Domingo, 06 de octubre de 2024

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Peregrinación a Medjugorje: 4. Especial para españoles

por Contemplata aliis tradere

 

      
La historia de Medjugorge entraña una movida, sobre todo clerical, que resulta trágica.

Está llena de desencuentros entre la diócesis y la parroquia, entre el obispo y los franciscanos que la regentan e incluso entre los superiores franciscanos y algunos de sus súbditos. Prohibiciones, expulsiones, reducciones al estado laical; por lo visto, se han activado muchos de los cánones penales actualmente en vigor. Parece que han sido hasta nueve los franciscanos expulsados de su Orden por sus propios superiores por el asunto de Medjugorge. Son tres los sacerdotes franciscanos que han sido iconos fuertes en este enfrentamiento:

            
P. Slavko Barbaric. Un gran sacerdote, querido por el pueblo, muerto de repente de un ataque al corazón en la cima del Kreisevac culminando un viacrucis. Sin embargo, oficialmente, su estancia en Medjugorge le estaba prohibida por el obispo con lo que murió en la desobediencia.

  
P. Jozo Zovko, párroco en el momento de las apariciones, opuesto a ellas en un principio, pero después fiel defensor. El pueblo le es devotísimo y sigue suspirando por su presencia. No obstante, fue suspendido en 1989, en 1994 y en 2004. Actualmente, está recluido por Roma en la isla de Badija.

P. Tomislav Vlasic, fue suspendido en 2008 y expulsado de los franciscanos. Finalmente pidió a Roma la reducción al estado laical y se le ha exonerado de todas las cargas de los votos y del sacerdocio.

       
Mientras acaecen todos estos discernimientos, el pueblo sigue acudiendo masivamente en la máxima inocencia, sin el menor atisbo de rebeldía, disfrutando de gracias especialísimas que en cualquier otro sitio harían las delicias de sus pastores. Y, lo que es más de señalar, sin sanaciones físicas, sin hechos espectaculares, sin el populismo religioso que brota donde hay poderes exotéricos y morbo de curanderismos. Hay apariciones que nadie ve y que la gente soporta durante horas rezando el rosario y disfrutando de una fe ungida. Después de una aparición en la colina, bajan miles de personas sin haber visto nada pero llenas de fe y creyendo que el vidente sí ha visto a la Virgen, llenas de paz y de gozo y realizándose continuamente hondas trasformaciones interiores y cambios de vida. ¿Cómo se explica esto después de treinta y un años?
     

En diciembre de 2009 visitó Medjugorge el Cardenal Christoph Schönborn, Arzobispo de Viena.


Los medios de comunicación le siguieron durante los días posteriores. Parece ser que pronunció un discurso en la iglesia parroquial de Santiago Apóstol (así se llama la parroquia de Medjugorge) y, hablando de la misericordia de Dios, dijo: “¿Quién podría inventarse algo así? ¿El hombre? No, no es un acto humano”. Si bien alguno había esperado que su visita a Medjugorge fuera privada, el cardenal ha sorprendido a la ciudad al mostrarse muy visible. Ha empleado su tiempo en concelebrar la Misa en la iglesia de Santiago, subiendo a la Colina de la Aparición con la vidente Marija Lunetti, orando en silencio en el lugar de la Adoración y hablando en público sin prejuicios.


El obispo de la diócesis Ratko Peric, en un documento posterior dice cosas semejantes a éstas: “En todo esto, tengo que admitir que yo personalmente, como obispo diocesano de la Diócesis de Mostar-Duvno, estoy sorprendido. Entiendo que un Cardenal de la Santa Iglesia Católica tiene derecho a testimoniar y proclamar el Evangelio, pero, con respecto a las apariciones públicas fuera de su propia diócesis, existe también una cierta etiqueta en la Iglesia: el obispo o cardenal que tiene la intención de acudir públicamente a otra diócesis, informa primero de ello al obispo local. Esta norma de etiqueta es promovida tanto por la Iglesia como por la prudencia. Esta precaución y costumbre de la Iglesia debería aplicarse especialmente en este caso.


Estoy sorprendido, porque, hasta la fecha de esta declaración, no he tenido noticias de la oficina del Cardenal Schönborn y supongo que el Cardenal conoce la postura de la Iglesia, basada en los resultados de la investigación de la comisión, que establece que nadie puede decir que se trata de “apariciones sobrenaturales ni revelaciones privadas”. Su visita al Cenáculo y a Sor Elvira, la cual, por cierto, no tiene permiso como religiosa para residir y actuar en esta diócesis, podría interpretarse como un apoyo a esta religiosa. Y no sólo a ella, sino a un creciente número de nuevas comunidades y asociaciones desobedientes de fieles en Medjugorge, lo cual puede parecer un apoyo a su desobediencia eclesial.


Quiero insistir, por tanto, que la visita del cardenal Schönborn no implica ningún reconocimiento de la autenticidad de las “apariciones” relacionadas con Medjugorge. Siento que el Cardenal, con su visita, actos y declaraciones, aumente el presente sufrimiento de la Iglesia local, lo cual no contribuye a la paz y la unidad que tanto necesitamos
.”

      
Dejando a un lado las citadas controversias y deseando que todo se termine y se aclare pronto, quiero contar un discurso que nos dirigió el P. Tomislav Vlasic, uno de los últimos que dirigió como franciscano y sacerdote porque al poco tiempo fue expulsado de la Orden y actualmente dispensado del sacerdocio. Fue él, el que mostró el deseo de hablar a los españoles donde acudimos extrañados de tal deferencia, siendo así que no éramos demasiados. Además se acababan de marchar hacia el aeropuerto aquel mismo día dos autobuses llenos de españoles. Fue el martes 10 de julio de 2007. Nos sentimos muy honrados porque hasta la fecha el P. Tomislav era considerado por los peregrinos como una de las columnas del edificio medjugoriano.


La razón para hablarnos en especial a los españoles él mismo nos la formuló: “Todo el mundo conoce lo que sucede en España (año 2007) y cómo el viejo espíritu materialista y totalitario se ha instalado en nuestro gobierno. Ahora es desde la democracia, pero su identidad totalitaria y laicista es la misma. Su radicalismo es peor que el de una religión en su peor momento. Quieren imponer a todos sus valores e ideologías con un fervor laicista digno de mejores objetivos. Quiero ayudar a los españoles a no caer en las trampas que tales ideologías tienden a los cristianos.

      
Nos habló durante un rato largo en croato, traducido por nuestro guía Leo. Lo que os voy a trasmitir de su discurso está cogido sobre la marcha, a mano. Comenzó diciendo:

 

   
“Queridos peregrinos españoles: Conocí los sucesos de Medjugorge desde el principio. Conocí también a los videntes desde las primeras apariciones. Nos duelen mucho las declaraciones del obispo cuando dice que esto es un engaño y una estafa. Hablando con él un día le dije: ¿Usted no se acuerda quién trató de poner en evidencia a los videntes? Porque los sacerdotes nos resistimos mucho a aceptar los sucesos como algo sobrenatural.

 

 

   
Ocurrió que los cuatro primeros días de apariciones no estaba aquí el párroco P. Jozo ni yo ni ningún sacerdote de los fijos en la parroquia. Sólo estaba un capellán, Zrinko Cuvalo, que hacía de sustituto interino. En esos cuatro primeros días no había, digamos, ningún pastor. El P. Jozo, párroco, llevaba sólo unos meses en la parroquia. Había llegado en noviembre de 1980 (las apariciones comenzaron en junio de 1981). Apenas conocía a la gente y a los videntes, que hasta entonces a nadie le habían llamado la atención. Unos niños corrientes, alguno de los cuales no era de aquí y otros estudiaban fuera. Una era de Sarajevo y alguno más, como Marija, estudiaban en Mostar.

 

 


El régimen político era comunista y, durante bastantes años, bajo la dura y totalitaria dominación de Tito los católicos de Croacia sufrimos graves persecuciones. El P. Jozo pensó al principio que las declaraciones de los niños eran una estratagema política más a las que el régimen nos tenía acostumbrados, para desprestigiar a la Iglesia delante del pueblo. No era improbable una estratagema de ese tipo ya que tenían una inquina especial contra el P. Jozo por su actuación comprometida y antiatea en anteriores parroquias. Era como una mota en el ojo para los comunistas.

 

 

   
Tampoco alguna gente del pueblo asumió con buenos ojos lo que decían los niños. No obstante, la fama de los hechos se propaló de boca en boca y comenzaron a acudir muchos al monte de las apariciones. El 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo, cuarto día de apariciones, eran ya muchos los miles de personas que accedieron. La Policía, evidentemente, comenzó a tomar cartas en el asunto. Es curioso cómo todo el mundo acudía al monte mientras la iglesia estaba completamente vacía. En el régimen comunista cualquier manifestación religiosa tenía que celebrarse dentro de los muros de las iglesias. La calle estaba prohibida.

 

 

   
Nosotros pensábamos que era una artimaña comunista y ellos creían que era una estratagema contrarrevolucionaria. El P. Jozo estaba sumido en confusión. Me llamó y acudí rápido a su llamada. Juntamos a los videntes y nos chocó que en la sala donde los reunimos, charlaban, jugaban y se reían totalmente ajenos a nuestros problemas. Los fuimos interrogando por separado. El P. Jozo lo grabó todo y es una pena que hayan desaparecido las declaraciones. Fue encarcelado y le requisaron todas sus pertenencias, de las que no se ha vuelto a saber más. Grabaciones, anotaciones, fotos, todo desapareció.

 

 

   
Sobre todo las anotaciones sobre los milagros. Los primeros días hubo muchas sanaciones. Pues bien, después de interrogar a los niños les advertimos con fuerza que si estaban jugando o gastando una broma pesada debían saber que se trataba de una cosa muy seria porque exponía a nuestra religión y a nuestra patria croata a la burla. Los seis respondieron al unísono con  fuerza: “Lo vemos y lo vemos”.

  
No tuvimos más remedio que aplicarnos la antigua sentencia: “Si proviene de Dios es inútil luchar contra ello; si se extingue es que no era de Dios”. Fuimos muy tajantes con ellos hasta el punto que nos han dicho después los videntes que estuvimos más duros con ellos que la misma policía.

 

    
Los niños fueron conducidos muchas veces a la comisaría; les llevaron a médicos y psiquiatras.

Incluso un día los trasladaron a la morgue para asustarlos. Les llevaban también a excursiones para distraerlos, sacarlos del ambiente y que se olvidaran de todo. Un día les pasearon en un autobús. Cuando llegó el momento de la aparición, los niños dijeron al chofer: “Deténgase” y se bajaron del autobús, se arrodillaron y no volvieron hasta que desapareció la aparición.
 


Las autoridades, los medios de comunicación y el mundo oficial se burlaban de los sucesos. Los políticos de Belgrado aprovechaban para desprestigiar a Croacia y a la religión católica. Hicieron a la Virgen y a cada uno de los niños objeto de sus burlas. A Jacob, que tenía 10 años y era el más pequeño, le pusieron un chupete en la boca. Todo el odio ancestral contra la fe católica y contra Croacia se removió con resentimiento. Ahora bien, nadie pudo con los niños. Estaban dispuestos a defender su verdad hasta la muerte. A pesar de lo que dice ahora el obispo, vino un día por entonces a la confirmación y dijo con toda claridad en la homilía: “Los niños no mienten”.

 

 


Sin embargo, la policía cada vez más numerosa,  lo bloqueó todo prohibiendo el acceso al monte. Pusieron trece controles. Un día yo  venía de Mostar, nos pidieron identificación y nos prohibieron ir a la colina. El diablo se metió a sí mismo un gol en propia puerta porque el policía prohibía a la gente ir a la colina y les mandaba a la iglesia. Nunca se rezó tanto en esta iglesia como aquellos días. Fue terrible. Cogieron preso al párroco, el P. Jozo y lo requisaron todo. Mujeres policías llegaron incluso a desnudar a las monjas. Quisieron incluso inspeccionar el Santísimo, pero el pueblo se opuso con fuerza: “Eso sí que no”. Todo el mundo lloraba en la iglesia y querían tener misa, pero el párroco estaba preso. Un capuchino que estaba de vacaciones en casa de su madre pudo escurrirse, entrar en la iglesia y decir la misa. En un momento, poco antes de la misa, cuando la gente lloraba nerviosa y excitadísima, el pequeño Jakov subió al altar, cogió el micrófono y dijo a la gente: “Que nadie tema ni tenga miedo”. Fray Starcho, el capuchino, tuvo que marcharse del pueblo esa misma noche. Todo fueron dificultades y sufrimientos. El padre de Vicka, con ocho hijos, fue amenazado de quedarse sin trabajo si su hija no decía que todo era una mentira. En otoño, Mirjana, que era de Sarajevo regresó a la escuela y sus compañeros ortodoxos y musulmanes se reían de ella. Lo mismo le pasó en Mostar a Marija.


Si esto es así ¿qué podemos decir? ¿Fue todo un espejismo? Si hubiera sido mentira ¿quién les daba la fuerza y la total unanimidad a los niños? Ante tanta presión y sufrimiento, ¿qué niño resiste días y meses y años si no tiene dentro algo superior a sí mismo? Fue un milagro soportar tantísima presión. Y después la imposibilidad de vida privada, la devoción de la gente. Fue otro milagro físico sobrevivir. Todo el mundo quería hablar con ellos, tocarlos, preguntarles algo. De 1984 a 1986 les hicieron toda clase de experimentos. Vinieron especialistas de Francia e Italia con toda clase de instrumentos. Incluso a Iván, en una aparición, le pusieron un aparato de muchos decibelios en el oído y fogonazos de luz en los ojos y ni se inmutó. Su físico no reaccionó. La conclusión de los especialistas fue que los muchachos eran normales y que no había en ellos ni sugestión ni patología alguna.

    
Otra cosa simpática. En los primeros días la Virgen les dijo que era la madre de Dios, pero la abuela de Vicka no estaba convencida. Le dio a la nieta un cacharro con agua bendita, diciéndole: “Cuando veas la aparición, échale agua bendita”. Así lo hizo la niña. La Virgen sonrió. Ese mismo día les dio el primer mensaje. Era un mensaje para un pueblo que había sido sistemáticamente adoctrinado en el ateísmo: “He venido para deciros que Dios existe y que está en medio de vosotros”.

    
Aquí, durante decenios, se impidió toda enseñanza religiosa. Estaba prohibido celebrar la Navidad. Era día de trabajo. Había que escribir Dios con minúscula. Les enseñaban a los niños que nada es pecado. Tuvimos que cambiar el horario de la misa y comenzamos a hacerlo por la tarde, para que alguien pudiera asistir los días de fiesta, que fueron suprimidos oficialmente. Era una lucha contra la esperanza. Nadie esperaba tan rápidamente la destrucción del imperio de Satanás. No cabía la esperanza de que el comunismo cayera. Era como una roca inconmovible. En occidente lo creían indestructible. Lo destruyó una revolución silenciosa y pacífica  de  pobres que siguieron creyendo pese a todas las evidencias en contra. Aquí llegaban jóvenes de Chequia, Eslovaquia, etc., venían hambrientos y sedientos de Dios. Cuando regresaban iban sin miedo. Llevaban a la Virgen dentro, que es madre de todos, incluso de los opresores. Los comunistas no tenían miedo a la fe; sólo tenían miedo a la palabra escrita. Ése fue el gran error que les destruyó.

  


Hace una semana 670 sacerdotes de cincuenta países y de diez idiomas distintos se reunieron aquí para hacer ejercicios. Me sentí muy feliz al ver tantos sacerdotes jóvenes de países comunistas. Para mí es un signo claro de que la Iglesia es indestructible. Tenemos que orar para que España no caiga ahora en manos de ese materialismo y de ese espíritu ciego que tanto daño ha hecho”.

   


Me impresiona que el hombre que nos dirigió este discurso tuviera que abandonar la Orden y a los pocos meses el sacerdocio. Nos habló con toda el alma y con la pasión de un testigo, quedando todos encantados. Todo nos sonó a verdadero. Lo cual nos indica, como decíamos, que hay aquí un serio problema institucional. No sé cómo habrá sido en otras apariciones. Eran tiempos de muchos más tapujos y menos claridad que la actual. Hoy lo sabemos o podemos sospechar casi todo. La solución no es fácil. Para algunos la cosa está clara: obedecer a rajatabla y prohibir a los fieles acercarse más a Medjugorge. Con esta actitud maximalista habría que decir que todo ha sido falsedad y mentira.

   
Si es así, digo yo:¿Tendrían que desconvertirse todos los que se han convertido en Medjugorge?

Los miles de sacerdotes y monjas consagradas que han nacido al calor de la gracia de Medjugorge habría que reducirlos al estado laical. Lo que procede de una mentira siempre será mentira y, por lo tanto, sus ordenaciones fueron inválidas. Las lágrimas, el gozo, la fe, el amor que se ha derramado a raudales hacia María y hacia su hijo Jesucristo ¿han sido contagio y superchería?

   

Obra del demonio, dicen algunos. San Juan nos habla de que el Espíritu nos convencerá de que el Príncipe de este mundo ha sido vencido y juzgado por  Jesucristo. ¿Puede haber inspirado tanta bondad en tantos millones de corazones un vencido y precipitado, como dice el Apocalipsis? Permítanme decir que yo no hablo de oídas. Yo doy testimonio de que he sido uno de los que han recibido gracias enormes en Medjugorge. Si lo que yo he recibido en Medjugorge fuera todo mentira, también habría sido mentira toda mi experiencia religiosa anterior porque aquí se emite en la misma onda en la que yo siempre he captado el mundo de la fe y del Espíritu.

 

   
Evidentemente mi fe no se basa ni en Medjugorge ni en apariciones ni en mi propia experiencia pero, si algún día, cosa muy improbable, declararan falso todo lo que sucede aquí, entraría en el desguace más profundo de mi vida.


El escándalo, gracias a Dios, no me afectaría demasiado, porque hace tiempo que busco la pobreza interior absoluta y ésta se da en la pura fe. Sin embargo, por aquí han pasado muchos pobres y pequeños de los que habla el evangelio. Al levantarme, por las mañanas, caminando por la carretera me encontraba con chicos solitarios de la comunidad del Cenáculo. Son jóvenes resucitados de la droga. Ese ejército de pobres, con el rosario en la mano, es la mejor prueba de la verdad de estas apariciones. Sus caras de espectros nos saludaban con dulzura al cruzarnos, mientras sus ojos, salidos de la tumba, me agradecían la respuesta a sus “buenos días”. No, no sobra aquí esta gente. Yo quiero pertenecer a ese ejército de pobres que rodea a la Virgen. Ningún argumento teológico podrá contra ellos y su urgentísima necesidad de salvación. El obispo no está de acuerdo, dice que no hay apariciones, que son una estafa. Pues bien, yo digo que si estas apariciones no son verdad, la Virgen tendría que inventarlas. ¿Cómo es posible que no sean verdad cuando están salvando a tantos pobres? ¿Desde dónde leemos la historia?

 


Yo quiero pertenecer a este ejército de pobres que no se piensan a sí mismos, no se autodefinen, que no requieren identidad porque en el cero de su vida la han perdido toda. Gracias al don de Medjugorge, un retoño de la esperanza perdida alienta aún en sus ojos brotando de sus labios en forma de oración. Yo me pregunto: ¿cómo es posible que unas apariciones “falsas” reúnan cada día a tantos miles de jóvenes cuando curas reales y verdaderos, como el obispo y yo, no somos capaces de reunir a nadie? Estas apariciones si no son verdaderas son necesarias; si son una superchería y una estafa, están bendecidas; si no existen hay que inventarlas.

 

 

 fraychusvillarroel@yahoo.es

 

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