

Avisos previos:
(Retiros pendientes de apertura de inscripciones. Informaremos más adelante)
...Para ver más pincha aquí: https://wp.me/P6AdRz-D1
¡Ay de vosotros, fariseos! ¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 42-46
En aquel tiempo, dijo el Señor:
«¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios!
Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello.
¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y los saludos en las plazas!
¡Ay de vosotros, que sois como tumbas no señaladas, que la gente pisa sin saberlo!».
Le replico un maestro de la ley:
«Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros».
Y él dijo:
«¡Ay de vosotros también, maestros de la ley, que cargáis a los hombres cargas insoportables, mientras vosotros no tocáis las cargas ni con uno de vuestros dedos!».
Palabra del Señor.
Ir de bueno tiene el peligro de desviarme del camino por la dureza de mi corazón, y además, no ser consciente de ello. Por eso es importante esa actitud como niños desde la que siempre dudo de mí mismo, de mis criterios, de mis prioridades, siempre estoy abierto a aprender, a pedir ayuda y dejarme ayudar. Qué bien me viene tener un director espiritual, qué bien me viene tener un matrimonio tutor, qué bien me viene consultarle a mi esposo qué estoy haciendo mal, y qué bien me viene dejarme ayudar, ¡aunque no vea que lo necesito!
Con esa actitud, podré vivir el reino de los cielos.
El Señor: ¡Ay de vosotros esposos! Que os centráis en vuestras tareas cotidianas y os olvidáis de cuidar vuestra oración y vuestro matrimonio. Eso deberíais hacer, pero sin descuidar aquello.
El Señor: ¡Ay de vosotros esposos que os creéis importantes y os creéis mejores que vuestros cónyuges!
El Señor: ¡Ay de vosotros que vivís vuestro Sacramento sin el más mínimo respeto, como si fuerais una pareja cualquiera que no lo ha recibido!
Esposos cristianos: Maestro, diciendo esto nos ofendes también a nosotros.
El Señor: ¡Ay de vosotros esposos cristianos, que exigís cumplir la ley de Dios a aquellos que no tienen fe, y luego os comportáis como ellos en vuestros hogares siendo para vuestros hijos falsos profetas del verdadero amor!
(Y el esposo que no merezca alguno de estos “¡Ay!” que tire la primera piedra. Ahora postrémonos ante nuestro Señor con un corazón contrito y humillado e imploremos Su misericordia. Sólo Él salva.)
¡Ay de mí! Cuánto te necesito, Madre. ¡Qué pequeño soy! Soy un pobre mendigo de la Gracia. Señor, has puesto en mis manos una misión que no soy capaz de llevar sólo. Señor, ten piedad y misericordia de mí. Alabado seas por siempre.