Sábado, 20 de abril de 2024

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Reflexionando sobre el Evangelio (Mt 18,15-20)

Oramos y Dios parece que no nos oye

por La divina proporción

Una de las más frecuentes objeciones a la existencia de Dios, es que Dios no nos escucha. Oramos, pedimos, rogamos y nada sucede. Tristemente es muy difícil que nos demos cuenta de que esta objeción parte de varios errores en nuestra Fe, Esperanza y Caridad.

Es fácil tomar una frase del Evangelio y señalar que no es verdad. En el Evangelio de hoy domingo tenemos una de estas frases que plantean dudas: “También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. (Mt 18, 19)

Hay más referencias similares en los Evangelios: Indico unas cuantas más:

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. (Mt 7, 7)

Jesús le dijo: ¿Cómo si tú puedes? Todas las cosas son posibles para el que cree. (Mc 9, 23)

En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: Quítate y arrójate al mar, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido. (Mc 11, 23)

Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este sicómoro: Desarráigate y plántate en el mar. Y os obedecería. (Lc 17, 6)

¿Cuántas oraciones hemos realizado y nada ha ocurrido? Muchas. ¿Por qué Dios parece que no quiera escucharnos? Pensemos un momento sobre lo que pedimos ¿Qué es lo que estamos pidiendo? Lo que queremos o lo que Dios quiere de nosotros. ¿Le pedimos que sea Su Voluntad y que nos ayude a aceptarla con Esperanza? Solemos pensar que Dios está para servirnos y es justo lo contrario: nosotros vivimos para servir a Dios. Orígenes de Alejandría nos señala otra realidad que solemos olvidar:

Este es el motivo para que no sean oídos cuando suplican. Porque no estamos conformes con nosotros mismos en todas las cosas sobre la tierra, ni en cuanto al dogma, ni en cuanto a la vida y así como no agrada la música si no hay armonía en las voces, así la Iglesia, si no hay concordia en ella, ni agrada a Dios, ni es oída por El. (Orígenes, homilía 6 in Matthaeum)

 

Sin duda podemos orar unidos desde el punto de vista físico, pero rara vez oramos unidos en la Fe, Esperanza y Caridad. Cada cual cree “a su manera”, vive sus fe “a su manera” y busca que Dios le conceda “lo que quiere personalmente”. Si las oraciones fuesen notas producidas por instrumentos musicales, tendríamos un terrible ruido. Si no vivimos unidos en concordia, lo que pedimos no llega muy lejos. No tenemos un sólo corazón que gima con sonidos inefables a Dios. La pregunta clave es ¿Cómo afinarnos y seguir una única partitura? La mejor partitura es la Voluntad de Dios. Voluntad que tenemos que aceptar y trabajar para que se cumpla. ¿Y lo que cada grupo, asociación, movimiento, parroquia, instituto o colectivo quiere? Si lo que necesitamos está dentro de la Voluntad de Dios, oraremos unidos y Dios nos escuchará. Si cada cual pide desde su gueto para los intereses de sí mismo, Dios escuchará ruido de voluntades contradictorias y egoístas. No se trata de pedir lo que queremos de la forma en que queremos que sea. Basta estudiar detenidamente el Padre Nuestro para darnos cuenta de solemos orar de forma muy poco cristiana. Cristo alaba al Padre y deja claro que la Voluntad de Dios debe primar. Recordemos a María aceptando la Voluntad de Dios ante el Ángel. Pensemos en Cristo orando al Padre en el Gólgota:

Padre, si es tu voluntad, aparta de mí este cáliz ;pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
(Lc 22, 42)

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