Miércoles, 24 de abril de 2024

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El Mártir más Joven

por Creo, Señor, aumenta mi fe

   Cándido Catalán Lasala, martirizado en Fernán Caballero con sus trece compañeros claretianos, no murió inmediatamente como los demás.

     Había nacido en Corella, Navarra, el 16-II1916. Entró en el Seminario Menor de los Misioneros del corazón de María en Plasencia en 1927. Profesó el 24 de octubre de 1932. A partir de ese momento, Cándido Catalán inicia un camino ascendente en su personalidad. De ser un aprobado raso, a ser un sobresaliente en estudios. Igualmente en su espiritualidad. Sin perder su carácter abierto y sencillo consigue una madurez notable. Los superiores veían en él una promesa extraordinaria.

     Al ser sacrificado cruelmente en Fernán Caballero, tenía 20 años. No estaba designado para la primera expedición martirial. A última hora, Gabriel Hernández optó por quedarse y se cambió por Cándido que era su compañero de habitación.

     Después de la matanza, los milicianos siguieron camino de Madrid cantando la Internacional. Dos quedaron en la estación. Luego marcharon al pueblo para dar cuenta de lo sucedido. A los que encontraban por el camino les decían: “¡El que quiera carne fresca que vaya a la estación, que allí hay catorce frailes por el suelo!

     El terror y el pánico reinaban en el personal de la estación. Nadie se atrevió a acercarse a las víctimas para auxiliar a uno que veían moverse agonizando. Carmen Herrera hizo además de acercarse con un botijo para darle de beber al herido. Se volvió atrás cuando estaba cerca de él por temor a que le dieran un tiro.

    Cuando llegaron el juez y el médico del pueblo y poco después el Teniente Coronel de la Guardia Civil de Ciudad Real, con un Teniente y doce guardias, quedaron horrorizados ante aquella masacre. Encontraron a uno con vida. Era Cándido Catalán. Cuando se acercaron susurró: “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo rey! ¡Viva Cristo Rey! Al ver que le socorrían, su mirada fue de agradecimiento. Trasladaron al herido a la estación y le colocaron sobre un banco. Carmen Herrera puso agua a calentar para curar al herido. Pidió agua y la bebió con gratitud. Le lavaron las heridas. Una bala le había explotado en el pulmón. En la cura de urgencia no profirió una queja. Un Guardia Civil comentó conmovido: Esto es saber morir.

    El teniente Coronel de la Guardia Civil le preguntó si había sacado billete. Con voz fatigosa y débil dijo: “Dimos dinero a los milicianos con ese fin en la estación de Ciudad Real, pero no recibimos los billetes.”

     Ha sido un asesinato con robo, comentó.

    Las dos personas que le trajeron de las vías le acompañaron a Ciudad Real por indicación del médico. Con ellos fueron Guardias Civiles  y algún miliciano que había llegado para velar los cadáveres. Maximiliana Santos les proporcionó una sábana, una almohada y una manta. El juez unos sacos que tenía en la bodega. En el improvisado lecho le pusieron en una vieja camioneta de Fuente del Fresno.

     En el camino, a la altura del Puente del Guadiana, se les averió la camioneta a los que trasladaban a Cándido Catalán. Al bajarse para arreglarla, cayeron en la cuenta de que había fallecido. Hubo que remolcar la camioneta con un camión que pasaba por allí. Así llegaron al Hospital, donde entregaron el cadáver del joven mártir claretiano.

     Será beatificado el 13 de octubre en Tarragona.

                                  

  

 

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