Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

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Toledo, 22 de julio de 1936. En la calle de las Airosas.

por Victor in vínculis

Los dos primeros mártires en caer fusilados por las calles de Toledo son un fraile franciscano y un canónigo mozárabe de la Catedral de Toledo. Sucede el 22 de julio, a los cinco días del Alzamiento, y tiene lugar en la calle de las Airosas, cuyo nº 1 comienza en la esquina con el callejón de Nuestra Señora de la Estrella (al lado de la capilla de dicha advocación que pertenece a la parroquia de Santiago del Arrabal) y termina en la Travesía del Adarve de Alfonso VI (junto a la Puerta Vieja de Bisagra, llamada hoy Puerta de Alfonso VI).



P. EMILIO RUBIO FERNÁNDEZ

Emilio nació en Consuegra (Toledo) el 28 de mayo de 1880. Sus padres fueron Félix y Juliana. Tomó el hábito franciscano en Pastrana (Guadalajara) el 31 de mayo de 1895. Allí hizo su profesión temporal el 31 de mayo de 1896. Cursó los estudios de Filosofía de 1896 a 1899 en los conventos de Pastrana y de La Puebla de Montalbán (Toledo). En éste hizo su profesión solemne el 4 de junio de 1899, y estudió la Teología y Cánones. Fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1904.
 
 
De 1904 a 1906 fue profesor de latinidad en el seminario de Segovia. En 1906 fue destinado a Filipinas Fue coadjutor en las parroquias de Camalig y Libmanan. Volvió a España en 1916 y ejerció el apostolado en Pastrana y Segovia. Vivió en el convento de Guadalajara de 1920 a 1923. Ese año fue destinado al seminario de Alcázar y pasó en 1926 al de La Puebla de Montalbán. De nuevo volvió al de Alcázar en 1929 como profesor y rector, oficios que desempeñó en 1932 en el de Pastrana. Para atender a su salud fue destinado ese mismo año a Segovia. En 1934 pasó al seminario de La Puebla de Montalbán como profesor y rector hasta 1936.

Fue ejemplar en el ministerio sacerdotal y en aceptar de buen grado los destinos de la obediencia. Como rector y profesor de los seminarios, destacó por su competencia, su celo y sus cualidades pedagógicas, especialmente su paciencia y su buen humor. Admirado y encomiado por sus alumnos, lo fue también por sus hermanos de hábito como religioso ejemplar y buen hermano. Era humilde, sencillo, afable y tenía un gran amor a su vocación y a la Orden.

Al empezar la guerra civil española, marchó desde La Puebla de Montalbán a Toledo. Se refugió en el colegio-hospital de Tavera, donde ejercían de capellanes los hermanos Gregorio y Toribio Gómez de las Heras.
 
GREGORIO GÓMEZ DE LAS HERAS


Gregorio y Toribio Gómez de las Heras eran capellanes mozárabes de la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo. Naturales de Carriches, Gregorio había nacido el 25 de mayo de 1871 y Toribio el 16 de abril de 1879.

Unidos por el apostolado, siguieron igual suerte durante los primeros días tras estallar el conflicto nacional. Además de la capellanía mozárabe, don Gregorio [sentado, en la foto, bajo estas líneas] era capellán del Hospital Tavera. Don Toribio le ayudaba y vivían juntos.
 

Cuando el 22 de julio de 1936 se retiró la guarnición que desde el propio Hospital Tavera resistía a los milicianos venidos desde Madrid, tuvo que marchar también él junto con su hermano Toribio, don Agustín Rodríguez, Teniente Vicario General de la diócesis, el padre Emilio Rubio Fernández, franciscano, y las Hijas de la Caridad que atendían dicha Institución. El día anterior todos se prepararon a la muerte confesándose y confesando a los que lo desearon.

Les ofrecieron entrar en el Alcázar, pero ninguno de ellos aceptó: don Agustín fue detenido a las pocas horas. Don Gregorio, don Toribio y el padre Emilio pensaron que estarían más seguros en casa de su hermana Aniana, en la calle del Pozo Amargo, y hacía allí se dirigieron andando, pero al pasar por la Puerta de Bisagra, se dieron cuenta de que los milicianos les seguían muy de cerca, por lo que se refugiaron en una conocida hospedería de la calle Alfonso VI. Los milicianos que habían comenzado la búsqueda frenética de sacerdotes para eliminarlos, según consignas recibidas meses atrás, dieron con una mujer que delató a los sacerdotes:

-Allí hay curas, se han escondido.

Entonces entraron por ellos, pero la mujer que los había acogido lo negó y, cuando salieron, la que les había denunciado les insistió:

-Que los hay, que los he visto entrar.

Los milicianos amenazaron con un pistolón a la pobre mujer... y entonces salieron el padre Emilio y don Gregorio, reservándose su hermano. Sacados a la calle, ambos fueron abatidos por los milicianos de la República... bajo la atenta mirada de la Virgen de la Estrella, cuya iglesia se encuentra junto a la parroquia de Santiago del Arrabal. Don Gregorio Gómez de las Heras fue el primer sacerdote asesinado en la ciudad de Toledo.

El padre Marcos Rincón en su obra Testigos de nuestra fe, Mártires franciscanos de Castilla (19361939), publicada en 1998, afirma que fue en la calle de las Airosas el lugar exacto donde ambos mártires fueron abatidos a tiros.


Don Toribio, vestido de paisano, se refugió durante unos días en una casa de campo de una sobrina y, viendo que hacía peligrar a su familia, se dirigió andando a Carriches. Allí pensó que estaría seguro. Era 30 de julio. Pero cuando estaba a punto de llegar fue descubierto por unos milicianos, le robaron cuanto llevaba y, después de divertirse sádicamente con él, lo fusilaron en las cercanías del cementerio. Al término de la contienda los dos sacerdotes fueron enterrados en Carriches, a los pies de la Virgen de la Encina. Por su parte, el franciscano fue sepultado en el cementerio de Toledo  hasta su traslado a Consuegra y, posteriormente, a la iglesia de San Juan de los Reyes, de Toledo.
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