Domingo, 05 de mayo de 2024

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Un testimonio autorizado de los dos últimos pontificados

por Benigno Blanco

Un testimonio autorizado de los dos últimos pontificados. 

El cardenal Julián Herranz a sus 93 años acaba de publicar un segundo volumen de las memorias de su vida al servicio de seis Papas. Este segundo volumen está dedicado a los años del pontificado de Benedicto XVI y Francisco y lleva como título “Dos papas. Mis recuerdos con Benedicto XVI y Francisco” (Ed. Rialp, 2023, 390 págs.); y en él continúa el relato de los años 1960 a 2005 que reflejó en su anterior libro de 2007 “En las afueras de Jericó” en el que relataba sus experiencias en el Vaticano bajo los pontificados de Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. 

El autor, sacerdote numerario del Opus Dei, creado cardenal en 2007, trabajó desde 1960 en el Vaticano en variados cargos y con funciones diversas. Su testimonio es, pues, muy valioso para quien esté interesado en la historia reciente de la Iglesia y, en particular, en contar con una visión de primera mano y cercana de los distintos papas con los que Julián Herranz ha trabajado. Este volumen, de hecho, cuenta con un singular prólogo de Francisco consistente en una divertida carta autógrafa del propio papa al autor, escrita a raíz del envío del manuscrito de la obra al pontífice. 

La primera parte del libro está dedicada, lógicamente, a la época de Benedicto XVI (las primeras 216 páginas) y no contiene novedades sustanciales respecto a lo ya conocido por otras fuentes, aunque sí resulta muy interesante repasar el pontificado del papa alemán desde la óptica de quien lo vivió “desde dentro”, especialmente en aquellos asuntos en que el autor fue actor principal como las reformas jurídicas referidas al tema de los abusos, la investigación sobre Medjugorje o el conocido como “Vatileaks” (cfr., entre otras, págs 145 y ss. y 189 y ss.). Para los miembros del Opus Dei pueden resultar especialmente satisfactorios los recuerdos de Herranz sobre los múltiples detalles de cariño y las expresiones de aprecio de Benedicto XVI sobre la Obra que se espigan en múltiples ocasiones en los recuerdos del autor sobre sus conversaciones con ese papa y también con Francisco. 

El relato del autor sobre el pontificado de Francisco (págs 217 in finem) me ha resultado muy útil -y a veces sorprendente- pues aporta muchas claves para comprender esta época y entender las iniciativas y propósitos de Francisco. Herranz escribe con la lealtad y cariño al papa que se espera de un buen cristiano -y leal cardenal, además- pero también con la información de quien ve las cosas con visión universal, perspectiva histórica y conocimiento estricto de las circunstancias y las personas. 

Los recuerdos de Julian Herranz incorporan muchas conversaciones y cartas entre el papa y el autor sobre todo tipo de temas de la más reciente actualidad, que creo ayudan a conocer a Francisco un poco mejor y a comprender las razones de algunas de sus iniciativas que, al menos para un observador lejano como yo, pueden resultar sorprendentes. También ayudan a ver la sintonía entre el autor y el papa actual y a conocer el papel -por encargo papal- de este viejo cardenal en algunas cuestiones recientes de máxima actualidad. 

El capítulo XVII (págs. 285 y ss.) sobre la hostilidad al papa Francisco me ha parecido muy útil y me ha resultado-parcialmente- novedoso para entender muchas cosas de las que se dicen, también en ambientes católicos, contra este papa. Recomiendo su lectura a quienes, católicos, no acaban de comprender a Francisco o son críticos con su pontificado; quizá les ayude a tener nuevos y mejores elementos de juicio para revisar sus opiniones. 

El libro de Herranz no se limita a contar una historia, sino que el cardenal también aporta su tesis sobre el actual momento de la Iglesia y sus sugerencias de por dónde avanzar. Los dos últimos capítulos ( págs 343 y ss.) son quizá su testamento para este momento de la vida de la Iglesia y merecen -en mi opinión- sosegada meditación por todos los responsables de la construcción del futuro de la Iglesia, especialmente el capítulo XXI y el epílogo ( págs 361 a 381) en que el cardenal Herranz reflexiona sobre qué ha ocurrido con la luminosa doctrina del Vaticano II sobre el laicado cristiano y la definición de la Iglesia como Pueblo de Dios; escribe Herranz: “Esta expresión y su contenido teológico y canónico han sido tan usados y abusados en la predicación y literatura eclesiástica, como poco encarnados en la realidad existencial de la misión que en el Pueblo De Dios corresponde a los fieles laicos” (pág 364); “Me atrevería a decir, por eso, que parece necesaria en la Iglesia una decidida conversión pastoral. No inventando nuevos caminos, sino siendo fieles al ya inspirado por el Espíritu Santo” (pág 368). 

Herranz realiza estas reflexiones finales al referirse a las recientísimas reformas de la curia romana. 

Benigno Blanco

 

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