Espiritualidad de la adoración (XVI)
Muy vinculada a la devoción al Corazón de Jesús, la adoración eucarística establece una corriente de amor, de reparación, de intercesión, de expiación, entre el corazón orante y el Corazón divino del Redentor.
La devoción al Corazón de Jesús, expresada siempre el primer viernes de mes, más que vinculada a una imagen o una iconografía concreta, está dirigida al Corazón vivo de Cristo, a su Persona, presente realmente en la Eucaristía. Así, estar ante la custodia o de rodillas ante el Sagrario, es el mejor homenaje de amor y reparación al Corazón de Cristo y nace así una espiritualidad sencilla y honda. El cristianismo es el encuentro personalísimo con el Señor, donde Él muestra todo su amor, su interioridad, su Corazón y esto se convierte en un acontecimiento decisivo en la existencia. Se descubre uno profundamente amado por el Señor y trata entonces de responder con amor a Quien tanto lo ama. En este sentido se entienden las bellísimas palabras de Benedicto XVI:
En la adoración eucarística el encuentro con Cristo es real y es un encuentro de Corazón a corazón.
Quien adora a Cristo-Eucaristía, con largos y pausados ratos de silencio y contemplación, experimenta el gozo del amor de Cristo, palpita con su Corazón, recibe su dulzura y así responde con amor, con reparación por los pecados, con intercesión por el mundo. Comparte el misterio insondable del Corazón de Cristo, un Corazón que está Vivo.
La espiritualidad de la adoración es una espiritualidad del amor. Éste, no entendido como sentimiento, sino como participación en un Amor mayor, como respuesta libre, como adhesión a su Persona. Se recibe el Amor de Cristo y se le ofrece nuestro pequeño amor. Es un gran medio para conocer más íntimamente la Persona del Salvador y tener entre nosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús, para adquirir la mente de Cristo, para imbuirnos de su sed de redención. Cuando se quiere inculcar el amor y la devoción al Corazón de Jesús, no hay mejor ni más eficaz medio que la adoración eucarística, el culto a la Eucaristía fuera de la misa. Y a su vez, entre los muchos matices riquísimos de la espiritualidad de la adoración está el tratar así al Corazón de Jesús eucarístico.