Jueves, 25 de abril de 2024

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Importancia de la vida oculta

por Déjame pensar

La vida oculta, en sentido de no pública, es condición de mayoría de ciudadanos. Sus tareas familiares, profesionales, de relaciones humanas cualesquiera suelen pasar inadvertidas. Pero son abundantes las actitudes que suponen entrega, fidelidad, sacrificio, tantas cosas positivas, aunque no sean noticia en la prensa, ni en la televisión, mejoran humana y moralmente muchos ambientes.

En no pocas ocasiones la raíz de estos comportamientos es una sensibilidad cristiana, aunque muchos sujetos no tengan conciencia de ello. He insistido frecuentemente a seglares cristianos y a sacerdotes que identifiquen y digan lo que es cristiano, por lo tanto es de Dios, y que posiblemente no se les ha hecho notar nunca. Muchos, porque no practican (creyentes no practicantes). Pero tienen actitudes de auténtica fe, hacen lo que Dios desea y espera de ellos, pero no se lo formulan.

A veces, en toda su vida, no ha habido quien les haya dicho: que Cristo obraría como ellos. Que les digan: “Tu amor, tu lealtad, tu honestidad, tu generosidad, no son consecuencia sólo de tu voluntad, sino que eso que vives es también la manifestación de la fuerza y la actuación de Dios en ti”.

Y la gente suele entenderlo, pero hace falta que se les diga, hace falta que identifiquemos lo que es obra del Espíritu Santo en sus personas. Esas vidas ocultas seguirán siendo una realidad, pero hacen falta profetas que desvelen su sentido oculto que identifiquen la vida de Dios en los otros.

No hemos de leer los acontecimientos, a la luz de la fe, sólo para provecho nuestro, sino también para subrayar a esas personas tantas cosas que, para la mayoría, son fruto de un buen espíritu, por tanto, son fruto del Espíritu Santo.
Este esquema de la vida oculta puede cuestionar nuestro esquema habitual de valores. Sólo si nos dejamos cuestionar por esa vida oculta, seremos más capaces de entender y de discernir los valores del evangelio.

La pista de esta reflexión, más que discurrir, será contemplar la Palabra silenciosa (Cristo), que viene a revelar y que se esconde; que se hace don para manifestar los dones ocultos que hay en los seres creados por Dios. Son los largos años de vida oculta de Jesús. Para quienes revelar equivale a gritar, equivale a decir muchas palabras, va muy bien pensar en la vida oculta. El amor no necesita publicidad, más bien se profana con las muchas palabras. El que habla es el gesto la donación.

Jesús, cuando calla en sus 30 años de vida oculta, y cuando calla en al cruz, es cuando se revela plenamente. El que habla es el gesto: la donación.

Otro aspecto de la vida oculta puede ser la monotonía y, en consecuencia, la búsqueda de novedades. Ello no es malo. Pero podemos romper la monotonía, asumiendo los motivos por los que la realizamos, porque la novedad viene del Espíritu. A una madre, que ama mucho a los suyos,, no se le hace monótono empezar cada día el mismo tipo de trabajos. La ilusión le viene de que ama.
Y así, en el amor a Dios, hasta lo siempre igual es nuevo. La novedad no está en la cosas, sino en el “porqué” de las cosas. Y eso es cambiante. Las cosas pueden no ser cambiantes, pero el porqué es cambiante. Aunque la motivación mía sea la misma que hace un año, si era una motivación consciente y llena de amor a Dios, para mi conciencia, nace cada amanecer como totalmente nueva. Todo es monótono menos el amor. Si es verdadero amor es siempre cambiante.

Porque además yo tengo conciencia de que el amor que Dios me tiene no es el de ayer noche. Es otro amor nuevo. Es otro amor ilusionado; con nuevas perspectivas. El Dios, que en su Trinidad es un torbellino de amor, no se puede detener en el amor que nos tenía anoche. El amor de ahora, de este momento, es distinto.
Y, por eso, nuestra respuesta es también distinta cada día, porque tiene una nueva jugosidad, una nueva ilusión, como de lo que siempre es nuevo –en este caso el amor que Dios nos tiene-,.de lo que siempre es estrenado. Aunque se diga siempre lo mismo.

Más de una vez, tuve la ocasión en mi convivencia en “la mar” con las pescadores de las barcas del litoral que cada amanecer los patronos de las barcas, cuando llegaban al punto escogido, paraban las máquinas, y la voz de mando para lanzar laz “artes” al mar era gritar con fuerte voz: “¡En el nom de Déu!” –“¡En el nombre de Dios!”. Eso lo hacen todas las barcas del litoral. ¿Todos los días dicen lo mismo? Sí, pero cada día es con la esperanza y la ilusión de una pesca mejor y mayor, para el bien de todos los suyos, de la marinería.

Y nosotros no podemos comenzar cada día sin acordarnos de Dios y decirle, y no de una manera rutinaria, monótona y aburrida (no lo hacen así ellos), “¡En el nombre de Dios!”.
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