Me siento Jesuita

               Uno de los mis primeros blogs en Religión en Libertad se tituló: “De la Compañía de Jesús”. Terminaba con estas palabras: “No os extrañéis de los gestos que ha hecho este Papa. Lo mejor está por venir. No ha hecho más que comenzar”.

                Para hacer estas afirmaciones no tuve que adivinar nada. Simplemente recordar algunos principios de los Ejercicios Espirituales. Señalaba como fondo de su futura actuación el más que pide San Ignacio al ejercitante. Un más que no es un voluntarismo ascético sino un más de generosidad.

                En las respuestas dadas a los periodistas, al regresar de Brasil, dice el Papa Francisco: “Yo me siento jesuita en mi espiritualidad, en la espiritualidad de los ejercicios, en la espiritualidad que tengo en el corazón. Tanto me siento jesuita que en tres días iré a festejar con los jesuitas en la Iglesia de San Ignacio…”                   

           Efectivamente, el Papa acudió a la Curia General de los jesuitas el 31 de julio, fiesta de san Ignacio. La homilía es un prodigio de sencillez, de sentido ignaciano y de claridad apostólica. Esta homilía, me parece, un complemento preciso y precioso de los documentos de la JMJ en Río.

               Estas son las palabras del Papa en su párrafo más importante: “El lema de nosotros, los jesuitas, <> -ha dicho Francisco-nos recuerda constantemente una realidad que no debemos olvidar nunca: la centralidad de Cristo para cada uno de nosotros y para toda la Compañía que san Ignacio quiso que se llamase<> para indicar el punto de referencia… Y esto nos lleva a nosotros, los jesuitas y toda la compañía a ser <>, atener siempre delante a <>… Cristo es nuestra vida. A la centralidad de Cristo corresponde también la centralidad de la Iglesia: son dos fuegos que no pueden separarse: yo no  puedo seguir a Cristo sino en la Iglesia y con la Iglesia. También en este caso, nosotros los jesuitas y toda la Compañía, estamos por decirlo así<>, estamos al servicio de  Cristo y de la Iglesia… ser hombres radicados y fundados en la Iglesia: así nos quiere Jesús. No puede haber caminos paralelos o aislados. Sí caminos de búsqueda, caminos creativos, sí, es importante; ir hacia las periferias… pero siempre en comunidad con la Iglesia, con esa pertenencia que nos da valor para ir hacia delante”…

              Humildad que nos hace conscientes todos los días de que no somos nosotros los que tenemos que construir el Reino de dios, sino que es siempre la gracia del Señor que obra en nosotros; humildad que nos lleva a ponernos a nosotros mismos no a nuestro servicio personal o al servicio de nuestras ideas, sino al servicio de Cristo y de la Iglesia, como vasijas de barro, frágiles inadecuadas, insuficientes, pero con un inmenso tesoro que llevamos y comunicamos”.

              Cada día el pensamiento del Papa se está clarificando. También en esta homilía en la Curia de la Compañía. A mi modo de ver se confirma la centralidad del Jesucristo en el misterio cristiano. Sin poner en Él los ojos, no hay posibilidad de vivir la fe en profundidad. El Cristo, Dios y Hombre verdadero, es la piedra angular de nuestra existencia cristiana.

              Darle a conocer es la encomienda de cuantos en Él creemos. Si este empeño fuera una empresa humana o una ONG, las tácticas humanas serían suficientes. Solo la fuerza de la gracia actuando en instrumentos débiles puede llevar adelante la Obra de Jesús.

              La unión de Cristo y su Iglesia son inseparables. La realidad de la Iglesia es central. Aquí estamos radicados. El Papa nos dice, una vez más, que no puede haber caminos paralelos.

              Añade un matiz que nunca le había oído hasta ahora y que orienta, grandemente, una de las palabras usadas por él: las periferias. En la vida del creyente todas las iniciativas son posibles con tal que se desarrollen en comunidad con la Iglesia. Lo demás serán caminos paralelos condenados al fracaso.