Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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Pero... ¿por qué no dejáis a los laicos...?

por Estamos en Sus Manos

Tengo ganas de escribir sobre 427 cosas, más o menos, pero tranquilos. No será un blog largo. Ya le voy cogiendo el tranquillo a esto de las redes y sé que lo largo no se lee. Soy cura. No me considero clerical. Odio el clericalismo. Para que el que no sepa lo que es, pongo la definición de la RAE, que siempre suelen dar mucho juego.

¿Qué es el clericalismo?
 
1. m. Influencia excesiva del clero en los asuntos políticos.
2. m. Intervención excesiva del clero en la vida de la Iglesia, que impide el ejercicio de los derechos a los demás miembros del pueblo de Dios.
3. m. Marcada afección y sumisión al clero y a sus directrices.
 
Bien, no sé si esto necesita comentario. Quizá lo de la política, al menos en España, esté más superadito, aunque es verdad que todavía hay curas que intentan inclinar la balanza política usando a sus fieles. A mí, como soy cada vez más apolítico, me parece un suicidio colectivo inclinar al pueblo español hacia cualquiera de los partidos políticos, así que, si a alguno le va este clericalismo, allá él.
 
La segunda acepción… ¡ay, la segunda acepción! Parece que todo depende de los curas, parece que la Iglesia son los curas, parece que aquí nadie mueve un dedo si los curas no dicen nada. Teniendo en cuenta que algunos curas, algunas veces, en lugar de hacer de canales, hacen de tapones. Me dirijo a los laicos, no a los curas. Aunque espero que a algún cura le ayude este blog. ¡Señores, despierten! Vosotros sois la Iglesia, la mayoría, apabullante, de la Iglesia.

Cifras y letras
 
Si queréis os lo doy en datos. En el mundo hay 1.254 millones (1.254.000.000) de católicos (casi el 20% de la población mundial). Una de cada seis personas es católica. ¿Y sabéis cuántos sacerdotes hay…? 415.348, es decir, pongamos que medio millón. Los sacerdotes conforman sólo un 0,03 % de los católicos. Ni-un-uno-por-ciento. ¡Ni un uno por ciento! La jerarquía, en la Iglesia, está para servir: para transmitir el evangelio, para anunciar la palabra, presidir a las comunidades, celebrar los sacramentos, hacer presente a Cristo cabeza, etc. ¡Pero no para hacerlo todo! Las grandes iniciativas para la evangelización deben ser de los laicos, los grandes proyectos pastorales y profesionales, no de los curas. No tenéis que esperar a que ningún cura os diga lo que tenéis que hacer; tenéis que poneros en marcha. ¡Vamos! ¡Que hay prisa, por Dios! Como dice el papa, estamos en una situación de emergencia educativa.
 
Faltan iniciativas, faltan líderes, porque todo depende demasiado de los curas, al menos en España. Mea culpa. Nostra culpa. Vestra culpa! Pero no es cuestión de eso, sino de actuar. Los curas estamos para servir, para aconsejar, para evangelizar también. Pero da la sensación de que los laicos, al menos aquí, están mirando a los sacerdotes sin saber qué hacer, mientras los sacerdotes estamos (perdón) cada uno a nuestra bola. Y a veces, ¡ay!, poniendo trabas a la labor evangelizadora de los laicos, y de otros curas.

Un cura enrredado en las redes
 
Inciso. Evangelizo en las redes sociales. Los laicos, muchos, me han dado ánimos, felicitado, e impulsado a seguir adelante. No os digo esto por que me deje dorar la píldora, sino por los pocos sacerdotes que han tenido una palabra de aliento para mí. Las pocas que me han llegado – indirectas –, de crítica. De los más cercanos, voces de los peligros que encierra. De algunos sacerdotes y obispos que también están en las redes, voces de llamada a la perseverancia frente a la incomprensión. D. Carlos Osoro alabó y animó mi iniciativa, y eso me deja la conciencia tranquila. Y D. José Ignacio Munilla me indicó con firmeza en la misma dirección. Menos mal. Gracias, laicos, gracias.

Tras las faldas de los curas
 
Tercera acepción: Marcada afección y sumisión al clero y a sus directrices. El clero es el clero, cabeza visible de la Iglesia en este mundo, en una jerarquía que va hacia abajo. ¿Cómo, cómooooooo…? Sí señores, hacia abajo. El Papa es el siervo de los siervos de Dios. Los obispos son los siervos de Dios. Los sacerdotes y los diáconos son los colaboradores de los siervos de Dios. ¿Y a quién sirven esos siervos? ¿A quiéeeeeeen…? ¡Premiooooo! A los laicos, a la humanidad entera. Estamos para guiar, para orientar, para impulsar. Tres funciones nos corresponden: 1) anunciar la palabra denunciando la injusticia, 2) presidir y guiar a las comunidades en la comunión de la Iglesia, 3) ser mediadores de la gracia de Dios, sobre todo mediante los sacramentos.
 
En eso hemos de ser estimados, y somos parte de la Iglesia. Pero como decía san Agustín, para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano. Nada de “marcada afección y sumisión al clero y sus directrices”. San Ignacio decía que hemos de luchar contra toda afección desordenada. De hecho, la palabra afección se llama enfermedad. Me da pena ver a esas personas enfermizas que van detrás de las faldas de los curas, como si fuéramos superhombres. Somos pobres siervos. Y según se está viendo en el correr de los últimos diez años, muy muy pobres.
 
Y de sumisión nada. Islam significa sumisión. Y Cristo no ha venido a que nos sometamos a nadie, sino a que seamos libres. Y la verdad es lo que nos hace libres, la verdad del Evangelio. Si un sacerdote es portador de esa verdad que libera, evitará el clericalismo y fomentará la libertad de su pueblo, alentándole a tomar la iniciativa y sosteniéndole en los proyectos que inicie. Pero si un sacerdote fomenta la dependencia al clero, a su persona, a sus directrices, si a su alrededor se respira un aire de poca libertad… ¡ay, ay, ay!

Go, go, go!
 
Mi director espiritual me decía: “todos tenemos dentro un pequeño fundador, que está deseando salir a fuera”. Totalmente cierto. Yo no estoy libre de ese peligro. Pero vosotros, laicos, desclericalizaos, por favor. Mucha nueva fundación. 12 fundadores de nuevas realidades eclesiales están siendo investigados por la justicia. ¡Ay, ay, ay del clericalismo! Me gusta decir que en vez de fundar, deberíamos fundir. Una maldad propia de un insensato. ¡Laicos, despertad! ¡Adelante, adelante! Los curas os seguimos, estamos con vosotros, pero no vamos a hacer vuestro trabajo; no podemos, no debemos, no sabemos. Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo, vosotros sois la levadura de la masa, vosotros sois el 20 % de la población mundial, el 99,97% de la Iglesia. ¡Sois el gigante dormido! ¡Vamos, vamos, vamos! 
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