¡Hemos triunfado!
A lo mejor ha llegado el momento de cerrar el “chiringuito”. A lo mejor es verdad que la iglesia se está quedando atrasada, anquilosada y retrógada. Quizá es la hora de admitir que la orientación del sexo se puede elegir, que nacer con gónadas masculinas o femeninas es un simple accidente y nuestro sexo se determina por el ambiente social y las experiencias de la vida...
La que se arrastra empieza a coquetear con mi talón. Escruta con cuidado el pie y decide enroscarse suavemente alrededor de él, mientras sigue sugiriéndome la revisión de mis pensamientos en aras de buscar y admitir la verdad.
Quizá Dios está conforme con el uso del preservativo como medio menos malo para poder solucionar el problema sexual del hombre. Es antinatural no poder hacer el amor cuándo y con quién queramos sin tener que exponernos a embarazos no deseados y enfermedades infernales. Es más, ¿será posible que el preservativo sea un instrumento de Dios?¿No será mejor que el aborto?¿Y el aborto no será mejor que dar a luz a un hijo al que no podemos dar todo lo que se merece?¿No será mejor renunciar a un hijo que no podrá tener todas las oportunidades por el egoísmo de querer ser padres, aunque no se esté preparado para ello?
La serpiente crece y sube por mi espalda. Se enrosca más y más. Aprieta y sofoca mi diafragma. Intento rezar, pero algo me dice que en ésta batalla debo estar solo ante mí mismo.
Es posible que esta iglesia en la que vivo y creo, no es nada más que un rollo patatero que me coarta y me lava el cerebro para que suelte mi dinero a los listos y gordos curas. Esta iglesia que anda preocupada por los homosexuales, y está llena de pederastas, que anda en comilonas y despilfarros y mientras el mundo agoniza con la crisis, que habla mucho y hace poco. Quizá, la iglesia debe, por fin abrirse al futuro lleno de posibilidades y solidaridad humana, de igualdades y sin discriminaciones, debe buscar el verdadero amor de Dios que no hace acepción de personas y es infinitamente bueno, que perdona a todos porque a todos comprende y excusa.
La serpiente está rodeando mi cuello y está subiendo por la nuca y se acomoda en lo alto de mi cabeza. Domina todo mi pensamiento. ¡Ahora comprendo, ahora veo con claridad, ahora veo la luz! Es el momento de la misericordia de Dios y estos sacerdotes ancianos, acomplejados y reprimidos no quieren que sepamos que el infierno no existe y que al final triunfará el amor de Dios a los hombres. Dios es bueno, Jesús no es el Cristo en la cruz, sino el de las bienaventuranzas. Dios es bueno y...¡Ya está bien de monsergas! Llevo años sospechando y no queriendo ver la verdad. He estado jugando con mi vida, buscando consuelos utópicos y huyendo de mi realidad, intentando contentar a un Dios que no habla, que no hay quien lo entienda, que no responde, voy a...
En ese momento una mano poderosa agarra la serpiente por el cuello, apretándolo, provocando que no pueda cerrar su peligrosa boca. Ella silba asfixiada y fastidiada. Yo estoy cegado por una luz que me envuelve, no veo nada. De repente no comprendo, no sé dónde estoy. Una voz potente me habla con autoridad:
—Dios es justo. Es misericordioso y lento a la cólera, pero es justo y su justicia a todos alcanza. Siempre se os olvida este punto.
—¿Quién eres?
—Miguel. El arcángel.
—¿Tan importante soy para que vengas tú, tanto honor merezco? —le pregunto pasmado y asustado.
—No estoy aquí por tu bondad o por tu justicia. Me han enviado a causa de las oraciones de hermanos tuyos que te quieren. Y eres tan importante como cualquiera de ellos, pero tú eres más débil y por eso necesitas más ayuda. Estas a punto de iniciar un camino peligroso. ¿Quieres ayuda o suelto a tu amiguita?
La serpiente silba y se enrosca más alrededor de mi cuello, mientras sigue presa de la poderosa mano del arcángel..
Yo asiento con la mente, sin pronunciar palabra. Estoy sin apenas aire. Háblame Miguel, ¡háblame!
—Cuando la fe se tambalea es por que alguna rebeldía encierras en tu alma. Hagamos historia de salvación, ¿quieres?. ¿Quién estaba a tu lado cuándo estuviste enfermo aquellos dos años, quién te sostuvo, quién te consoló?
—La eucaristía, la oración, la iglesia —dije boqueando como un pez.
—¿Qué aprendiste? ¿Qué descubriste?
—Comprendí mis limites. Soy un ser limitado y débil. En un momento mi mundo se vino abajo. Mi vida no depende de mi. Comprendí que andaba extraviado buscando la felicidad dónde no estaba. Comprendí que Dios permitía aquel sufrimiento para corregir mi rumbo, para salvarme de mi mismo. Encontré a Jesús, que compartía conmigo mis dolores. Descubrí a un Dios Padre que me educa y se preocupa por mi. Yo era un hijo rebelde que quería hacer su voluntad y Dios me rescató de una vida abocada al fracaso y a la frustación.
La serpiente afloja su presión y respiro mejor. Me siento algo aliviado.
Miguel me vuelve a preguntar:
—Dime ¿Fue una ilusión, una paranoia, cuando perdonaste a aquella persona que te robó?¿Es solo, casualidad, aquel dinero que recibiste inesperadamente, justo cuando más lo necesitabas? ¿Fue tu bondad, tu buena intención la que consigue que salga amor, tolerancia y aceptación hacia esa otra persona que tanto asco te daba?¿Tu matrimonio se mantiene en pie y fuerte por la fuerza de tu amor?¿Tu vida sexual es rica y satisfactoria porque sigues tus instintos y apetencias o porque practicas todo el kamasutra?
—En todas esas ocasiones actuó y actúa la gracia del Espíritu Santo.
La serpiente decrece, mengua, ya casi no da ni una vuelta a mi garganta.
—Ahora dime, ¿Qué rebeldía ha permitido que ésta, se enrosque tan fuerte a ti, hasta hacerte perder el norte?¿Qué debilidad ha aprovechado para escalar por tu mente?
—Orgullo y miedo. No quiero que me desprecien. Tengo miedo al sufrimiento, al rechazo, a la incomprensión y al insulto.
—No juegues con el pecado. Si juegas con fuego te puedes quemar. ¿No lo sabes aún?¿Tantas experiencias para nada?¿Sigues sin entendimiento?
¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó a vosotros, a cuyos ojos fue presentado Jesucristo crucificado?(...)¿Tan insensatos sois? Comenzando por espíritu, ¿termináis ahora en carne?¿Habéis pasado en vano por tales experiencias? ¡Pues bien en vano sería! (Ga 3,1)
—Amar no es pasar la mano y pactar con el enemigo. Amar es arriesgarlo todo por salvar a tu prójimo, a veces con palabras, a veces con actos y siempre con oraciones y entrega. ¿Qué ha hecho Dios contigo? Corregirte. Salvarte de tus pasiones desordenadas, por el dinero, el sexo y el poder. Descubrir tu pecado a tus ojos para usar contigo de su perdón y de su amor y regarte la vida del Espíritu, la Vida Eterna. ¿Qué quieres ofrecer a los demás?¿Mentiras, dudas, medias verdades? No quieres sufrir pero sigues a un fracasado. ¿Olvidas la cruz, la pasión, el sentido y el valor del sufrimiento?¿Quieres permanecer en un Domingo de Ramos eterno y victorioso? Pues te has equivocado líder. El fue traspasado por nuestras rebeldías y tu sirves a un maldito. O sufres y amas con él y para él, con sentido o alegría, o sufres sin él. No hay más opción. ¡Elige!
—Pero es una lucha ten desnivelada. Ellos son más y más poderosos.
La serpiente que estaba casi muerta, da un último respingo. El arcángel grita:
—“Esta será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él, y él será hijo para mi” ¡La victoria es de nuestro Dios!, al final de los tiempos...¡Hemos ganado!
No lograba comprender el cambio de tiempo verbal, así que me aclaró:
—Para Dios no hay tiempo. El ya ha ganado. La iglesia celeste es un hecho. Trabaja en el lado de los vencedores con temor y temblor y no te desvíes ni a derecha ni a izquierda, que ha su debido tiempo vendrá tu recompensa. Y ora por los engañados por el enemigo.
—Amén.
En ese momento el arcángel suelta lo que queda de una débil culebra. Son tan solo unos segundos, pero por fin logro verlo. La serpiente se agita, intenta escapar reptando, Miguel la amenaza con su lanza, pero la deja escapar.
—Debe seguir haciendo su trabajo...de momento.
“Traed a la memoria los días pasados, en que después de ser iluminados, hubisteis de soportar un duro y doloroso combate, unas veces expuestos públicamente a ultrajes y tribulaciones; otras, haciéndoos solidarios de los que así eran tratados. Pues compartisteis los sufrimientos de los encarcelados; y os dejasteis despojar con alegría de vuestros bienes, conscientes de que poseíais una riqueza mejor y más duradera. No perdáis ahora vuestra confianza, que lleva consigo una gran recompensa. Necesitáis paciencia en el sufrimiento para cumplir la voluntad de Dios y conseguir así lo prometido.
Pues todavía un poco, muy poco tiempo; y el que ha de venir vendrá sin tardanza. Mi justo vivirá por la fe; mas si es cobarde, mi alma no se complacerá en él. Pero nosotros no somos cobardes para perdición, sino creyentes para salvación del alma.” (Hb 10, 32)
La que se arrastra empieza a coquetear con mi talón. Escruta con cuidado el pie y decide enroscarse suavemente alrededor de él, mientras sigue sugiriéndome la revisión de mis pensamientos en aras de buscar y admitir la verdad.
Quizá Dios está conforme con el uso del preservativo como medio menos malo para poder solucionar el problema sexual del hombre. Es antinatural no poder hacer el amor cuándo y con quién queramos sin tener que exponernos a embarazos no deseados y enfermedades infernales. Es más, ¿será posible que el preservativo sea un instrumento de Dios?¿No será mejor que el aborto?¿Y el aborto no será mejor que dar a luz a un hijo al que no podemos dar todo lo que se merece?¿No será mejor renunciar a un hijo que no podrá tener todas las oportunidades por el egoísmo de querer ser padres, aunque no se esté preparado para ello?
La serpiente crece y sube por mi espalda. Se enrosca más y más. Aprieta y sofoca mi diafragma. Intento rezar, pero algo me dice que en ésta batalla debo estar solo ante mí mismo.
Es posible que esta iglesia en la que vivo y creo, no es nada más que un rollo patatero que me coarta y me lava el cerebro para que suelte mi dinero a los listos y gordos curas. Esta iglesia que anda preocupada por los homosexuales, y está llena de pederastas, que anda en comilonas y despilfarros y mientras el mundo agoniza con la crisis, que habla mucho y hace poco. Quizá, la iglesia debe, por fin abrirse al futuro lleno de posibilidades y solidaridad humana, de igualdades y sin discriminaciones, debe buscar el verdadero amor de Dios que no hace acepción de personas y es infinitamente bueno, que perdona a todos porque a todos comprende y excusa.
La serpiente está rodeando mi cuello y está subiendo por la nuca y se acomoda en lo alto de mi cabeza. Domina todo mi pensamiento. ¡Ahora comprendo, ahora veo con claridad, ahora veo la luz! Es el momento de la misericordia de Dios y estos sacerdotes ancianos, acomplejados y reprimidos no quieren que sepamos que el infierno no existe y que al final triunfará el amor de Dios a los hombres. Dios es bueno, Jesús no es el Cristo en la cruz, sino el de las bienaventuranzas. Dios es bueno y...¡Ya está bien de monsergas! Llevo años sospechando y no queriendo ver la verdad. He estado jugando con mi vida, buscando consuelos utópicos y huyendo de mi realidad, intentando contentar a un Dios que no habla, que no hay quien lo entienda, que no responde, voy a...
En ese momento una mano poderosa agarra la serpiente por el cuello, apretándolo, provocando que no pueda cerrar su peligrosa boca. Ella silba asfixiada y fastidiada. Yo estoy cegado por una luz que me envuelve, no veo nada. De repente no comprendo, no sé dónde estoy. Una voz potente me habla con autoridad:
—Dios es justo. Es misericordioso y lento a la cólera, pero es justo y su justicia a todos alcanza. Siempre se os olvida este punto.
—¿Quién eres?
—Miguel. El arcángel.
—¿Tan importante soy para que vengas tú, tanto honor merezco? —le pregunto pasmado y asustado.
—No estoy aquí por tu bondad o por tu justicia. Me han enviado a causa de las oraciones de hermanos tuyos que te quieren. Y eres tan importante como cualquiera de ellos, pero tú eres más débil y por eso necesitas más ayuda. Estas a punto de iniciar un camino peligroso. ¿Quieres ayuda o suelto a tu amiguita?
La serpiente silba y se enrosca más alrededor de mi cuello, mientras sigue presa de la poderosa mano del arcángel..
Yo asiento con la mente, sin pronunciar palabra. Estoy sin apenas aire. Háblame Miguel, ¡háblame!
—Cuando la fe se tambalea es por que alguna rebeldía encierras en tu alma. Hagamos historia de salvación, ¿quieres?. ¿Quién estaba a tu lado cuándo estuviste enfermo aquellos dos años, quién te sostuvo, quién te consoló?
—La eucaristía, la oración, la iglesia —dije boqueando como un pez.
—¿Qué aprendiste? ¿Qué descubriste?
—Comprendí mis limites. Soy un ser limitado y débil. En un momento mi mundo se vino abajo. Mi vida no depende de mi. Comprendí que andaba extraviado buscando la felicidad dónde no estaba. Comprendí que Dios permitía aquel sufrimiento para corregir mi rumbo, para salvarme de mi mismo. Encontré a Jesús, que compartía conmigo mis dolores. Descubrí a un Dios Padre que me educa y se preocupa por mi. Yo era un hijo rebelde que quería hacer su voluntad y Dios me rescató de una vida abocada al fracaso y a la frustación.
La serpiente afloja su presión y respiro mejor. Me siento algo aliviado.
Miguel me vuelve a preguntar:
—Dime ¿Fue una ilusión, una paranoia, cuando perdonaste a aquella persona que te robó?¿Es solo, casualidad, aquel dinero que recibiste inesperadamente, justo cuando más lo necesitabas? ¿Fue tu bondad, tu buena intención la que consigue que salga amor, tolerancia y aceptación hacia esa otra persona que tanto asco te daba?¿Tu matrimonio se mantiene en pie y fuerte por la fuerza de tu amor?¿Tu vida sexual es rica y satisfactoria porque sigues tus instintos y apetencias o porque practicas todo el kamasutra?
—En todas esas ocasiones actuó y actúa la gracia del Espíritu Santo.
La serpiente decrece, mengua, ya casi no da ni una vuelta a mi garganta.
—Ahora dime, ¿Qué rebeldía ha permitido que ésta, se enrosque tan fuerte a ti, hasta hacerte perder el norte?¿Qué debilidad ha aprovechado para escalar por tu mente?
—Orgullo y miedo. No quiero que me desprecien. Tengo miedo al sufrimiento, al rechazo, a la incomprensión y al insulto.
—No juegues con el pecado. Si juegas con fuego te puedes quemar. ¿No lo sabes aún?¿Tantas experiencias para nada?¿Sigues sin entendimiento?
¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó a vosotros, a cuyos ojos fue presentado Jesucristo crucificado?(...)¿Tan insensatos sois? Comenzando por espíritu, ¿termináis ahora en carne?¿Habéis pasado en vano por tales experiencias? ¡Pues bien en vano sería! (Ga 3,1)
—Amar no es pasar la mano y pactar con el enemigo. Amar es arriesgarlo todo por salvar a tu prójimo, a veces con palabras, a veces con actos y siempre con oraciones y entrega. ¿Qué ha hecho Dios contigo? Corregirte. Salvarte de tus pasiones desordenadas, por el dinero, el sexo y el poder. Descubrir tu pecado a tus ojos para usar contigo de su perdón y de su amor y regarte la vida del Espíritu, la Vida Eterna. ¿Qué quieres ofrecer a los demás?¿Mentiras, dudas, medias verdades? No quieres sufrir pero sigues a un fracasado. ¿Olvidas la cruz, la pasión, el sentido y el valor del sufrimiento?¿Quieres permanecer en un Domingo de Ramos eterno y victorioso? Pues te has equivocado líder. El fue traspasado por nuestras rebeldías y tu sirves a un maldito. O sufres y amas con él y para él, con sentido o alegría, o sufres sin él. No hay más opción. ¡Elige!
—Pero es una lucha ten desnivelada. Ellos son más y más poderosos.
La serpiente que estaba casi muerta, da un último respingo. El arcángel grita:
—“Esta será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él, y él será hijo para mi” ¡La victoria es de nuestro Dios!, al final de los tiempos...¡Hemos ganado!
No lograba comprender el cambio de tiempo verbal, así que me aclaró:
—Para Dios no hay tiempo. El ya ha ganado. La iglesia celeste es un hecho. Trabaja en el lado de los vencedores con temor y temblor y no te desvíes ni a derecha ni a izquierda, que ha su debido tiempo vendrá tu recompensa. Y ora por los engañados por el enemigo.
—Amén.
En ese momento el arcángel suelta lo que queda de una débil culebra. Son tan solo unos segundos, pero por fin logro verlo. La serpiente se agita, intenta escapar reptando, Miguel la amenaza con su lanza, pero la deja escapar.
—Debe seguir haciendo su trabajo...de momento.
“Traed a la memoria los días pasados, en que después de ser iluminados, hubisteis de soportar un duro y doloroso combate, unas veces expuestos públicamente a ultrajes y tribulaciones; otras, haciéndoos solidarios de los que así eran tratados. Pues compartisteis los sufrimientos de los encarcelados; y os dejasteis despojar con alegría de vuestros bienes, conscientes de que poseíais una riqueza mejor y más duradera. No perdáis ahora vuestra confianza, que lleva consigo una gran recompensa. Necesitáis paciencia en el sufrimiento para cumplir la voluntad de Dios y conseguir así lo prometido.
Pues todavía un poco, muy poco tiempo; y el que ha de venir vendrá sin tardanza. Mi justo vivirá por la fe; mas si es cobarde, mi alma no se complacerá en él. Pero nosotros no somos cobardes para perdición, sino creyentes para salvación del alma.” (Hb 10, 32)
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