Viernes, 19 de abril de 2024

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Los sacramentos al alcance de los niños (4)

por Un obispo opina

TEMA: LOS SACRAMENTOS MEDICINALES         PENITENCIA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
 
     1) INTRODUCCIÓN (En especial para los Catequistas)     
Hemos visto la importancia de los tres sacramentos que estructuran la vida cristiana y que nos ayudan a ser cristianos como debemos  serlo .

Vamos a tratar ahora de los dos sacramentos que podemos llamar medicinales. El Señor viene en nuestra ayuda porque espiritualmente somos débiles; por eso caemos con frecuencia en el pecado; también somos débiles corporalmente porque con frecuencia estamos enfermos y, con el paso de los años, vamos entrando en la debilidad de la ancianidad.

Dios nos fortalece en nuestra debilidad con los sacramentos de la Penitencia y de la Unción de los Enfermos.
 
En la Penitencia hemos de reconocer nuestros pecados y manifestarlos ante Dios y ante la Iglesia; por eso se llama también el sacramento de la Confesión. Además, hemos de estar arrepentidos y pedir perdón, con el propósito de no volver a pecar.
 
Y en la Unción de los enfermos, el Señor viene en ayuda del cristiano que se debate en la prueba de la enfermedad, o que ha llegado ya a la ancianidad, que también manifiesta una debilidad.
 
PARÁBOLAS Y EJEMPLOS PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO(Penitencia)
Para mí, es la parábola más bella del Evangelio, la del hijo pródigo. Vemos vuelta del hijo a la casa del padre y la misericordia del padre con su hijo.

La resumimos para que aparezca que Dios, más que todopoderoso es Padre; de ahí el cariño con que nos trata y el cariño con que debemos tratarle.

¿La recordáis? Un hijo le pide a su padre la parte de herencia que le corresponde; el padre se la da y el hijo se va de casa. Malgasta todo el dinero que le dio su padre y poco tiempo después se queda sin un céntimo.

Al no tener ya para comer, busca trabajo y le contratan para cuidar cerdos, pero ni siquiera podía comer las bellotas que comían los cerdos. Dándose cuenta de su situación decidió volver a su casa y pedirle perdón a su padre. Y así lo hizo. Se preguntaba ¿me perdonará mi padre?

Lo que no podía imaginarse es que su padre, desde que se marchó, le estaba esperando para abrazarle y para que disfrutase en su casa como hijo, tal como lo hacía antes. No se imaginaba el hijo la reacción tan amorosa de su padre.

El padre salía todos los días a ver si volvía, hasta que un buen día vio que venía y fue corriendo a abrazarle y besarle, lleno de alegría porque un hijo suyo se había perdido y lo había encontrado.
 
El hermano mayor se enfadó cuando vio que su padre perdonaba al hijo que se había marchado con la parte de herencia que le pertenecía; pero el padre le insistió para que entrara al banquete porque había encontrado a un hijo que se había perdido, y era lógico que lo celebrasen con una fiesta.

Así nos dijo Jesús que es nuestro Padre celestial. Siempre está dispuesto a perdonarnos, y celebra una fiesta cuando le pedimos perdón.

PARÁBOLA DE UNAS VELAS A LA VIRGEN                 (Unción de los enfermos)
Una madre tenía a su hijo gravemente enfermo. Fue a comprar unas velas para encenderlas ante la imagen de la Virgen patrona del pueblo. La pobre mujer estaba llorando junto a la imagen de la Virgen, al pensar en la posibilidad de que muriese su hijo.

La vio el sacerdote, y le preguntó qué le pasaba. Al decirle que su hijo estaba muy enfermo, y que había venido a la iglesia a ponerle unas velas a la Virgen para que lo curase, el sacerdote le dijo: eso que haces es bueno porque es una súplica a la Virgen. Pero, ¿no crees que sería mejor que Jesús y la Virgen y todos nosotros, es decir, la Iglesia, pidiésemos al Padre por la salud de tu hijo?

Al responderle ella que sí, el sacerdote le dijo: en eso consiste el sacramento de la unción de los enfermos. Que se cure o no, depende ya de la voluntad del Señor, pero el Señor alivia al enfermo siempre, de una manera o de otra, a través del sacramento de la unción, que no es el sacramento que anuncia la muerte sino la presencia del Señor aliviando al enfermo y curándolo si es para bien.

José Gea
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