Sábado, 27 de abril de 2024

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En la Armenia del siglo IV

San Blas de Sebaste y los 40 mártires

por Victor in vínculis

Los 40 mártires de Sebaste

La Legio XII Fulminata se hizo célebre entre los cristianos del siglo IV por el martirio de 40 de sus soldados. Junto a la Legio XV Apollinaris [1] tenía a su cargo la defensa de Asia Menor. En el año 312, Constantino y Licinio publicaron un edicto favorable a los cristianos. Majencio había sido derrotado el 28 de abril de ese año junto al puente Milvio y quedaba Constantino como único emperador de Occidente. En Oriente, vencido Maximiano Daia, es Licinio el único dueño. Constantino y Licinio son emperadores asociados. En esos momentos hay abundantes cristianos enrolados en las filas del Ejército por la tranquilidad que, durante años, los fieles cristianos disfrutaban bajo el amparo del Edicto imperial. En lenguaje del historiador Eusebio, el ambicioso Licinio “se quita la máscara” e inicia en Oriente una cruenta persecución contra los cristianos.

San Gregorio de Nisa, apologista acérrimo de los soldados mártires, sitúa el lugar del martirio en Armenia, cerca de la actual Sivas, en la ciudad de Sebaste. Fue en el año 320 y en un estanque helado. San Efrén, al comentarlo, debió imaginarlo tan grande, que dice que es un lago. Nos explica que de la XII Fulminata, cuarenta hombres aguerridos prefirieron la muerte gélida a renunciar a su fe cristiana. Sobre el hielo y hundiéndose en el rigor del agua fría, los soldados, con sus miembros yertos, se animan mutuamente, orando: “Cuarenta, Señor, bajamos al estadio; haz que los cuarenta seamos coronados”.

Quieren ser fieles hasta la muerte..., pero uno de ellos flaquea y se escapa.

Cuando éramos niños nuestro catequista en la parroquia de San Juan Vianney de Barcelona, el señor José Español, nos narraba esta historia en el Catecismo. En el fragor de la narración le gustaba enfatizar el tema de fidelidad: “a los que renegaban -explicaba con ardor- se les prometía un baño de agua caliente… ¡no esperándose que con el contraste tan fuerte, morirían en el acto!”.

El encargado de su custodia -continúa el relato-, asombrado por la entereza de los que mueren y aborreciendo la cobardía del que huye, entra en el frío congelador y completa el número de los que, enteros, mantienen su ideal con perseverancia. Los sepultaron, también juntos, en el Ponto, dato difícil de interpretar por ser armenios los mártires.

Pronto comenzó el culto a los soldados y se propagó por Constantinopla, Palestina -donde santa Melania la Joven construyó un monasterio, poniéndolo bajo su protección-, Roma y de allí a toda la cristiandad.

La antigüedad cristiana vibraba con la celebración del heroísmo de sus soldados, admiró la valentía, la constancia, el desprendimiento, la renuncia a una vida larga y privilegiada. Deseaban las iglesias particulares conseguir alguna de sus reliquias, tanto que san Gaudencio afirma “se valoraban más que el oro”, y san Gregorio Niseno las apreciaba hasta el punto de colocarlas junto a los cuerpos de sus padres “para que, en la resurrección última, lo hicieran junto a sus valientes intercesores”.

Sus nombres, según se hallan en las actas más antiguas, son los siguientes: Quirión, Cándido, Domno, Melitón (el más joven), Domiciano, Eunoico, Sisino, Heraclio, Alejandro, Juan, Claudio, Atanasio, Valente, Heliano, Ecdicio, Acacio, Vibiano, Elio, Teódulo, Cirilo, Flavio, Severiano, Valerio, Cudión, Sacerdón, Prico, Eutiquio, Eutiques, Smoragdo, Filoctemon, Aecio, Nicolás, Lisímaco, Teófilo, Xanteas, Angeas, Leoncio, Hesiquio, Cayo y Gorgonio.

También, menos conocidos, son los santos Carterio, Estiriaco, Tobías, Eudoxio, Agapio y compañeros mártires, que, siendo soldados en tiempos del emperador Licinio fueron arrojados a las llamas por permanecer en la fe de Cristo, según nos refiere la tradición (c. 320).

San Blas de Sebaste

Sivas (turquización del antiguo nombre griego Σεβάστεια/Sebasteia -elevada, majestuosa-, transcrito al armenio Սեբաստիա) es una ciudad situada en la región de Anatolia Central, en Turquía, y capital de la provincia de Sivas. Cuenta actualmente con una población de trescientos mil. Está ubicada a unos 400 km de Ankara (capital de Turquía). En la antigüedad se llamaba Sebaste, y se consideraba parte de Armenia (cuya frontera actualmente se encuentra a más de 600 km al este).

De las cuatro actas griegas de San Blas, actualmente catalogadas, no pueden extraerse sino los siguientes datos con visos de autenticidad: médico, obispo de Sebaste (elegido por voz unánime del clero y pueblo) en Armenia. Vivió en tiempos de los emperadores Diocleciano y Licinio (307-323). Decretada la persecución, San Blas buscó asilo en una cueva, donde fue descubierto por unos cazadores de fieras, denunciado al gobernador Agrícola de Capadocia y, después de torturadas sus carnes con peines de hierro, fue decapitado en el año 316 d. C.

Según la tradición, Blas de Sebaste era conocido por su don de curación milagrosa, que aplicaba tanto a personas como a animales. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al clavársele en la garganta una espina de pescado. Este sería el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta el 3 de febrero. Se le acercaban también los animales enfermos para que los curase, pero en cambio no lo molestaban durante su tiempo de oración.

Cuando llegó a Sebaste la persecución de Agrícola (gobernador de Capadocia) contra los cristianos (la última persecución romana), sus cazadores fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de la cueva donde moraba el santo. Allí encontraron a Blas en oración y lo detuvieron.

Agrícola trató sin éxito de hacerle renegar de su fe. En la prisión, Blas sanó a algunos prisioneros. Entonces el gobernador mandó matarlo. Su culto se extendió pronto por toda la iglesia. Es costumbre popular invocarle particularmente para remediar afecciones de la garganta.

 

[1] La Legio XII Fulminata (duodécima legión «relámpago») fue una legión romana creada por Julio César en el año 58 a. C. y que le acompañó durante la Guerra de las Galias hasta el 49 a. C. Está documentado que La Duodécima  guardaba la frontera del Éufrates en Melitene, a comienzos del siglo V. El emblema de la legión era un rayo (fulmen).

La Legio XV Apollinaris (decimoquinta legión «apolínea») fue una legión romana, reclutada por Octaviano en 41/40 a. C. El emblema de esta legión fue probablemente una imagen de Apolo, o de uno de sus animales sagrados.

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