Viernes, 19 de abril de 2024

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Tengo mala opinión de mi mismo

por Pequeños secretos de la vida en común

Cada vez se habla más de ego, autoestima, quererse, y situaciones personales por el estilo.

Parece, como si al hombre contemporáneo, le costara relacionarse consigo mismo más de lo habitual. O bien, no se aceptara tal como es.

Según mi opinión, las personas que tienen mucho ego, que manifiestan sentirse muy seguras, tienen que estar continuamente demostrándolo, y una manera es atacar a los más débiles echándoles en cara su falta de seguridad personal, esas personas, decía, suelen tener una mala opinión de sí mismas.

Su comportamiento es un mecanismo de defensa. Están cubriendo con un caparazón toda la falta de seguridad y de confianza que tienen en su interior. Es probable, que no se sientan queridas y que sean altamente manipulables.

Debido al poco aprecio que tienen de sí mismas, no soportarían que los demás tuvieran una mala opinión de ellas. Como consecuencia van, habitualmente, a favor de corriente. De lo políticamente correcto, de lo que se lleva. Ahí encuentran su seguridad la cual, por otra parte, les deja un vacío tremendo.

En el fondo saben, que solo los peces muertos se dejan llevar por la corriente. Lógicamente, cuando tienen que demostrar esa falsa seguridad en aspectos importantes de la vida, con frecuencia se equivocan.

No es difícil que se casen con la persona equivocada, ni que tengan relaciones sexuales, simplemente por miedo a ser rechazadas o a decir que no. Las relaciones tempranas, algunas veces, pueden ser señal de necesitar la aceptación de los demás, de tener una mala imagen personal.

Ese concepto de si mismo, erroneo y sin sentido, lleva a una falta de autoestima, de valoración personal, lo cual no impide que esas personas sepan que se están engañando.

Que intentan demostrar ante los demás, lo que no se es en la vida intima, personal. La mala opinión de uno mismo tiene como consecuencias lo que muchas personas manifiestan de sí mismas: No me quiero. No me perdono. Debería quererme más.

Para quererse, hay que aceptar la verdad última de uno mismo y de los demás. Muchas veces, no quererse ni perdonarse, es el resultado de no saber querer ni perdonar a los demás. Y, lo que es más doloroso, no sentirse perdonado.

Aceptar la realidad personal e ir contra corriente cuando lo que vemos fuera no concuerda con lo que el ser humano es, ayuda mucho a sentirse cómodo, bien con uno mismo. Aunque, algunas veces, implique se rechazado, poco o mucho, por los demás.

Además es más fácil acertar en la vida personal, se está más preparado para querer y ser querido.


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