Sábado, 20 de abril de 2024

Religión en Libertad

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Esa caridad admirable que no busca publicidad

por Alberto Royo Mejia

Además de las muchas cosas que dice San Pablo sobre la caridad en su 1ª Carta a los Corintios -es paciente, es servicial, no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe, no busca su interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra de la injusticia, se alegra con la verdad, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta- se podría añadir otra, sin querer corregir a San Pablo, por supuesto. Pero la experiencia nos demuestra que a la caridad, además, le gusta pasar desapercibida.

Amar sin llamar la atención, sin buscar publicidad, es algo propio del amor cristiano. No está mal que artistas y famosos vayan al tercer mundo con ocasión de campañas humanitarias de todo tipo, y que de paso les sigan una legión de periodistas que luego les hagan aparecer en los medios de comunicación. El bien que hacen al prestar su figura a dichas campañas no viene disminuído por los reportajes fotográficos que de paso conllevan dichas campañas. Pero a nosotros nos dijo el Señor que cuando demos limosna nuestra mano derecha no sepa lo que hace la izquierda y eso es algo que la Iglesia sabe hacer bien.

Por eso no es de extrañar que muchos ignoren las muchas obras de caridad que hace la Iglesia como institución y hacen los cristianos de modo particular. No creo que a ningún creyente de verdad esto le quite la paz y mucho menos le lleve a desanimarse en el empeño de hacer el bien, pues sabe que es el "Padre, que ve lo secreto", el que tiene que premiar las buenas obras, no la alabanza humana, que es siempre cambiante. En este sentido, si los cristianos tuviesen que mirar a las estadísticas de las opiniones humanas para percibir si están haciendo bien las cosas o no, la llevarían clara: Entre la imprecisión de dicho tipo de encuestas y la mudable opinión de la gente, mejor no fiarse demasiano. Como ejemplo, baste ver la última encuesta del CIS sobre las creencias de los españoles, en la que aparece que desde la última realizada, hace un par de meses, el número de católicos ha aumentado en España casi un 2%. Lo cual estaría muy bien si fuera realidad, pero que solamente es una muestra de la imprecisión de las estadísticas relacionadas con las opiniones humanas.

Volviendo a la caridad anónima que no quiere llamar la atención, vemos como sin embargo el Señor permite que algunas de sus manifestaciones vengan a la luz pública, "para que iluminen a todos los de la casa", y así los que llegamos a conocerlas por el medio que sea, podemos animarnos a hacer nosotros también todo el bien que podamos. Este era concretamente el fin con el que durante muchos siglos se han escrito las "Vidas" de los Santos, llenas de ejemplos de obras de caridad, para que el que las leyese se edificase y se animase a imitarlas. Hoy en día por aqué y allí en los medios de comunicación encontramos estos ejemplos admirables que ojalá no sean solamente admirados sino lleven a muchos a la práctica del bien.

Admirable ha sido, por citar un caso que se ha convertido en bastante mediático, el caso de Rafaela del Campo y Fermina Suárez, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, originarias respectivamente de Palencia y de las Palmas de Gran Canaria y que llevan 40 y 48 años dedicadas a trabajar en en el hospital Mohamed V de Alhucemas, en el norte de Marruecos,  y que recientemente han recibido la orden "Wisam alauí" del Orden de Caballero, uno de sus principales galardones del país, de las manos del rey Mohamed VI en el palacio real de Tánger. La condecoración incluye a otras dos religiosas, que no pudieron recogerla por problemas de salud. Por supuesto, las hermanas la recibieron con total sencillez y atribuyéndolo a todos los que trabajan en dicho hospital, no a ningún mérito propio de ellas.

Caridad que recibe premios, pero la mayoría de las veces es caridad que no recibe ningún premio, solamente el de haber hecho lo que había que hacer. Leo acerca de un caso bastante anónimo, que ha salido a la luz muy a pesar del que lo protagoniza y que ha ocurrido recientemente en Indianapolis: Se trata de una profesora de 23 años,  Jennifer Prickel, cuya gran ilusión era la de ingresar en religión, en una congregación de Ohio en la que casi todas las religiosas son jóvenes, y que tuve ocasión de conocer cuando viví en Estados Unidos. Un gran obstáculo se levantaba entre dicha joven porfesora y su vocación, era la deuda que tenía de haber recibido un crédito para pagar sus estudios universitarios, del que todavía le quedaban por pagar 50.000 dólares, vaya, casi ocho millones de pesetas. Lo que no podía imaginar es que cuando en su parroquia se pidieron oraciones para que pronto Jennifer pudiese pagar su deuda, una feligresa decidió que esa era la oportunidad que necesitaba para hacer el bien. La feligresa, que nunca quiso revelar su nombre auténtico, escribió un cheque para la profesora por un valor de 52.000 dólares, y la joven porfesora ahora está preparando todo para su ingreso en religión, que ocurrirá en septiembre.

Caridad que no solamente no luce humanamentre, sino que muchas veces es correspondida con desagradecimiento: Leo en otro lugar acerca del ejemplo de los cristianos en Pakistan. Precisamente es un país que aparece frecuentemente en páginas de información religiosa por los abusos que ocurren contra los cristianos, a veces persecución descarada con el consentimiento tácito de las autoridades. Una situación denigrante hacia los cristianos que debería ser denunciada por organismos internacionales que sin embargo no lo hacen, ellos saben porqué. Pues bien, en aquel ambiente, ¿A qué se dedican los cristianos? Pues a hacer el bien sin mirar a quién. Cientos de voluntarios de Caritas se han dedicado -y lo siguen haciendo- a ayudar a cientos de miles de desplazados y "sin techo" que son la consecuencia de la lluvia y las riadas que han asolado la región del noreste del país. El trabajo ha incluido el limpiar las carreteras, que habían quedado impracticables por las lluvias. Lo mismo hicieron en el 2005 con las víctimas del terremoto que en aquella región produjo cerca de 100.000 muertes, lo cual conllevó un trabajo de años.

Caridad que a muchos les parece incomprensible, pues les falta la fe necesaria. Recuerdo que hace unos años la esposa de un militar asesinado por ETA manifestó a los medios de comunicación que ella perdonaba de corazón a los asesinos de su marido, y dichos medios le tomaron por tonta. De modo parecido, hace un par de años un loco atacó en Estados Unidos una escuela de niños amish, esa rama cristiana anabaptista que vive como en el siglo XVIII, matando a un buen número de ellos. Las familias amish afectadas, que al fin y al cabo son cristianos -radicales y a la antigua, pero cristianos-, mostraron su bondad perdonando al asesino y ya que éste se suicidó después de la masacre, se comprometieron a ayudar económicamente a la viuda del asesino. MUcho más recientemente, en estas semanas pasadas, en el sur de la India un profesor católico fue atacado por extremistas islámicos que le cortaron una mano cuando salía de la iglesia. Mientras el profesor estaba en cuidados intensivos, su hija afirmó en monbre de la familia que perdonaban a los atacantes. Dichos extremistas habían atacado también a la madre del profesor, que iba conél, produciéndole heridas de menos consideración. El perdón de esta familia ha llamado tanto la atención a algunos que la noticia apareció en la BBC.

Caridad que sorprende, que no está de moda, que va contra corriente, hasta exigir lo que nadie exige: El amor al enemigo. Bendita caridad que es distintivo de los cristianos y que ojalá sea siempre por lo que se nos reconozca.

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