Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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Algunas sugerencias, si me lo permiten, a Alternativa Española

por Alejandro Campoy

Viendo algunas de las reacciones más furibundas a mi anterior artículo, y atreviéndome a meterme en casa ajena, lo cual no siempre es recomendable, adelanto mi opinión sobre la que debería ser estrategia de un partido que pretende luchar por un modelo de sociedad mucho más humano que el actual. Permítanme aclarar algunos conceptos previamente: -Sociedad: el conjunto de los ciudadanos que integran un estado-nación moderno, así como las relaciones entre sus diversos grupos. En el caso de la sociedad española, se supone que la dinámica social se desarrrolla dentro de un marco jurídico de libertades y derechos civiles. -Estado: la estructura jurídico-política que cobija y alberga a esa sociedad, incluyendo el sistema de garantías necesario para que el disfrute de los derechos y libertades civiles sea real y efectivo. Hoy en día esto ha saltado por los aires. Una vez clarificados ambos conceptos, y dejando al margen otros como nación y patria para no alimentar excesivas polémicas, adelanto lo que desde mi punto de vista sería deseable para un partido político que tenga como principal eje de actuación y seña de indentidad la simple rehumanización de la sociedad española. 1.- Nos manifiestan por activa y por pasiva que Alternativa Española no tiene nada que ver con otras formaciones políticas del pasado. De acuerdo. Sintiéndolo mucho por D. Rafael López Dieguez, que seguramente es una bellísima persona, deben cambiar de líder y quizás de alguno de sus cargos para que se visualice públicamente que en efecto, no tienen la más mínima vinculación con la extinta Fuerza Nueva. 2.- Deben centrar su acción política y su propaganda mediática en un proyecto de estado global e integral. Lo que la inmensa mayoría de los ciudadanos, empezando por los católicos, buscamos en un partido político es precisamente un proyecto de estado, no una monomanía reiterativa sobre un tema concreto. 3.- En consecuencia, deben dejar de presentarse ante la sociedad como los "campeones" de los principios no negociables. Entiéndase bien: no me refiero a que renuncien a ellos, antes al contrario, son irrenunciables. Manténganse íntegros en el programa del partido, pero sepan transmitir a la ciudadanía su proyecto global para una España moderna, avanzada, unida y humana. Pongan el acento en su proyecto de estado. 4.- A partir de lo antedicho, dejen de enviar a sus militantes a condenar a las penas del infierno a todos los que no les votan como si fueran cómplices del crimen del aborto. A algunos comentarios de mi anterior artículo me remito. Dejen de hacer monotema con el aborto, sólo consiguen espantar a la mayoría de católicos e, incluso, no católicos. Hablen más de economía, de relaciones internacionales, de justicia, de educación, de sanidad, de territorialidad, en fin, de todo lo que constituye la vida de un estado. 5.- Dejen de apropiarse de etiquetas que no les pertenecen, no sigan hablando de los "jóvenes de Juan Pablo II", cuando los que estuvimos en Santiago en 1989 y en Czestochowa en 1991 somos ya cuarentones largos, además de ser más de un millón, que desde luego no estamos en AES. No nos tomen por idiotas, por favor. 6.- Dejen de utilizar los actos y actividades de asociaciones cívicas de todo tipo para aparecer con sus banderas y reclamarse de esta forma como los únicos valedores políticos de ciertos temas. Ni lo son, ni nos pueden seguir instrumentalizando. 7.- Abandonen de una vez los discursos patrimonialistas y paternalistas sobre el Estado, como si éste fuera un asistente social encargado de dispensar la caridad que sólo desde la sociedad, a través de agentes como la propia Iglesia Católica, tienen su legitimidad y su razón de ser. No sean más estatalistas que los propios socialistas, los ciudadanos estamos muy hartos de las injerencias de los poderes públicos, sean de un signo o de otro. 8.- Aprendan a valorar la diversidad y la complejidad de las sociedades actuales, sin que esto signifique de ningún modo la renuncia a principios universales de humanidad y dignidad que son los contenidos en el humanismo cristiano real y verdadero. La libertad religiosa y de conciencia es la misma para un católico, un musulmán o un ateo. 9.- Renuncien de una vez por todas al simbolismo de la España "Una, Grande y Libre" y rompan por completo las ataduras que aún les puedan mantener vinculados al pasado. Sean un partido del siglo XXI. 10.- Busquen a los más capacitados, implementen en su estructura el sistema de listas abiertas, preséntense ante la sociedad como ejemplo de renovación y regeneración de la actividad política. Ahora si quieren pueden lanzarme a la hoguera. A fin de cuentas, me he metido en su casa montado al galope sobre un corcel embravecido. Estarán en su derecho de hacerlo.
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