Miércoles, 24 de abril de 2024

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Reflexionando sobre el Evangelio

¿Es pecado cumplir preceptos humanos?

por La divina proporción

 

¿Es pecado cumplir preceptos humanos? Lo pregunto porque hay quienes señalan que Cristo abolió unos preceptos humanos y nos llaman adquirir justo los contrarios. Los preceptos que "no son adecuados" para la Iglesia actual, se señalan como abolidos y se señalan otros, que se promocionan como renovadores, modernos, bien vistos y maravillosos. Si nos decían que hay que guardar un silencio de veneración cuando estamos en un templo, ahora nos dicen que hay que gritar, cantar y divertirse. Si una persona siente que ofende a Dios haciendo eso, se le tacha de farisea, rigorista, fundamentalista y se le señala la puerta. Entre diferentes partidos fariseos no hay posible piedad ni amor. Tristemente no comprendemos lo que Cristo nos dice en este pasaje Evangélico. Para tenerlo un poco más claro, leamos lo que nos dice Veda el Venerable:

Habían recibido en un sentido material las palabras espirituales de los profetas, que se referían a la corrección del espíritu y del cuerpo, diciendo: "Lavaos y sed puros" (Is 1,16); y: "Purificaos los que lleváis los vasos del Señor" (Is 52,11), y observaban solamente estos preceptos lavándose el cuerpo. Por tanto, es necia la tradición de lavarse varias veces para comer, habiéndolo hecho ya una vez, y de no comer nada sin hacer antes estas purificaciones. Pero es necesario para los que desean participar del pan que baja del cielo, el purgar con frecuencia sus obras con limosnas, lágrimas y los demás frutos de justicia. Necesario es igualmente purificar bajo la acción incesante de los buenos pensamientos y obras las manchas que podamos contraer en los cuidados temporales de los negocios. Así, pues, inútilmente se lavan las manos los judíos y se purifican exteriormente mientras no lo hagan en la fuente del Salvador. En vano purifican sus vasos, siendo así que descuidan el lavar las verdaderas manchas de sus cuerpos, esto es, las del espíritu. (Beda el Venerable, in Marcum, 2, 29)

¿Qué nos dice Beda? Nos dice varias cosas, la primera es que los fariseos comprendían la Escritura de forma puramente humana, funcional e inmanente. Segundo, ponen su atención en lo externo, lo meramente prescriptivo y se olvidan del interior del ser humano. Se comportan de forma aparentemente recta, pero lo hacen como estrategia de marketing. Tercero, no se dan cuenta que tienen delante a Dios hecho carne, mientras se preocupan de seguir la normativa.

¿Qué nos dice Cristo en el pasaje Evangélico sobre el que reflexionamos? Nos dice que las normas humanas pueden ser racionales y evidentes, pero tenemos que diferenciar lo puramente humano de lo sagrado. “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap 3, 20). Para abrir la puerta a Dios es necesario un acto humano que trasciende lo humano, sin despreciarlo.

Nuestro corazón, la centralidad de nuestro ser, no puede vivir de normas humanas, por muy beneficiosas que sean.

Por ello es importante no dejarse llevar por el funcionalismo, tan de moda dentro de la Iglesia actual. ¿Qué no nos dice Cristo? ¿Nos dice que despreciemos unas costumbres y normas humanas para entregarnos a otras mejor vistas? Eso no es lo que nos pide el Señor. Nos pide que amemos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. No deberíamos amar unas normas y despreciar a quienes siguen otras diferentes.En toda religión, las normas humanas tienen un sentido y una razón. ¿Por es necesario lavarse las manos antes de comer? Para evitar infecciones y enfermedades en general. ¿Hacían mal los fariseos al lavarse las manos? Sin duda es una costumbre muy sana que no podemos recriminar. Pero

¿Es lógico que cuando el Hijo de Dios está presente, nos fijemos en las normas humanas y encima las utilicemos para machacar a quien no hace lo mismo que nosotros?

Sin duda eso es un pecado que proviene de una falta de caridad muy grande. Tal como indica Beda el Venerable, la falta de caridad es la verdadera suciedad que entonces y hoy mismo, necesitamos limpiar. No nos arrodillemos ante las normas y maltratemos a quienes no las desean seguir. Cristo quiere se las normas humanas tengan un sentido que nos ayude a amar a Dios sobre todo y al prójimo, como nos amamos a nosotros mismos.

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