Sábado, 04 de mayo de 2024

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Elecciones generales: necesitamos un mecánico y no un cambio de conductor

por Jaime Alejandro

Dado que el domingo tenemos elecciones generales me gustaría anunciarles una noticia buenísima y otra mala. La buenísima es que seguramente se va Zapatero. La mala es que viene Rajoy.

Creo que ha quedado claro en los artículos del blog, que los problemas económicos actuales tienen un origen monetario y estructural. El problema está profundamente arraigado en el sistema fiduciario, el control del precio del dinero por parte del Estado –que se traduce en un control de todos los precios- y la depravación del  sistema de reserva fraccional, por citar las más cruciales. Por lo tanto, la solución pasa por permitir a los ciudadanos elegir moneda de pago e intercambio, sometiendo al sistema fiduciario a la disciplina del mercado –en otro artículo abordaré esta cuestión de la “libertad para elegir moneda”; la disolución gradual de las instituciones que controlan los precios –los bancos centrales, fundamentalmente-; y el castigo legal al abuso del sistema de reserva fraccional, perpetrado por el propio Estado y su banca pública camuflada de “banca privada”. 

¿Algún candidato de los que se presentan a las elecciones hace mención a estas cuestiones y su solución? Ninguno. Por lo tanto, estamos ante el cambio de conductor de un vehículo averiado. Lo que necesitamos es un mecánico y resulta que los partidos, de manera antidemocrática puesto que los candidatos se eligieron a dedo, nos presentan conductores. Pues pueden poner al volante al mismísimo Sebastian Vettel pero el vehículo no funcionará.

Olvidarse del origen del problema y poner parches es posible que proporcione una ligera mejoría, pero tales medidas terminarán en otro fiasco. Sí claro, si el vehículo tiene el motor gripado y el conductor decide sacarlo de la calzada para hacerlo circular por un camino cuesta abajo, podemos llegar incluso a tener la sensación de que funciona. Eso sí, lo hará hasta que se termine la pendiente o pinchemos un rueda. ¿Y luego qué?

De hecho, esto ya lo hizo el “reformista” Aznar. Provocar una burbuja inmobiliaria fue eso, sacar el vehículo de camino rural en el que nos metieron los anteriores y dejarlo caer, pisando embrague, por un puerto de montaña. Luego vino la primera legislatura de Zapatero, en la que se dedicó a aprovechar las últimas curvas para hacer el cafre y pegarse un leñazo en la segunda. Ahora hay que hacer el camino de vuelta con el vehículo destrozado. ¿Factible? Me temo que no.

Dada la situación, venir con la monserga de que todo el problema es una cuestión de confianza es una presunción bastante boba. Con confianza o sin ella, el crédito no volverá por la sencilla razón de que los niveles de endeudamiento son absolutamente insostenibles. Para que vuelva a haber crédito primero tendremos que pasar unos años ahorrando –palabra tabú en el lenguaje de cualquier político-. Para resucitar el consumo primero tendremos que volver a producir. Y ambas cuestiones, el ahorro y el aumento de la producción económica serán una realidad cuando el Estado deje de depreciar el valor del dinero –el valor del ahorro- y junto con los bancos centrales y la banca, mediante el control del precio del dinero, dejen de manipular todos precios –fuente primordial de información que permitirá a los emprendedores decidir qué bienes y servicios conviene producir de manera sostenible. 

Sea cual sea el resultado de las elecciones, si no se acude al origen último del problema, cualquier mejoría sólo será el preámbulo de una situación todavía peor tal cual ya sucedió tras las supuestas “reformas” del Sr. Aznar –la manipulación de la cantidad de crédito, gracias a un interés artificialmente bajo, manipuló al alza los precios inmobiliarios con las consecuencias ya conocidas-. Poco o nada cambiará hasta que la mayoría del electorado se informe, comprenda las causas del problema económico actual, y los políticos acepten que sólo podrán ostentar el poder satisfaciendo las soluciones que demanda este electorado bien formado. Además, parece imprescindible que todo este proceso sea  democrático –el actual sistema de elección no lo es.

En conclusión, si gana Rajoy y no hay un cambio en el programa, cualquier mejoría será meramente transitoria si no ataca las raíces del problema. Su programa actual no lo hace. 

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