Sábado, 04 de mayo de 2024

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Una Cuestión de Incertidumbre

por Jaime Alejandro

Hay un dilema que me viene algunas mañanas cuando me levanto y escucho las noticias en la radio que tengo en mi despertador y no, no es esa incertidumbre de la que algunos hablan como razón de que la economía “no termine de arrancar”. Lo primero que hago es pensar que debido al sueño la he escuchado mal. Luego recurro a Internet para corroborar que no tengo el sueño pesado y que efectivamente la noticia es así, tal cual la han leído en la radio. Entonces es cuando me pregunto si entre tanto lumbreras “dirigiendo” nuestra economía –ellos piensan que dirigen y en realidad sólo destrozan- hay mucho imbécil, se han vuelto majaretas o son gente redomadamente mala. Y no me decido. Cada mañana, dependiendo de con qué pie me levanto, me inclino por alguna de estas posibilidades.

Esta vez, la noticia era que Jean-Claude Trichet, Presidente del Banco Central Europeo, aseguraba que “Bernanke no quiere un dólar débil”. Claro, inmediatamente uno se pregunta si este tío es imbécil, estaba borracho, debería ingresar urgentemente en un psiquiátrico o es una mala persona. No hay ninguna otra explicación. Ahora dense ustedes cuenta de las implicaciones que tiene para toda Europa que haya una persona con estas características al frente del BCE.

Por si alguien todavía no se ha parado a pensarlo, todas las decisiones que toma esta institución, que jamás debiera de haberse creado, afectan a todos los precios. El sistema de precios es el mecanismo que nos informa milimétricamente de que productos y servicios son escasos y cuales son abundantes. En función de esta información ahorramos e invertimos en una u otra dirección –en unas cosas u otras-. Es decir, el éxito o fracaso de nuestras inversiones, el de las personas que nos han contratado o de nuestro trabajo dependen crucialmente de la información que proporcionan los precios. Como estos dependen del valor del dinero, entenderán ustedes que cualquier manipulación acometida y dirigida por un imbécil o una mala persona pueden ser completamente destructivas.

En un sistema patrón no hay riesgos de que la información que proporcionan los precios esté manipulada. La economía depende exclusivamente de la capacidad de los agentes que participamos en el mercado para interpretar esta información. ¿Pueden ir mal las cosas? Sí, las cosas se pueden torcer, pero la probabilidad de que afecte globalmente a toda la economía es mucho menor teniendo en cuenta la ingente cantidad de personas que participan en el mercado. Lo normal es que unos acierten y otros se equivoquen. La economía avanza gracias a los que aciertan, lo cual constituye un seguro para los que fracasan –siempre podrán trabajar para quienes aciertan-. Si las cosas se tuercen, el sistema de precios lo refleja y de ahí, los agentes que participamos en el mercado, sacamos la solución –en qué hace falta desinvertir  y en qué hace falta invertir-.

Sin embargo, cuando la economía está intervenida por un banco central, todo cambia. La persona que dirige dicho banco central tiene un poder desorbitado y peligroso sobre la información que proporcionan los precios. Si la información está manipulada, todos los agentes reciben información falsa y por lo tanto todas las decisiones serán, en mayor o menor medida, equivocadas: la economía quiebra en bloque. ¿Les suena familiar?

Así que, volviendo a Trichet, ¿qué otra cosa podemos pensar de este personaje? ¿Cómo puede el Presidente del BCE decir que Bernanke no quiere un dólar débil cuando está quemando la imprenta donde los fabrica? ¿Es imbécil, suspendió las matemáticas de primaria, se ha bebido los excedentes vitícolas de Francia o es una mala persona? No hace falta conocimientos de cálculo ni álgebra de ingeniería y basta con la aritmética elemental para saber que si aumenta la cantidad de dólares mientras disminuye la riqueza –la cantidad de bienes y servicios producidos y disponibles en el mercado y que el dólar representa o mide-, el dólar valdrá menos. ¿Quién fabrica el dólar? ¡Si Bernanke no quisiera un dólar débil dejaría de imprimirlos por cientos de miles de millones! Miren ustedes las gráficas del precio del oro, las de la plata, los índices bursátiles, el índice del dólar o lo que quieran. Conforme Bernanke anunció que la imprenta estaba en marcha para poner en circulación más de medio billón de dólares, todos estos índices salieron disparados cantando lo que ustedes ya saben el último. Los inversores –la gente que primero ahorró para luego poder invertir- lo tienen clarísimo; Trichet, no. Ustedes me dirán cual es la respuesta a mi dilema. Otra posible explicación a la afirmación de Trichet está la ilustración de la página 115 del libro que comentaré en el próximo artículo. Continuará. 

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