La Sábana Santa vista por la ciencia (V)
Santo Sudario de Oviedo
Para terminar este ciclo sobre la Sábana Santa, recogeré el análisis que Jesús Díaz Ropero, sacerdote licenciado en medicina y teología, hace sobre el Sudario de Oviedo.
El Sudario de Oviedo es un lienzo de lino de aproximadamente 85 por 52 cm que ha envuelto la cabeza de un cadáver. La tela muestra manchas de sangre, mayoritariamente posteriores a la muerte, mezcladas con un líquido de edema pulmonar.
En el Sudario se puede distinguir la posición de la nariz, de la frente y de todos los puntos anatómicos, a la vez que reconstruir un rostro que es en todo superponible al rostro de la Sábana Santa, incluso en sus lesiones: el hematoma en el pómulo derecho, la nariz golpeada y el cartílago nasal luxado, e incluso la famosa mancha en la frente con forma de épsilon de la Sábana, que coincide con los bordes de una mancha del Sudario. Asimismo, el grupo sanguíneo del Sudario es AB, el menos frecuente en la humanidad y coincidente con el de la Sábana Santa.
Otro punto de comparación con la Sábana Santa es el origen de las heridas. En la Sábana hay por todo el cuerpo heridas circulares o elípticas emparejadas de a dos y unidas por un segmento, que son las heridas propias que inflige el flagelo romano. Pues también se ha encontrado una herida de las mismas características en el Sudario. Lo mismo se puede decir de las heridas punzantes en el cuero cabelludo, compatibles con una corona de espinas, presentes tanto en la Sábana como en el Sudario.
Otro dato interesante que se deduce del Sudario es que ha sido puesto inicialmente sobre un cadáver en posición vertical que tenía los brazos en alto y separados, porque si hubiera tenido los brazos juntos, la cabeza habría caído hacia delante y no habría un ángulo de inclinación hacia la derecha de 20 grados sobre el eje vertical que se puede deducir a partir del Sudario. También encaja la cuestión de los pies fijos en la cruz, pues de lo contrario habría muerto en 15 o 20 minutos y no habría dado tiempo a formarse tanta cantidad de líquido. Esta idea se refuerza con que la posición del crucificado en la cruz lleva consigo un mecanismo de asfixia que es compatible con ese edema de pulmón que vemos. También vemos signos cadavéricos indudables, aunque no de putrefacción, de acuerdo con Hch 13, 35: “No dejarás que tu santo experimente la corrupción”.
Por último, decir que las investigaciones científicas han podido deducir que, después de haber envuelto el cadáver, el Sudario fue retirado, de nuevo de acuerdo con los evangelios. En el capítulo 20 del Evangelio de San Juan se dice: “Llega entonces Simón Pedro siguiéndole y entra en el sepulcro y ve los lienzos yaciendo (refiriéndose a la Sábana Santa), y el Sudario que había estado sobre su cabeza no yaciendo entre los lienzos, sino que seguía enrollado en su sitio. Entonces, entró también el otro discípulo, el que llegó primero al sepulcro, vio y creyó, pues hasta entonces no había entendido la escritura que él debía resucitar de entre los muertos”.
Juan piensa que Jesús ha resucitado porque ha visto que todo está exactamente igual, de manera que ha sido imposible que se manipule la escena. Lo único que falta es el cadáver. Por eso dice que los lienzos estaban yaciendo. El cadáver se había esfumado sin que los lienzos se modificaran. Y para rematar, el Sudario que había estado sobre su cabeza no se hallaba entre los lienzos, sino enrollado. Entetyligmenon es un tiempo verbal que no existe en castellano y que indica una acción que comenzó en el pasado pero que permanece en el presente, o sea, viene a indicar que seguía enrollado como la última vez que lo vio alrededor de la cabeza de Jesús.
Si para un juez ocho puntos de concordancia en una huella digital son suficientes para identificar a un sujeto con toda seguridad, los forenses afirman haber encontrado más de 300 puntos de concordancia entre la Sábana Santa y el Sudario. Pero cada cuál puede sacar sus conclusiones.