, esto es un rompecabezas que no muchos entienden, y por eso se lía todo.
La basílica: para el culto, pero no de la Iglesia
La basílica del Valle no es de la Iglesia, aunque lo parezca. La Fundación la cedió para su uso como lugar de culto, y en 1958 el Papa Juan XXIII le dio el título de basílica menor, pero no se la donó a la Iglesia. Eso la hace especial para los católicos, pero no significa que sea propiedad del Vaticano o de los obispos. La Iglesia se encarga de las misas y los sacramentos, pero no puede reclamarla como suya si alguien decide cambiar las reglas.
Los monjes: entre la Fundación y la Iglesia
Los monjes benedictinos llegaron al Valle por la intervención de Franco, que pactó con su orden en 1958 para que se instalaran allí. La Fundación les da el espacio, pero espiritualmente responden ante la Iglesia, al obispo de la diócesis y, al final, al Vaticano. Están en una posición rara: dependen de la Fundación para quedarse, pero la Iglesia los protege como religiosos. Si los echan, los obispos pueden protestar, pero no tienen poder legal para evitarlo.
El gobierno y su Ley de Memoria
Con la "Ley de Memoria Democrática" de 2022, el gobierno tiene vía libre - por desgracia - para meter mano en el Valle. Al ser un "símbolo del franquismo", pueden “resignificarlo” y saltarse los estatutos de la Fundación sin pestañear. El lugar no está protegido como Bien de Interés Cultural ni tiene estatus especial, así que está a merced del Estado. Se ha señalado a la Comunidad de Madrid por no mover ficha, pero el gobierno central también lleva años sin darle protección. El resultado: el Valle es un objetivo fácil para quien quiera cambiarlo.
La Iglesia, atrapada y haciendo lo que puede
La Iglesia no es dueña del Valle, pero tiene que defender lo que le toca: el culto en la basílica y la presencia de los monjes. La cruz y otros símbolos religiosos no son suyos, pero como son parte de la fe y signos religiosos, también les preocupa que los toquen y están defendiendo que los mantengan. El gobierno lo sabe y por eso no actúa a lo loco. Si desacralizan la basílica o echan a los monjes sin negociar, se arriesgan a un problema internacional gordo con el Vaticano, que es un Estado con tratados firmados con España desde 1979. Por eso Sánchez y Bolaños han ido a hablar con el Papa, y han sido recibidos por el Cardenal Secretario de Estado, Parolín.
El Vaticano nombró como interlocutor al arzobispo de Madrid, José Cobo, y los obispos, todos a una, han dicho alto y claro: “No toquéis la basílica ni a los monjes”. Han peleado por lo que pueden, y han conseguido que el gobierno, de momento, no cruce esas líneas. ¿La cruz? Piden que se respete, pero como no es suya, no pueden exigirlo. Los obispos no están de brazos cruzados; están dando la batalla con las cartas que tienen, que no son muchas.
Un error de Franco y un malentendido actual
Todo esto viene de una decisión de Franco: no quiso dar el Valle a la Iglesia, quizá porque no se fiaba de ella tras dejar de apoyarlo. Creó la Fundación para poder supervisarlo, pero no vio venir que una ley como la de Memoria Democrática podría pisotearla. Si el Valle fuera de la Iglesia, el Estado no podría tocarlo sin negociar con el Vaticano. Ahora, esa jugada deja el sitio en manos del gobierno, que podría hacer lo que quiera si no fuera por los obispos y sus acuerdos internacionales.
Y aquí está el lío que la gente no entiende. Muchos piensan que el Valle es de la Iglesia y que los obispos se han rendido ante Sánchez. Falso. No es suyo, y los obispos están peleando con uñas y dientes por lo que sí controlan: el culto y los monjes. La Conferencia Episcopal Española ha sido unánime en sus declaraciones (una expresión que los obispos no suelen usar), porque saben que no tienen más margen. Es verdad que podrían haberlo explicado más claramente ante los fieles, pero de ahí a llamarlos tibios...
El gobierno, mientras, juega con ventaja: la Fundación no pinta mucho y la ley, por desgracia, le da poder para actuar sobre el Valle.
¿Y ahora qué?
El Valle sigue siendo de la Fundación, pero el Estado manda. La Iglesia defiende sus derechos, y los obispos, lejos de quedarse callados, han plantado cara donde han podido. La cruz se cae a pedazos, el sitio no tiene protección, y el gobierno podría pasar por encima de todo si no fuera por el riesgo de entrar en conflicto con el Vaticano. Esto no es un “Sánchez contra la Iglesia”; es un “Estado contra Fundación” donde los obispos hacen lo que está en su mano. Que la gente lo entienda ya es otra historia.