Jueves, 25 de abril de 2024

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Mi experiencia en sanación II

por Cuestión de vida

Continuando con el tema de la semana pasada voy a seguir dando pinceladas sobre cuestiones importantes según mi experiencia.

¿Se sana igual de todas las heridas? ¿Hay un proceso común? ¿Cuáles son las claves en ese proceso?

En todas las heridas hay un componente común que ya mencioné la semana pasada y que es la carencia de un amor que nos es debido (por ejemplo, personas que se han sentido abandonadas, aisladas, marginadas, ninguneadas, humilladas, minusvaloradas por diferentes motivos) y violaciones de los límites personales (por ejemplo, personas que han sufrido abuso o maltrato). No es necesario que este abandono haya sido real o muy dramático para que tenga consecuencias devastadoras en las personas ni es necesario que el abuso haya sido físico ni que el maltrato haya conllevado violencia para que la persona haya sido verdaderamente abusada o maltratada y, por lo tanto, cargue con sus heridas y sus consecuencias. Por otro lado, esa violación de los limites personales no es necesario que me lo haya infringido otro, yo puedo destruirme y herirme a mí mismo y, es más, cada uno podemos ser y somos a menudo nuestro peor enemigo.

En todos los procesos de sanación, por lo tanto, hay dos cuestiones fundamentales que son la piedra angular: Verdad y Perdón. Pero cada herida tiene sus particularidades, ponemos dos ejemplos:

En el aborto hay un duelo perinatal, porque hay un bebé que ya no está y del que tenemos que despedirnos y reconciliarnos con él.

En el caso de abusos sexuales hay un trasfondo de pérdida total de autoestima y de vergüenza de uno mismo que debe afrontarse, así como una desconexión con el cuerpo y una sensación de sentirse sucio que también hay que iluminar.

Ponerse en la Verdad es en sí mismo un proceso: descargar y desbloquear experiencias dolorosas. Entender lo ocurrido, sustituir las mentiras que dicha herida nos ha enseñado sobre mí mismo, sobre el mundo, sobre Dios por la verdad y entender las consecuencias de esas heridas en mi vida y en mi persona.

Perdonar es también un proceso, un proceso que implica partir de la Verdad y que interrelaciona el poder perdonar al otro, perdonarme a mi mismo y el perdón de Dios, sin el cual no puedo abordar ninguno de los otros dos.

¿Podrá alguien sanarse, por lo tanto, sin acudir a quien es la Verdad? ¿Podrá alguien sanarse sin acudir a quien es la fuente de todo Perdón? Pues a mi entender y en mi experiencia no, aunque algunos procesos la reelaboración y resignificación de recuerdos pueden ser de mucha ayuda.

Siempre, salvo excepciones, es un proceso por el que Dios quiere que pasemos, puesto que nos enseña muchas cosas que necesitamos para nuestra vida y justamente son nuestras heridas, o más bien la redención de nuestras heridas, la puerta porque la que Dios se hace hueco en nuestro corazón y nos une más íntimamente a Él.

Hace poco tiempo celebramos la fiesta de Santa Josefina Bakhita, que fue vendida como esclava y sometida a toda clase de vejaciones, y, sin embargo, encontró la sanación y la felicidad. En la oración descubre que ahí estaba ese Amo que había aceptado Él mismo el destino de ser flagelado y ahora estaba esperándola. Por el conocimiento de esta esperanza ella fue redimida, ahora ya no era esclava, sino libre hija de Dios.

«Soy amada me pase lo que me pase, el Amor me espera, Así que mi vida vale la pena»

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