Jueves, 25 de abril de 2024

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Reflexionando sobre el Evangelio Mc 13, 32-37

Vigilad y orad

por La divina proporción

¿Esperamos la segunda venida del Señor? Porque hay muchos cristianos que no esperan nada transcendente y menos que Cristo vuelva por segunda vez. ¿Cuándo lo esperamos? Porque Cristo mismo nos indica que vendrán muchos que intentarán engañarnos. En todo caso, lo que Cristo nos deja claro es que debemos vigilar lo que sucede, para no dormir y orar para que la espera se desarrolle con esperanza.

Es de notar que no dijo “no sé” sino “no sabéis” cuándo será el tiempo. Y nos lo ocultó porque así nos convenía, pues si ignorándolo no nos cuidamos del fin, ¿qué haríamos si lo conociéramos? Pues es muy cierto que persistimos en nuestros pecados hasta el último momento. Fijémonos ahora en la propiedad de las palabras: el fin llega por la tarde, cuando el que muere se halla en medio de la ancianidad; a media noche cuando se halla en medio de la juventud; al cantar el gallo cuando tiene ya desarrollada su razón, porque una vez que empieza el joven a vivir según ella, parece que una voz como la del gallo le despierta del sueño de la sensualidad; y la mañana es la infancia. Es preciso, pues, que todos vivamos preparados para el fin, y que no dejemos que el niño muera sin bautismo. (Teofilacto. Catena Aurea Mc 13, 32-37 )

Para vigilar y orar, necesitamos esperanza. Porque sin esperanza, seremos como las doncellas necias que fueron a esperar al Novio sin suficiente aceite en sus lámparas. Como dice Teofilacto, la espera de Cristo es para todos sin diferenciar por edades. Desde lo más jovenes hasta los ancianos,deben vigilar y orar de igual manera. ¿Cómo conseguir no olvidar esta promesa de Cristo? La respuesta está en la oración. La oración aviva la llama de la esperanza dentro de nosotros. Nos permite no desesperar y olvidar que en cualquier momento seremos llamados a su presencia o Cristo vendrá por segunda vez al mundo.

Estamos iniciando el Adviento y cómo mejor empezarlo que orando a Dios. Este año la Navidad será diferente por las circunstancias sanitarias que rodean la pandemia de COVID. No serán unas Navidades bulliciosas, sino más bien más hogareñas y sencillas. El mejor regalo que podemos pedir a Dios es salud para el mundo y para nosotros. Esperemos que sea posible que los mayores de cada familia puedan vivirla con sus hijos y nietos. Esperemos que podamos dar las gracias por el nacimiento de Cristo, con el corazón un poco más dócil, prudente y limpio. Así podremos ver a Dios junto a nosotros. El Adviento es tiempo de esperanza que nos permite superar las circunstancias que nos han tocado vivir.

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