Miércoles, 24 de abril de 2024

Religión en Libertad

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Una nueva poesía del beato Saturnino Ortega Montealegre

Non prebalebunt. ¡En 1907 como en 2020!

por Victor in vínculis

NON PREBALEBUNT

En noche de apretados nubarrones,

de alborotadas olas,

los vientos desatados

y muy lejos la costa,

¿la barca de los pobres pescadores

a do camina por los mares sola?

¿Adónde va la Iglesia en estos tiempos

de mentiras traidoras,

de negra apostasía,

de negaciones locas,

adónde con su Credo y sus plegarias,

sus Santos y su Gloria,

si el mundo, sumergido en la materia,

no quiere ya esas cosas,

ni le alegra la vista de los cielos,

ni se guía a la luz de sus antorchas?

Los reinos de la tierra

de sus leyes la arrojan,

la cierran sus escuelas,

de sus casas y templos la despojan,

¿sin paz y sin abrigo,

dónde pondrá su nido la paloma?

¡Pobre Madre! después que por los hombres

gastó su vida toda,

sacándolos del fondo del abismo,

del seno de las sombras

al esplendor de la verdad más pura,

después que cariñosa

abrazó en un amor al mundo entero,

barriendo sus discordias,

endulzando sus llagas,

consolando sus míseras congojas;

como si fuera extraña,

el mundo la desecha, la abandona,

y han jurado su ruina

las infernales logias;

¡pobre barquilla! en tan revueltos mares

sin duda que zozobra,

pronto celebrarán sus enemigos

la segunda victoria

y cantarán sobre sus tristes restos

las funerarias trovas.

 Pero ¡infeliz de mí! que estoy hablando

de muertes y derrotas,

como si la luz misma

del sol que aquí tramonta

no fuese de otros cielos

la más risueña aurora.

Desde que el mundo fue lanzan los mares

sus más soberbias olas

a estrellarse impotentes

contra el acantilado de la costa;

y si el impío bando es mar furioso,

la Iglesia es firme roca,

cuanto más trabajada más luciente,

cuanto más perseguida más gloriosa,

lo prueban veinte siglos de combate

guardados por la historia

como único gigante monumento

que al pasajero asombra;

bien lo saben sus necios enemigos

que el ataque redoblan,

sin lograr descansar en sus laureles.

La sangre del cristiano generosa

es semilla fecunda, árbol bendito

que cuanto más se corta

más lozano se yergue,

con más vigor retoña.

Ruja, pues, el infierno,

agítense las hordas,

la Iglesia vivirá, pues la mantiene

de Cristo la palabra redentora;

ella lleva el amor en sus entrañas

la verdad en sus dogmas,

la justicia en sus leyes,

lo augusto en sus sencillas ceremonias,

en sus artes lo bello,

el cielo, en fin, en su Divina Hostia.

Con Dios viviendo los primeros fieles

arrojados de Roma

convirtieron de dulce paraíso

las catacumbas lóbregas

y la hospitalidad que les negaran

los Julianos Apóstatas

de las Tebaidas fieras

la obtuvieron feliz y generosa.

Vuelvan, pues, cuando quieran los Nerones,

cristianos, ¡sursum corda!

El pueblo de la Cruz para ser grande

ha de pasar por fuerza sus Termópilas

la cuesta del Calvario,

por donde van los buenos a la gloria.

 

Saturnino Ortega Montealegre 

Santa Cruz del Retamar, Diciembre 1906

(publicado en El Castellano el 10 de enero de 1907).

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