Martes, 19 de marzo de 2024

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Ante la próxima fiesta de la Exaltacion de la Cruz por Francisco del Campo Real

El Cristo del Espíritu Santo de Malagón (1)

por Victor in vínculis

Una mirada a la historia

Hasta 1960 en la liturgia romana se celebraban dos fiestas de la Cruz: una el 3 de mayo con el nombre de la invención o hallazgo de la Santa Cruz, hecho atribuido por la tradición a Santa Elena, la madre del emperador Constantino, y la otra el 14 de septiembre conocida como fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. En Malagón y su comarca tiene la peculiaridad de llamarse El Cristo del Espíritu Santo.

La Iglesia en este día celebra la veneración a las reliquias de la cruz de Cristo en Jerusalén, tras ser recuperada de manos de los persas por el emperador Heráclito. Según manifiesta la historia, al recuperar el precioso madero, el emperador quiso cargar una cruz, como había hecho Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero al hombro e intentó entrar a un recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó paralizado. El patriarca Zacarías que iba a su lado le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargando la cruz por las calles de Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su atuendo imperial, y con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo hasta dejar la cruz en el sitio donde antes era venerada. Los fragmentos de la santa Cruz se encontraban en el cofre de plata dentro del cual se los habían llevado los persas, y cuando el patriarca y los clérigos abrieron el cofre, todos los fieles veneraron las reliquias con mucho fervor, incluso, se produjeron muchos milagros. La Iglesia en este día celebra la veneración a las reliquias de la cruz de Cristo en Jerusalén, tras ser recuperada de manos de los persas a causa de la profanación a que fue sometida, que saquearon Jerusalén, pasaron a cuchillo a sus habitantes, destruyeron las basílicas y se apoderaron de la cruz el 5 de mayo de 614. El emperador Heraclio los derrotó en el año 630 y recuperó la Cruz, llevándola de nuevo a Jerusalén.

Según manifiesta la historia, al recuperar el precioso madero, el emperador quiso cargar una cruz, como había hecho Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero al hombro e intentó entrar a un recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó paralizado. El patriarca Zacarías que iba a su lado le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargando la cruz por las calles de Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su atuendo imperial, y con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo hasta dejar la cruz en el sitio donde antes era venerada. Los fragmentos de la santa Cruz se encontraban en el cofre de plata dentro del cual se los habían llevado los persas, y cuando el patriarca y los clérigos abrieron el cofre, todos los fieles veneraron las reliquias con mucho fervor, incluso, su produjeron muchos milagros.

Cuenta el historiador Eusebio de Cesarea que el general Constantino, hijo de Santa Elena, era pagano pero respetaba a los cristianos. Y que teniendo que presentar una terrible batalla contra el perseguidor Majencio, jefe de Roma, el año 311, la noche anterior a la batalla tuvo un sueño en el cual vio una cruz luminosa en los aires y oyó una voz que le decía: " Con este con signo vencerás", y que al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los batallones y que exclamó: "Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena". Y la victoria fue total, y Constantino llegó a ser Emperador y decretó la libertad para los cristianos, que por tres siglos venían siendo muy perseguidos por los gobernantes paganos.

Escritores sumamente antiguos como Rufino, Zozemeno, San Crisóstomo y San Ambrosio, cuentan que Santa Elena, la madre del emperador, pidió permiso a su hijo Constantino para ir a buscar en Jerusalén la cruz en la cual murió Jesús. Después de muchas y muy profundas excavaciones se encontraron tres cruces. Como no se podía distinguir cuál era la cruz de Jesús, llevaron a una mujer agonizante. Al tocarla con la primera cruz, la enferma se agravó, al tocarla con la segunda, quedó igual de enferma de lo que estaba antes, pero al tocarla con la tercera cruz, la enferma recuperó instantáneamente la salud.

Fue así como Santa Elena, y el obispo de Jerusalén, Macario, y miles de devotos llevaron la cruz en piadosa procesión por las calles de Jerusalén. Y que por el camino se encontraron con una mujer viuda que llevaba a su hijo muerto a enterrar y que acercaron la Santa Cruz al muerto y éste resucitó. Por muchos siglos se ha celebrado en Jerusalén y en muchísimos sitios del mundo entero, la fiesta del hallazgo de la Santa Cruz, el día 3 de Mayo.

EL CRISTO DEL ESPIRITU SANTO

La necesaria limitación de espacio me impide tratar, como sería mi deseo, tres aspectos íntimamente vinculados: La imagen primitiva y actual; la ermita o santuario del Cristo y la destrucción de la Imagen. Remito a nuestros historiadores locales y en particular a don Generoso Martín-Toledano y a don Joaquín Ortega Solés (Malagón el Viejo), arqueólogos entre otros, de todos muy conocidos por su importante labor realizada y a quienes ruego comprensión entre otras razones porque esta apasionante etapa de la Historia de Malagón Antiguo y Medieval no es mi especialidad. Por su antigüedad y pionero en la investigación en este tema que pretendo tratar quiero hacer mención a Don Generoso Martín-Toledano por su artículo del Programa de Ferias de Malagón del año 1950.

Es original y única esta advocación El Cristo del Espíritu Santo que une dos personas de la Santísima trinidad y que expone la misteriosa generación teológica de la divinidad de Jesús. Su imagen de estilo bizantino, era anterior a la invasión de los árabes y fue venerada por muchos devotos. Se desconoce su autor, y dónde, cómo y cuándo fue construida aunque pueda averiguarse la hipótesis, de que fuera traída, en una de las frecuentes huidas que produjo la lucha entre un antiguo movimiento religioso de cristianos defensores del culto a las imágenes (iconólatras) y los que rechazaban y destruían las imágenes (iconoclastas). Esta lucha, que se desarrolló a través de los siglos VII y VIII, no consiguió su destrucción... La destruyen el año 1936.

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