Jueves, 25 de abril de 2024

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Valoración de los resultados en la ciudad de Toledo

por Alejandro Campoy

Ayer se cumplieron dos meses exactos desde que hice pública mi intención de voto, como puede verse en este enlace. Los resultados en mi ciudad, Toledo, han resultado corresponderse con lo que yo he votado, y se ha producido un hecho tan notable que me mueve a realizar una valoración de los mismos.

En primer lugar hay que constatar, frente a todos los teóricos del supuesto "voto católico" en cualquiera de sus formas, que los "valores", los "principios" o cualquier planteamiento de tipo ideológico que quiera realizarse desde el ámbito que sea, no son "entes flotantes" adscritos a etéreas corrientes de pensamiento, llámense socialismo, liberalismo, tradicionalismo, catolicismo o cualquier otra denominación. En democracia hay que ir girando, por simple supervivencia como comunidad política, hacia un planteamiento más realista, en el que los valores no existen flotando en un plasma cósmico, sino que existen encarnados en personas concretas. Y entiéndase bien: en personas, en equipos y en programas, no en partidos políticos. El hecho de que aún hoy los partidos políticos recurran a la adscripción ideológica como forma de mantener sus respetivas clientelas no implica que eso deba seguir siendo necesariamente así.

Los partidos políticos recurren sistemáticamente a tres tipos de mecanismos para mantener sus clientelas: una contínua reafirmación ideológica, plasmada todavía con una enorme fuerza en las dos muletillas falsas y manipuladoras de "izquierda" y "derecha"; un fortalecimiento de la propia identidad por oposición al contrario y el recurso al miedo como argumento: la llegada del "enemigo" implica catástrofe. De este modo, los partidos políticos mantienen a la mayor parte del electorado completamente infantilizado y rehén de sus siglas.

Pues bien, los resultados en la ciudad de Toledo hacen visible que este tipo de mecanismos, que pervierten la representatividad política y la adulteran, han comenzado a quebrar en la sociedad española. Los datos que resultan relevantes son los siguientes: Emiliano García Page, candidato del PSOE a la alcaldía de Toledo, ha conseguido que su partido sea el más votado por primera vez en la historia de la democracia en la ciudad, y ha obtenido un total de 20.025 votos. Pero resulta que su compañero de partido y candidato a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Jose María Barreda, ha obtenido en la ciudad 17.026 votos, es decir, ¡3.000 votos menos que su compañero!.

De la otra parte, Paloma Barredo, la candidata del PP al ayuntamiento de Toledo, ha obtenido 19.395 votos, mientras que su compañera de partido a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Maria Dolores de Cospedal, ha obtenido 22.987 votos, ¡más de 3.500 votos de diferencia! Resulta entonces que hay unas tres mil personas, redondeando, que han votado al PP para la comunidad autónoma y al PSOE para el ayuntamiento de Toledo, y han sido esas tres mil personas las que han quitado o renovado gobiernos. Hemos sido, debería decir en propiedad. Hemos sido los votantes de la "doble papeleta".

Porque lo que no se vota en democracia son abstracciones del tipo "este partido es abortista o no lo es" o "esta ideología se ajusta a principios negociables o no", sino más bien se vota "esta persona, este equipo de gobierno y este programa se ajustan a las necesidades de este ayuntamiento o esta comunidad en éstas circunstancias o no se ajustan". Y los que aún no entienden como funcionan las cosas se mantienen todavía en un nivel de infantilismo político que propicia que les lleven o les traigan otros según les convenga, sin ser capaces de asumir la responsabilidad de ser ellos mismos los que lleven y traigan a los políticos de turno en función de sus acciones.

De todo lo anterior se deduce una valoración que es de la máxima importancia y que es extrapolable al conjunto del territorio nacional: en Toledo acaba de visualizarse de un modo privilegiado la existencia de una bolsa de votos que suele escapar de los análisis tradicionales pero que sin embargo es la que pone y quita gobiernos en España, en las autonomías y en los municipios. Podemos redondear en Toledo una cifra de 3.000 votantes que han dado su voto simultáneamente a Cospedal (PP) en Castilla-La Mancha y a García-Page (PSOE) en el consistorio y que han decidido en cada caso los gobiernos correspondientes a cada ámbito de gestión (extrapolando este número al conjunto de la región en el caso de las autonómicas). Este tipo de votante está por encima de las siglas, al contrario que el votante cautivo de los partidos. Es un tipo de votante que está por encima también de las ideologías, y que se atiene al principio fundamental en democracia de que son los politicos los que están al servicio del ciudadano, y no el ciudadano el que está al servicio del político.

El voto cautivo de cada partido, rehén de los mismos mediante los mecanismos de adscripción ideológica y los argumentos del miedo al oponente, es un voto más infantil en democracia, más dependiente, que sigue al político y es incapaz de ponerle límites. Es el que se mueve en las coordenadas de "los nuestros" frente a "los otros". Por el contrario, el voto de la "doble papeleta" es un voto ya democráticamente maduro, que pone al político bajo la dependencia del ciudadano, que deja la ideología en un segundo plano frente a la gestión bien hecha, y que se alza dueño de la verdadera soberanía, libre de argumentos del miedo y de paternalismos partidistas.

Y no es un voto carente de principios como a veces se le reprocha desde los ámbitos más ideologizados, sino que es capaz de establecer la correcta jerarquía de esos principios y situarlos en sus verdaderos ámbitos de despliegue. Es el voto soberano, el voto que cristaliza esa democracia representativa "real", y el voto, en definitiva, que quita y pone gobiernos. España crecerá y madurará democráticamente en la medida en que esa bolsa de votantes de la "doble papeleta" vaya en aumento en los próximos años, mientras que el voto partidista, cautivo y rehén, ideológico e infantil, vaya disminuyendo. Toledo lo ha hecho visible en esta convocatoria. Hoy Toledo está de enhorabuena.

Pos Scriptum: el reelegido alcalde de Toledo, D. Emiliano García Page, se me antoja ahora mismo como el mejor activo que tiene el Partido Socialista en España. No de inmediato, no a corto plazo, pues el Partido Socialista deberá afrontar en los próximos años una auténtica catarsis, en la que no sólo debe haber relevo en las personas, sino sobre todo en los planteamientos, abandonando y superando de una vez por todas posturas de revanchismo y ruptura, que retornan al pasado en busca de no se sabe que clase de memorias históricas, que reabren la confrontación entre españoles y levantan muros de separación, y esa carga fuertemente ideologizada y al margen de la realidad que le ha imprimido el zapaterismo, marcada por todo lo alternativo al sistema, un ecologismo y un pacifismo acríticos y superficiales, un laicismo agresivamente anticlerical y una ideología de género que tiende hacia el totalitarismo. De igual forma, deberá superar de una vez por todas esas ansias de intervención estatalista en todos los ámbitos de la sociedad. A medio plazo, en unos ocho años, personas como García Page deberán estar ahí.

 

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